Los embajadores y diplomáticos deben tener como su misión principal estrechar las relaciones y la colaboración entre sus respectivos países y las naciones receptoras, sin embargo, en el caso de los de EE.UU. para nada ocurre así.
Washington instruye a sus funcionarios, en la mayoría de las capitales, inmiscuirse en los asuntos internos de los Estados en beneficio de sus intereses, lo que constituye una violación de las normas y leyes internacionales.
Un ejemplo, de tantos, es Cuba, donde pudimos constatar, durante una reciente visita, como el encargado de negocios de EE.UU. en La Habana, Mike Hammer, se pasea por la isla caribeña alentando la desobediencia civil y la subversión interna.
Lo hace igualmente desde su propia legación diplomática, a través de las redes sociales, lo que demuestra que su objetivo es difamar y mentir sobre el pueblo cubano, y atacar a su Revolución con la intención de derrocarla.
Ese ha sido siempre el propósito de Washington, que impide con su conducta injerencista y su arreciado bloqueo económico, comercial y financiero contra el decano archipiélago del Caribe, los vínculos normales entre dos vecinos muy cercanos geográficamente.
Pero como si fuera poco, se conoce de las presiones que lleva a cabo la Casa Blanca a través de sus embajadores y representantes en terceros países para cercar y pretender aislar a la mayor de las Antillas.
Es bien sabido también que Washington ha enviado recientemente documentos, intentado chantajear a diversos gobiernos, para que prescindan de la ayuda humanitaria y atención sanitaria que prestan las brigadas médicas cubanas a numerosos pueblos de los cinco continentes.
El prestigioso Ejército Pacífico de Batas Blancas de la isla es diana actualmente de una campaña de calumnias sin precedentes desatada por el régimen del mandatario Donald Trump, y muy particularmente por su secretario de estado, Marco Rubio.
Por supuesto que la respuesta recibida no ha sido la esperada por Washington, que con su postura agresiva hacia Cuba se gana cada vez más el rechazo mundial.
A diferencia de Hammer, la mayoría de los diplomáticos acreditados en La Habana laboran en beneficio de ampliar las relaciones bilaterales en todas las esferas.
Uno de los más activos es sin duda el embajador de China, Ma Hui, a quien puedes ver por todo el territorio nacional apoyando proyectos en beneficio de Cuba y de los nexos mutuos, lo que le ha hecho ganar respeto y admiración.
Hui es considerado un trabajador incansable, y un paradigma de la diplomacia a seguir en momentos en que el convulso mundo de hoy necesita de amistad, cooperación y convivencia pacífica.
¿Aprenderá EE.UU. alguna vez la lección de que sin injerencias y conductas pendencieras y belicosas se gana más? Sinceramente creo que no.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.