Luego de los acontecimientos de protesta y violencia desatados el 29 de marzo durante la conmemoración del Día del Joven Combatiente, en el que se recuerda a los hermanos Vergara Toledo, asesinados durante la tiranía militar, podemos concluir varias cosas: Lo primero que habría que decir es que conmemorar el día del combatiente es un […]
Luego de los acontecimientos de protesta y violencia desatados el 29 de marzo durante la conmemoración del Día del Joven Combatiente, en el que se recuerda a los hermanos Vergara Toledo, asesinados durante la tiranía militar, podemos concluir varias cosas:
Lo primero que habría que decir es que conmemorar el día del combatiente es un acto de justicia histórica con todos los jóvenes que dieron sus vidas por la libertad de Chile al optar por la militancia activa y las legítimas formas de lucha que se debieron emprender en contra de los asesinos y torturadores comandados por Pinochet. Parece que hoy la Alianza, la Concertación y los periodistas se olvidan que los militares incluso adiestraron perros para violar mujeres; entonces, qué querían, que se le respondiera a la DINA y CNI con pétalos de rosas. La acción armada y de masas en defensa propia es absolutamente legítima ante sucesos como los que se desarrollaron tras el 11 de Septiembre de 1973.
Lo segundo: Es claro que la prensa, sobre todo la televisión (manejada por la derecha empresarial), le dio tribuna como nunca a la conmemoración del 29 de marzo durante los días anteriores. Esto porque sabía que era la ocasión indicada para que se sumara, a las protestas que ocasiona esta fecha en las universidades, la rabia contenida de la gente debido a las humillaciones sufridas a manos del Transantiago, teniendo además como ingrediente perfecto el latente conflicto de los estudiantes secundarios. Ante este panorama el más perjudicado sería el gobierno, tal cual como sucedió. La astuta derecha pavimenta el camino hacia la Moneda, aprovechándose hoy de la poderosa influencia de la televisión en el inconsciente colectivo así como antaño se aprovechó del látigo de los patrones y de las balas de los militares para conquistar sus fines. Eso sí, hay que dejar muy en claro que las demandas de los estudiantes y la rabia de la gente por el Transantiago, independientemente de la utilización que les dé la derecha, son absolutamente razonables y el pueblo está en todo su derecho a protestar en las calles y manifestarse con fuerza. También aclaro que no justifico los saqueos ni defiendo al gobierno, pues éste solamente está cosechando lo que se merece por su insistencia en gobernar para los ricos y las transnacionales, fomentando el saqueo de nuestros recursos naturales.
Lo tercero: La prensa (nuevamente), hace gárgaras con la delincuencia y los saqueos, por cierto injustificados, pero sociológicamente explicables, pues son producto de la pobreza a la que está sometida la clase trabajadora en Chile, sobre todo en las comunas más periféricas. La realidad es ésa, a pesar de que las autoridades hablen constantemente de que somos un país próspero; la prosperidad es para los empresarios no para la clase media ni baja. Estas situaciones tarde o temprano producen estallidos sociales. Por otro lado, no podemos negar la acción de delincuentes, pero son los menos, y la delincuencia no ha nacido por arte de birlibirloque, sus orígenes están en la explotación del hombre por el hombre, aunque a algunos esta expresión le parezca parte del pasado. Los conceptos mantienen vigencia en la medida que la realidad se refleja en ellos. En otro sentido, los panelistas de TV se preguntaban con rostros de asombro y consternación fingida al ver un chico lanzando piedras: ¿Oh, sabrá ese niño porqué lanza piedras? ¿Qué sabe del día del joven combatiente y a qué se debe? En fin, una suma de idioteces. Los estudiantes, por poca edad que tengan, son más inteligentes de lo que se piensa; dichas interrogantes sólo obedecen a la intención de bajarles el perfil y hacerlos aparecer como tontos útiles o niñitos mal enseñados por sus padres. Pero qué más se puede esperar de la televisión chilena sino ignorancia, sumisión a la iglesia e hipocresía. Ricardo Claro y Sebastián Piñera, por ejemplo, son los dueños de las almas de Mega y Chile Visión, respectivamente.
Lo que debemos rescatar de todo esto es que la llama de la justicia no está apagada, aunque el cuarenta y cinco por ciento de los chilenos sean momiachos de alguna manera. Es cosa de recordar las cifras del plebiscito de 1988 y de las últimas elecciones presidenciales. Tampoco debe desalentarnos la actitud apoltronada de los senadores y diputados de la Concertación. Existe un inmenso contingente de ciudadanos no inscritos en los registros electorales que no comulgan con este sistema, son ellos los que deben inducir a los cambios desde la movilización en las calles para reclamar por sus derechos. Eso es legítimo, como legítima es la poesía del Día del Joven Combatiente.