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Una falsa sensación de prosperidad

Desregulación del empleo: una realidad para muchos trabajadores y trabajadoras

Fuentes: Rebelión

Tras la entrega del número de empleos generados durante la administración Piñera (990 mil, según las cifras oficiales) se ha abierto un debate en torno a la calidad de los puestos laborales en Chile y han sido cuestionados los resultados obtenidos por medio de un nuevo instrumento de medición, el que fue creado para satisfacer […]

Tras la entrega del número de empleos generados durante la administración Piñera (990 mil, según las cifras oficiales) se ha abierto un debate en torno a la calidad de los puestos laborales en Chile y han sido cuestionados los resultados obtenidos por medio de un nuevo instrumento de medición, el que fue creado para satisfacer las recomendaciones realizadas por la OCDE a nuestro país en materia laboral: la Nueva Encuesta Nacional de Empleo (NENE).

Algunas de las recomendaciones realizadas por la OCDE incluían la estandarización de los conceptos adecuando estos a los utilizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Con estas modificaciones, hoy se comprende por un trabajador/a ocupado/a, a quien trabaja al menos 1 hora semanal recibiendo una remuneración en dinero o especies, mientras un desempleado o desempleada es quien no tiene trabajo y busca uno de forma activa en las últimas 4 semanas estando disponible para comenzar a laborar en los próximos 15 días.

En este nuevo instrumento de medición, se incorporan variables que permiten caracterizar la calidad del empleo. Sin embargo, las conclusiones obtenidas de esta primera aplicación de la NENE fueron deficientes, ya que, estando en posesión del instrumento para generar una valoración integral de la situación laboral en Chile, se ha destacado una mirada cuantitativa autocomplaciente (los 990 mil empleos), por sobre los elementos cualitativos (la calidad de los empleos y la situación de los desempleados).

Gonzalo Durán, investigador de la Fundación Sol, en una columna publicada en el diario electrónico El Mostrador, señala que se ha generado una falsa sensación de prosperidad basada en el número de empleos, sin incorporar la dimensión de la calidad de éstos. Datos que pueden ser extraídos de la aplicación de la NENE. Es decir, la información está ahí, pero no fue utilizada. Es por eso que el investigador se pregunta «¿Y qué pasa con la calidad, que permite medir la nueva encuesta?». Para el profesional, de acuerdo a esos resultados obviados en la encuesta, se puede hablar en Chile de la persistencia de factores que hablan de una precariedad laboral dura, tales como «alta incidencia de subcontratación, subempleo y otras formas de inserción endebles» 1/ .

Cabe destacar que la fundación sol en su última Minuta de empleo correspondiente a noviembre- enero de 2013 califica a 1.079.145 asalariados/as en situación de desprotección laboral producto de la ausencia de cotizaciones y de seguro de cesantía al no contar con un contrato de trabajo. Durán complementa esta información con los datos correspondiente a los subempleos, los cuales llegan a la cifra de 682.538 que «trabajan menos de 30 horas a la semana (un 32% de ellos, menos de 2 horas al día), pero desean y están disponibles para trabajar» quienes la «mayor parte del tiempo son desempleados, pero estadísticamente clasifican como ocupados».

Por su parte, las cifras de los 990.000 mil nuevos empleos, para los trabajadores y trabajadoras, no son para nada alentadoras, ya que, más de la mitad de ellos (el 66%) corresponde a subcontratos, Cuenta Propia No Calificado y/o Personal No Remunerado, aumentando 49,5% en los últimos 45 meses la subcontratación y el subministro de personal.

Con respecto al salario que perciben los y las trabajadoras, el profesional señala que el 50% gana menos de $263.473 y viven altamente endeudados.

Con todos esos datos a la vista (extraídos en su mayoría de la NENE) cabe preguntarse ¿por qué no son un motivo de preocupación capaz, al menos, de matizar el despliegue mediático tendiente a defender o criticar la cifra de los 990 mil empleos por parte de los dirigentes políticos e intelectuales de la alianza por Chile y la autodenominada Nueva Mayoría?, trataremos de improvisar algunos elementos que nos permitan comprender porque los sostenedores y beneficiarios del actual modelo económico hacen caso omiso a estos elementos que, insistimos, se encuentran presentes en la Nueva Encuesta Nacional de Empleo.

El salario mínimo y la desregulación del empleo es una realidad extendida entre los trabajadores y trabajadoras, más no entre quienes detentan el poder económico, político y mediático.

Los dirigentes de la alianza y la concertación han sido los sostenedores del modelo neoliberal implementado durante la dictadura militar, cuya esencia es la precarización laboral de la mayoría orientada a la extracción de mayores tasas de ganancia que benefician a una reducida minoría; el empresariado de forma directa, pero, de forma indirecta, a la élite que se vincula cultural, política y económicamente en el círculo de la opulencia 2/ .

Es decir, los dirigentes políticos e intelectuales del establishment, aquellos que conviven en el circuito de la opulencia, poseen una misma visión del mundo que, entre otras cosas, les hace subestimar la economía doméstica, sólo preocupándose de la macro economía. Es decir, de aquella economía en donde el trabajo es un factor económico y los trabajadores una mercancía más que, según su concepción, debe estar dispuesta a aceptar las reglas del juego de la flexibilidad laboral y la inseguridad social en post de la estabilidad económica. Su concepción de una sociedad exitosa es aquella donde las cifras macroeconómicas son favorables para toda la sociedad, esa es parte de la misión del disciplinamiento social del capitalismo neoliberal: hacernos creer que esas cifras macroeconómicas son un reflejo de toda la sociedad y que los beneficios de una macroeconomía en crecimiento llegan, por tanto, a todos/as los integrantes de la familia trabajadora.

