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Diáspora trágica

Fuentes: La Jornada

La reunión sobre La Emigración de Recursos Humanos Calificados desde Países de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar los días 17 y 18 de junio pasados en la sede del Sistema Económico de Latinoamérica y el Caribe (Sela), en Caracas, mostró datos dramáticos para el futuro de la región. Comento algunos. El complejo […]

La reunión sobre La Emigración de Recursos Humanos Calificados desde Países de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar los días 17 y 18 de junio pasados en la sede del Sistema Económico de Latinoamérica y el Caribe (Sela), en Caracas, mostró datos dramáticos para el futuro de la región. Comento algunos.

El complejo de relaciones de la economía globalizada abre oportunidades para los países subdesarrollados, pero el esfuerzo que deben llevar a cabo para aprovecharlas es descomunal, dado que ese complejo de relaciones continúa operando mediante el traslado de beneficios desde las naciones pobres hacia las ricas, aunque tales beneficios han sido resultado del esfuerzo de los primeros. Ello ocurre de mil maneras; una, atrayendo el conocimiento que poseen miles de quienes fueron privilegiados con altos niveles de educación, así como el talento de artistas, intelectuales, deportistas y más, que, por ríos, huyen del subdesarrollo buscando mejores rumbos personales.

América Latina y el Caribe (ALC) es la región que experimentó el mayor crecimiento relativo de migrantes calificados entre 1990 y 2007, dice el informe que produjo la reunión: el stock de ALC aumentó vertiginosamente 155 por ciento, seguida de cerca por África y Asia, que registraron un crecimiento de 145 y 152 por ciento, respectivamente. Estados Unidos fue, con mucho, el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que atrajo más migrantes.

En la era de la sociedad y la economía del conocimiento, los países desarrollados compiten entre sí mediante la innovación que deriva del conocimiento, y requieren concentrar la mayor masa posible de población con altos niveles de saberes y competencias; por ello mismo -es el caso de Europa, sobre todo- compiten por la migración altamente calificada, con una política de facilidades y puertas abiertas, mientras que, más aún en nuestros días, siguen una política de obstáculos y puertas cerradas para la población sin calificación. Por supuesto que requieren de esta fuerza laboral que irá a hacer el trabajo sucio que no quieren los trabajadores de los países ricos, pero la demanda por trabajo de este personal sin calificación rebasa con mucho las oportunidades de empleo que hoy se le ofrecen.

Con todo, el personal calificado no vive en Jauja ni mucho menos: casi dos terceras partes de los inmigrantes calificados procedentes de ALC y residentes en Estados Unidos entre los años 2005-2007 se encontraban en segmentos del mercado de trabajo que no les permitían hacer uso completo de sus conocimientos y habilidades.

El desperdicio del grado de formación de los migrantes acentúa esa situación paradójica: mientras los estados de origen pierden estos recursos humanos, las economías receptoras no los aprovechan cabalmente.

En 1990 vivían en las naciones de la OCDE algo más de 41 millones de migrantes que pasaron a ser cerca de 70 millones en 2007. En el primer año, la población con mayor calificación (13 años y más de escolaridad) conformaba 29 por ciento de los migrantes; en 2007 la migración calificada había aumentado a 37.1 por ciento. En el lapso referido la migración sin calificación aumentó 38.8 por ciento, mientras la calificada lo hizo en 111.3 por ciento. Un indicador dramático que muestra nuestra ceguera en materia de política científica y de investigación y su vinculación con la sociedad y los espacios productivos, que exhibe el sangrado favorable a los países desarrollados, y que evidencia cómo vivimos en la era de la economía del conocimiento.

Al revisar los datos, por género, el fenómeno se acentúa. En el lapso referido las migrantes con alta calificación escolar crecieron 127.2 por ciento, frente a 81.6 por ciento de los varones calificados.

De acuerdo con el informe, entre los países de ALC destaca México, que presentó el mayor incremento del stock entre 1990 y 2007 (270 por ciento), cifra que para el año 2007 se ubicó en un millón 357 mil 120 migrantes; en segundo lugar, la población de emigrantes calificados con origen en los países andinos, que creció 162 por ciento entre 1990 y 2007. México es todo un caso: pasó de aportar 3 por ciento del stock mundial de migrantes calificados en 1990 a un 5.2 por ciento en 2007. Ciertamente un récord impresentable.

Los modelos migratorios presentan en la actualidad las formas más inverosímiles que invitan a la investigación; por ejemplo: médicos canadienses emigran a Estados Unidos en busca de mayor paga; éstos son repuestos en Canadá con médicos formados en Sudáfrica; y los huecos sudafricanos son cubiertos con médicos cubanos. Un coctel en el que se mezclan tipos de formación, fenómenos económicos, factores políticos y acaso actitudes raciales o racistas.

En síntesis, la migración de recursos humanos calificados muestra un vertiginoso incremento en décadas recientes a escala mundial, y dos son los rasgos característicos de este tipo de migración: una incidencia y un dinamismo mucho mayor que la migración de media y baja calificación, y ha sido, en términos relativos, la que más ha aumentado en las últimas décadas.

En 1990 África era la región con mayor tasa de emigración calificada; en 2007 ALC asume ese lugar: 11.3 por ciento de las personas calificadas nacidas en la región residen fuera de ella. Y en ALC, México es el number one. ¡Qué maravilla!