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Diario íntimo de Jack el Destripador/13

Fuentes: Rebelión

Para mi fue un momento emocionante haber estado nuevamente en la cátedra de la cárcel de Londres en la que impartiera hace ya muchos años Degollatina I y II e Introducción al Destripamiento y poder impartir una vez más mis conocimientos en el tema.Mi pensamiento vuelve ahora a aquellos años en los que, tras un […]

Para mi fue un momento emocionante haber estado nuevamente en la cátedra de la cárcel de Londres en la que impartiera hace ya muchos años Degollatina I y II e Introducción al Destripamiento y poder impartir una vez más mis conocimientos en el tema.
Mi pensamiento vuelve ahora a aquellos años en los que, tras un hermoso periodo en la comisaria del SOHO, inicié mi actividad como profesor académico.
También las autoridades de la cárcel, sin duda, estaban orgullosas de sus dos facultades criminalísticas.
Y me acordé de todo esto cuando recientemente leí las declaraciones de aquel docto comisario inglés Manny II Paleogeison, en el contexto del tema «crimen y coartada» y que me servirá como punto de partida sobre este tema..
El erudito inglés tocaba el tema del crimen y en referencia a El Estrangulador de Boston señalaba: Muéstrame aquello que El Estrangulador de Boston haya traído de nuevo y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio del cuchillo o de la soga los principios que él observa.
Manny II explicaba así, minuciosamente, las razones por las que la difusión de la violencia es algo irracional. La violencia está en contra de la propia naturaleza de Dios y la naturaleza de la ley y del código penal. Dios no goza con la sangre, los jueces tampoco, menos aún los periodistas. Por lo tanto, para convencer a otra persona de que se avenga a razones, de que respete la verdad y respalde el orden establecido, se necesita la capacidad de expresarse bien, tal y como yo lo hago en este diario; y de razonar correctamente, igual que yo acostumbro; y no recurrir a la violencia ni a las amenazas, ni siquiera a las del infierno.
Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los músculos ni a los instrumentos para golpear, ni a ningún medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte.
Y si después de tantos años, precisamente ahora, es que vengo a encontrar tan a desmano y tan distante un ejemplo con el que poner de manifiesto mi credo, siempre coherente, y una existencia cristalina en la que ni los rumores pueden hacer mella, no es porque carezca de ejemplos más cercanos, que no los hay, sino porque debe darse por sentado que para El Estrangulador de Boston ni su prédica ni su práctica están ligadas a la racionalidad.
Y lamento el enojo de los familiares de El Estrangulador de Boston, de los deudos de El Vampiro de Dusserfold o de los herederos de El Carnicero de Milwauke por el enojo que puedan causar estas citas que, repito, no son mías ni expresan necesariamente mi sentir…sólo fue que, pasaba por aquí, después de tantos años y, la verdad, me vino a la memoria.
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