La centralidad en el número de empleos que le han dado los dirigentes de la alianza y la «nueva» «mayoría» está dada por esa visión del mundo, donde lo importante son las altas tasas de ganancia y el mantenimiento de un orden excluyente que hoy impera en Chile, en detrimento de la seguridad laboral y el reconocimiento por parte del Estado de los derechos sociales que hoy reclaman diversos actores colectivos. Esto es posible porque quienes participan del círculo de la opulencia no han sido afectados por la implantación de este modelo económico, social, cultural y político.

Luego del golpe de Estado, un sector importante de la vieja elite política que fervientemente formó parte del proyecto de la Unidad popular, sufrió un proceso de conversión ideológica que los llevó a seguir la conducta de judas, es decir, negar aquello en lo que fervientemente creían, con el objeto de obtener jugosas ganancias materiales. Junto con este proceso de conversión, fueron formados académicamente en la ortodoxia neoliberal que, durante la década de los 80’s se convertiría en la doctrina económica dominante tras la obtención, en el año de 1976, del premio Nobel de economía por Milton Fridman, economista monetarista que ha sido el principal y más influyente economista neoliberal.

Tras la salida pactada de la dictadura cívico-militar fue ese grupo de «compañeros» conversos a los principios neoliberales quienes se encargaron de la administración del Estado continuando la tarea de la dictadura, ahora bajo un clima político de estabilidad capitalista que permite reproducir, en un clima de normalidad, el contexto necesario para una mejor explotación de los trabajadores y trabajadoras.

Si los trabajadores y trabajadoras queremos garantizar la existencia de una sociedad justa y de un trabajo digno debemos, necesariamente, desprendernos de aquellos principios rectores de la visión del mundo de las clases dominantes, de los empresarios y sus partidos políticos. Eso supone la necesidad de articular una concepción de mundo independiente de las clases dominantes, es decir, el reconocimiento de que los intereses de los trabajadores son irreconciliables a los intereses de los empresarios, que la ganancia de los empresarios se basa en la explotación de los trabajadores y que el sostenimiento de este modelo excluyente, opresor y explotador requiere la desorganización de los trabajadores y la ausencia de una alternativa política real del mundo del trabajo capaz de desenmascarar a los dos conglomerados de partidos que acá hemos señalado y que se presentan como defensores de los intereses en general, cuando, en realidad, lo que defienden son sus privilegios, algo muy distante al interés de las mayorías, hoy en una grave situación de endeudamiento e inseguridad social y laboral.

Desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores y trabajadoras es necesario el surgimiento de una alternativa política viable, es necesario el robustecimiento de las organizaciones sindicales y su politización que permita comprender la necesidad de pasar de la resistencia económica a la propuesta política. En ese sentido la izquierda política chilena está en deuda con los trabajadores y en la medida que no sea capaz de superar sus debilidades, a la par de un fortalecimiento del movimiento asalariado, seguiremos estancados dejando que los lobos con piel de oveja sigan hablando del número de los puestos de trabajo, mientras seguimos con los pies en el barro.

La tarea es clara: luchar por construir una alternativa real que termine con la alternancia en el poder de los partidos que han demostrado defender los intereses del empresariado. Para ello es ineludible la articulación de un amplio movimiento social y político que debe comenzar por juntar lo hoy disperso, la izquierda política y las organizaciones sociales. Primero, en espacios de articulación regional y en un segundo momento en un amplio movimiento de masas que imponga la unidad como un camino ineludible para la conquista de las demandas que van en línea de los intereses de los trabajadores y las mayorías hoy olvidadas, esos intereses que poco a poco y de forma disímil se han ido imponiendo, al calor de las diferentes luchas sociales y políticas, en nuestra América morena.

Notas

1/ Cabe señalar que parte importante de los nuevos trabajadores que han iniciado su vida laboral desde la década de los 80 no han conocido otra forma de trabajo que no sea la precaria basada en la subcontratación. Por ello es necesario desnaturalizar esta forma inestable y nociva- desde el punto de vista de los trabajadores- de vinculación laboral. Hay otras formas posibles de empleo, en donde los trabajadores sean respetados y puedan ejercer sus derechos colectivos para resguardar sus interés frente a la voracidad empresarial, sin embargo, esto hoy no es posible por la debilidad del movimiento sindical (tendencia que en los últimos años muestra signos de retroceder), la legitimación legal del subcontrato por parte del gobierno de Ricardo Lagos y el mantenimiento del código laboral de la dictadura por parte de todos los gobiernos que han existido desde los años 90, es decir, los gobiernos de la concertación y de la alianza por Chile.

2/ Comprendemos por círculo de la opulencia a un hermético y reducido grupo dirigente que posee un nivel de vida privilegiado y que lo sostiene gracias a la pauperización de la mayoría. Este grupo posee vínculos familiares, ya que se casan entre ellos; culturales, gozan de un alto capital cultural excluyente que se basa en su capacidad de consumo; y geográficos, todos viven en zonas aisladas denominadas del barrio alto. El denominador común es la presencia de altos ingresos ya sea por medio de las ganancias empresariales basadas en la explotación de los trabajadores, la explotación de grandes extensiones de tierra, por medio de la obtención de una renta; los altos salarios obtenidos por las gerencias empresariales o… por medio de los viáticos obtenidos de la dieta parlamentaria. 

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