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Dialéctica y mercado

Fuentes: Rebelión

Los marxistas, los que lo somos, lo sentimos o aspiramos a serlo, debemos cuidar muy bien de seguir «la línea» (1) de un pensar dialéctico. Como parte de ese intento, hay que continuar con el espíritu del sospechar, del poner todo en tela de juicio (2). En esa búsqueda por trascender esa coseidad del mundo […]

Los marxistas, los que lo somos, lo sentimos o aspiramos a serlo, debemos cuidar muy bien de seguir «la línea» (1) de un pensar dialéctico. Como parte de ese intento, hay que continuar con el espíritu del sospechar, del poner todo en tela de juicio (2).

En esa búsqueda por trascender esa coseidad del mundo (Acanda, 1998), hay que cuidarse mucho del lenguaje. Dado que este es un aprisiona el pensamiento y lo conduce a un esquema lógico (Hayes Martínez, Rebelión, 2018), entonces los sistemas que se construyen a partir de sus signos deben ser revisados con mucho cuidado. Puede, el pensar dialéctico usar un sistema de signos que no le corresponden. Estos, como piezas de un mecanismo, crean un sistema bajo dinámicas diferentes a las que pretende la dialéctica. Por eso, el marxismo dialéctico para que reproduzca este pensar, debe usar las categorías con el contenido propio de este.

Una de esas palabras a rescatar, y cuyo peso dentro del engranaje teórico de Marx es importante, es mercado. Este, ha sido secuestrada por el positivismo, dándolo una connotación y contenido económico, al cual, el marxismo, en pocas ocasiones ha logrado escapar. Ya, en otro artículo, cuestioné tal forma de entender el mercado (Hayes Martínez, Rebelión, 2018). Sin embargo, considero necesario continuar la exposición sobre dicha cuestión, en aras de esclarecer algunos elementos.

Para romper con el concepto de mercado imperante hay que romper con la identidad, y con esa metafísica de la presencialidad (3), o la doctrina del ser que cuestiona Hegel en la historia de la filosofía, que llevan consigo la crítica a la idea del fundamento, del contenido en la filosofía metafísica.

Esto significa, que de una forma u otra el concepto de mercado ha estado asociado a una identidad. Es decir, este ha sido visto como tal, como una «caja», un «molde» conceptual que se le prueba a determinadas formas, y las que no se ajustan no son mercado.

Así, este es, esa forma de intercambio donde se compra y se vende, y esto se hace con dinero. Esto se entiende en una visión cosificada, dígase fetichista (Hayes Martínez, Rebelión, 2018) de la realidad, es decir, en una interpretación que no llega a comprender las relaciones que están detrás. Por lo que, el mercado es -desde ese enfoque- ese mecanismo donde interviene la identidad dinero y la identidad mercancía. Entonces, al ser los elementos que la conforman, identidades, este termina por ser un mecanismo, de identidades, es decir, la otra identidad que cierra un sistema de identidades.

Por eso, esa aseveración que solo en el capitalismo ha habido mercado dominante, ya que solo en este ha habido las identidades antes mencionadas. Dichas identidades, son a partir de la teorización de su coseidad: 1-dinero como corporeidad papel-moneda, 2- mercancía como objeto físico para el cambio. Cabe destacar que estas identidades son armadas en los marcos del capitalismo, lo cual conduce a construir una identidad del mercado desde la especificidad de este capitalismo, y donde no se cumpla esta -en todo lo anterior al capitalismo- no hay mercado.

Ese razonamiento, no deja de ser coherente. Pero como toda verdad existe en los marcos de la teoría que la produce (Hegel), esto es coherente con la tradición de la filosofía basada en la identidad. ¿Qué pensar desde la dialéctica?

Hay que empezar recordando la fuerte crítica que hace la dialéctica a la lógica basada en la identidad. Por eso, no es muy dialéctico pensar en términos de identidades para explicar un concepto.

De ello deriva el problema del principio y del contenido. La dialéctica hace de ese contenido las relaciones. Por lo que cualquier categoría no puede pensarse como una identidad con la cual se compara la realidad y ver su «igualdad».

