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Desmontando a Felipe González

Fuentes: Rebelión

De nuevo, el ínclito Felipe González se presta a poner su imagen de viejo socialista venerable y su voz espuria y ambivalente junto a una «mierda» como el ex todo del PP, José María Aznar. Otra vez contra Venezuela, el argumento favorito del establishment neoliberal de los últimos tiempos. El adjetivo maloliente y escatológico referido […]

De nuevo, el ínclito Felipe González se presta a poner su imagen de viejo socialista venerable y su voz espuria y ambivalente junto a una «mierda» como el ex todo del PP, José María Aznar. Otra vez contra Venezuela, el argumento favorito del establishment neoliberal de los últimos tiempos.

El adjetivo maloliente y escatológico referido a Aznar no es nuestro sino del propio González que años atrás así lo calificó: «Aznar y Anguita son la misma mierda». Y es que a FG le encanta el hedor a hipocresía y paradoja calculada.

Entre esas contradicciones ideológicas y vitales hemos hallado, rebuscando en el depósito de palabras que se las lleva el viento, una sentencia categórica del siniestro personaje, siniestro por ser de izquierdas, claro está: «La aspiración suprema del socialismo es la emancipación total del ser humano, para lo que se hace imprescindible eliminar un sistema económico basado en la explotación del hombre por el hombre».

El juicio anterior huele a terminante y casi dogmático, quizá un tanto contradictorio viendo la rutilante trayectoria financiera de don Felipe. Se considera que sus emolumentos anuales rondan los 600.000 euros. Como lobbysta su empresa facturó en los años profundos de la crisis, de 2010 a 2014, 4,4 millones de euros. Da conferencias para alabar a las elites que le dan sustento por una cantidad que oscila entre los 20.000 y los 80.000 euros por sesión. Ha tenido o aún es dueño de propiedades en Venezuela (isla Margarita), Marruecos, Andalucía, Comunidad de Madrid y Extremadura.

Ha vivido en el selecto barrio de Salamanca de Madrid (piso de 300 metros cuadrados) y actualmente es propietario de una finca en la comunidad autónoma extremeña de 49 hectáreas. No hace mucho vendió una casa de lujo en Tánger, valorada en 2,5 millones de euros, a la familia real de Arabia Saudí.

Añadamos que durante bastantes años fue consejero de Gas Natural, a razón de 125.000 euros al año. Dimitió «porque es muy aburrido», según declaraciones recogidas por la prensa.

Para un socialista que empezó como abogado laboralista y chaqueta de pana, no está nada mal su peculio actual. ¿Se aplicará a sí mismo lo que pensaba en sus comienzos políticos? « Debemos instigar las contradicciones del régimen desde una posición socialista, desde la representación de los intereses de la clase trabajadora y nunca desde posiciones ambiguas». Siguiendo su pensamiento radical de otrora hasta las últimas consecuencias debería desahuciarse a sí mismo para lograr esa sociedad a la que aspiraba en sus años mozos de rebeldía, esa época en la que aún se sentía parte indisoluble del pueblo. «La República se identifica en el pueblo con libertad y democracia» , ahí es ná, el estadista FG dixit.

Si continuamos rascando en la maldita hemeroteca nos encontramos de bruces con una perla inquietante que nos puede hacer suponer que Felipe González no es plenamente feliz y que su conciencia ha de librar batallas sangrientas en su volcánico interior para conquistar un equilibrio psicológico que autojustifique sus devaneos ideológicos multimillonarios: «La plenitud democrática no va a ser alcanzada más que en una sociedad socialista».

Mientras que esa sociedad utópica llega a materializarse, Felipe González y su carisma continúan erre que erre defendiendo la libertad y la democracia sin pausa ni descanso. Los caminos a dios, ya lo sabemos, son inescrutables.

Son tan complejos de atisbar y definir, que siendo ya estadista en el poder, en su época de presidente, surgieron unas siglas vengativas desde las propias cloacas de la misma estructura gubernamental que quisieron acabar con ETA a golpe de guerra sucia y asesinatos selectivos. Nos referimos a los GAL. González salió indemne de esa ciénaga que se extendió por España entre 1983 y 1987 que llevó a algunos subordinados suyos a la cárcel (el ex ministro Barrionuevo y Vera, entre otros), sin embargo conviene recordar otra frase memorable salida de su boca: «El Estado de derecho también se defiende en las alcantarillas«. Más claro, el agua clara.

Ya vemos que la conducta actual y la original de Felipe González acusan cambios muy significativos. La evolución dialéctica es así: tesis socialista, antítesis capitalista y síntesis… neoliberal. Ya lo dijo Marx (o Groucho). Se desconoce a ciencia cierta su autoría.

Por cierto, la megalomanía y el egotismo de González saltan la banca de cualquier frontera discursiva. Por favor, lean y saboreen en toda su extensión la sabiduría de este breve y denso oráculo felipista: «El marxismo me dejó a mi«. Tanta elocuencia no merece comentarios al margen. Papá Felipe habló y cuando Roma dicta doctrina, los súbditos escuchan con reverencia.

Desde el congreso del PSOE en Suresnes en 1974, la carrera de González le ha encaramado a mamporrero egregio de sus amos, aunque ese vasallaje le haya sacado de pobretón sociata de poca monta. Una cosa por la otra. Empate técnico, pues: cabeza fría y bolsillos calientes van de la mano.

Con el aliento en la nuca del grupo PRISA y Juan Luis Cebrián como escudero de lujo, Felipe González ha escalado las más altas cotas de la miseria intelectual gracias a dineros opacos al PSOE procedentes de la Alemania de Willy Brandt entre 1975 y 1982, asuntos de financiación ilegal de su partido como Filesa (año 1989) y fondos del petróleo venezolano gestionado por el ex presidente corrupto de Caracas, Carlos Andrés Pérez, en la década yeyé de los 70 del siglo XX.

El dinero, pues, no tiene color para un socialdemócrata de postín como Felipe González. En este viaje hacia el neoliberalismo más cutre, el susodicho prócer de la verdad, la libertad, la democracia y la economía social de mercado ha dejado un indeleble rastro de traiciones políticas: conchabeo diplomático con la dictadura militar argentina, la mentira histórica de la entrada en la OTAN, el apoyo al sionismo israelí en detrimento de las reivindicaciones palestinas, el olvido de los compromisos con el Frente Polisario en Sáhara Occidental… Como muestra valen estos pocos botones de su peculiar realpolitik para ser bien agasajado por las elites de la globalización, entre otras figuras de la jet set de las finanzas, Carlos Slim, la sexta fortuna del planeta.

Y para cerrar el círculo de esta eminencia gris de la política internacional llamada Felipe González, su actual esposa ha sido relacionada recientemente con los papeles de Panamá. Y no echemos en saco roto tampoco su participación desde fuera en la defenestración de Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE.

Este hombre, FG, se permite el lujo de dar lecciones de democracia y de elevar su voz de doble filo en nombre de la libertad. Su lengua de serpiente (Javier Krahe en su célebre canción) es la voz del amo: las elites que inspiran sus negocios en medio mundo. Con buena polla, bien se folla (lo dice el común en su lenguaje de calle y cuando la masa lo dice por algo será).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.