Por otro lado, aún entendiendo el mercado como relaciones, puede esto llevar a un error. El de nuevamente intentar ponerle un contenido a las categorías. Hacer esto, en buena ley es fijarle -delimitar- la categoría a un grupo de determinaciones, acotando su desenvolvimiento. Es decir, una categoría con contenido específico queda encerrada por los marcos de este contenido, impidiéndosele trascender.

Habría que recordar, que en la dialéctica, la introducción de ese contenido categorial, es algo que emana del propio devenir de esta, y es lo que dará la constitución (4).

De ahí, que al establecer una categoría, al circunscribirla a determinado periodo histórico o modo de producción, evidentemente pude brotar de este el entendimiento de ciertos contenidos de las categorías en esta época, no quiere decir que ese sea para todas las épocas.

El hecho de que cualquier categoría de la dialéctica sean relaciones, quiere decir que han existido siempre (5), dado que las relaciones han existido siempre. No existe ese mundo de humanos no relacionados. Decir que en una época algún tipo de relación no existió es asumir esas relaciones basadas en una identidad específica.

Eso es lo ocurrido con el mercado. Se entendió dentro de la división positivista de economía, sociedad y estado. Ahí, este son relaciones de las identidades del mercado capitalista (dinero, mercancías, etc).

Dado que no se debe usar identidades, y la dialéctica es tautológica, transparente y vacía(Lefebvre, 1970), esas relaciones han existido siempre, y han adquirido un carácter diferente en cada época. De la misma manera que Marx dice que la racionalidad ha existido siempre lo que de diferentes formas, y que la libertad ha existido siempre, el mercado ha existido siempre, como la forma de intercambio que han usado siempre los hombres, claro está, sin llamarle mercado y sin esas identidades que usamos hoy. El negarlo es usar una identidad como punto de partida, error de representación que la dialéctica no se puede permitir, porque la convierte en el pensamiento que intenta superar. Para evitarlo, esas relaciones de mercado, deben entenderse en cada época con el contenido y significación propia de cada una, sin tomar como punto de mira el que adquiere en esta.

Bibliografía y Notas

Acanda, J. L. (1998). La confluencia que se frustró: Psicoanálisis y Bolchevismo. (14).

Derrida, J. (1989). La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas.Conferencia pronunciada en el College international de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore) sobre «Los lenguajes críticos y las ciencias del hombre». En P. Peñalver, La escritura y la diferencia. Barcelona: Anthropos.

Hayes Martínez, M. A. Forma y Movimiento. (19 de 09 de 2018). Rebelión. Recuperado el 10 de 10 de 2018, de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246718

Hayes Martínez, M. A. El problema de Acanda. (20 de 04 de 2018). Rebelión. Recuperado el 10 de 10 de 2018, de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240608

Hayes Martínez, M. A. ¿Qué es el fetichismo para Marx? (07 de 02 de 2018). Rebelión. Recuperado el 10 de 10 de 2018, de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=237605

Hegel, F. La fenomenología del espíritu. Lasson.

Lefebvre, H. (1970). Lógica formal Lógica dialéctica. Madrid: Siglo XXI.

(1) Habría que aclarar que el término línea puede ser impreciso, puede indicar casi una especie de regla fija para el pensar dialéctico.

(2) Idea planteada por Marx, y que ha sido asumida como máxima por algunos marxistas, pero que siendo justos, es parte de la tradición racionalista de la filosofía moderna iniciada por Descartes, quien ya hablaba de ese sospechar.

(3) Concepto expresado por el filósofo Jacques Derrida para caracterizar a toda la metafísica, donde todas ellas, llevan la idea de un fundamento, un centro de su estructura, que terminan por conducir a algo exterior al esquema inicial del pensamiento para dar explicación al fenómeno.

(4) Constitución es un término propio de la dialéctica hegeliana. Indica ese ¨contenido¨ que adquiere una categoría, que es resultado de cómo ella se va determinando a sí misma, a diferencia de esas lógicas que le ponen un contenido a la categoría externo a esta.

(5) No en un sentido de existencia física o material, sino que al determinar una categoría como tal relación, decir que no existe en algún momento, es decir que no cumple con una identidad de esa relación. Para ese entonces, lo que era una categoría basada en relación, se habrá convertido en una identidad, por tanto, se habrá eliminado la dialéctica. Por eso, al decir que algo es relación, entonces, siempre será y fue relación, lo que de diferentes formas, y con diferente constitución (la antes mencionada).

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