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Directo al grano

Fuentes: Juventud Rebelde

Un incremento de los precios del café se aplica desde enero con la esperanza de devolver el esplendor de un cultivo muy demandado en el mercado doméstico e internacional. Pero, ¿será solo con esa medida que se resolverán los problemas en una actividad agrícola cuyo decrecimiento casi toca fondo?

Con el cantío de los gallos, Karín Borges se levanta de la cama y busca en el éter el inconfundible aroma mañanero que le llega de la cocina. Como quien a esa hora se hace el «chivo con tonteras», disimula su pereza con la acostumbrada pregunta: «¿Ya está el café?». Y desde el rincón de los sabores, la respuesta de su esposa Aimé, sin dudas afirmativa en mejores tiempos, empieza a deslizarse con la sombra de un reclamo: «…averigua primero si tenemos café».

La perspectiva de amanecer sin saborear una buena taza del brebaje asusta a este hombre nacido en las lomas holguineras de Calabaza de Sagua, cobijado por una familia dedicada en cuerpo y alma a los secretos de ese cultivo.

«Cada vez resulta más complejo garantizar la coladita del próximo día», sostiene este camarógrafo de la televisión guantanamera, asaltado en sus andanzas periodísticas por los recuerdos de mejores épocas para el demandado renglón agrícola.

Como muchos cubanos, Karín comprende que cuando los cafetales lloran su lamento se percibe en las despensas familiares, y por supuesto en la economía nacional. Según un reciente reportaje de la Televisión Cubana, nuestro país importa unas 20 000 toneladas de café anualmente, para asegurar la alta demanda de su mercado interno, mientras las producciones del cerezo en el archipiélago permiten asegurar solo un exiguo por ciento de esa demanda.

En las últimas décadas las producciones del grano experimentan retrocesos continuos, debido a la pérdida de competitividad por el bajo precio del café en relación con otros cultivos, como la malanga y el plátano; la insuficiente concreción del programa de reordenamiento cafetalero, con sus exigencias de rehabilitación (reposición de las plantas que se malogran) y renovación de áreas (plantar de nuevo el cafetal, generalmente por envejecimiento de las plantas), la carencia de viveros para su fomento, además del azote casi permanente de fenómenos climatológicos de todo tipo.

Este diario examinó el asunto desde la perspectiva de productores, directivos y otros especialistas en las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo, que juntas aportan alrededor del 70 por ciento de la producción nacional, y de estas la más oriental, por sus características de suelo y clima favorables a ese cultivo, exporta el mayor volumen del grano en el país.

Café santiaguero

Santiago de Cuba, territorio que aporta entre el 30 y 35 por ciento de la producción de café del país, cumplió en la cosecha pasada con sus planes productivos de más de 1 500 000 latas; sin embargo, atendiendo a las potencialidades existentes, los especialistas valoran la contienda como una de las más bajas de su historia.

Y es que a pesar del favorable resultado, que algunos interpretan como evidencia del inicio de la recuperación cafetalera en el territorio, aún son palpables las trazas de la depresión sufrida por ese renglón exportable en los últimos años, evidenciada en un paulatino decrecimiento productivo.

Con independencia de la discreta inyección de recursos que recibió el sector a partir de 2004, como parte de una estrategia nacional que a tono con la recuperación económica del país buscaba retomar la renovación del cultivo iniciada antes de la década de los 90, sus signos vitales están marcados por una comunión de factores adversos.

Rolando Ramos Jiménez, jefe de Café en la Delegación Provincial de la Agricultura y especialista de gran experiencia, considera que el decrecimiento de la producción cafetalera en Santiago de Cuba durante el último lustro es consecuencia del bajo nivel de transformaciones experimentadas en sus añejos cafetales, que detuvo la renovación de plantaciones con una edad promedio de entre 60 y 70 años y prohijó la despoblación y depauperación de las plantas.

Precisa el experto que a esa realidad se unen la escasa atención agrotécnica al cultivo durante la década de los 90, como consecuencia de los rigores del período especial, y los efectos de las intensas y prolongadas sequías y ciclones, que como maldición natural afectaron al territorio.

El especialista explicó que a todo lo anterior se le sumó la llegada a la provincia de una plaga devastadora como la broca del café, que afecta cuantitativa y cualitativamente al fruto que, según informes del ramo, cerró el año 2009 con un índice de infestación del 4,60 por ciento.

En Santiago de Cuba, que llegó a alcanzar la cifra récord de acopio de 4 200 000 latas en 1982, se perciben las secuelas del éxodo hacia las ciudades de fuerza de trabajo de las serranías y del envejecimiento de las trabajadoras y trabajadores que se quedaron, lo cual obliga hoy al empleo de fuerza movilizada para garantizar las cosechas.

Enfatiza Ramos Jiménez las notorias afectaciones de la industria de beneficio donde, por déficit de piezas y recursos, hoy funcionan solo 79 de las 98 despulpadoras con que cuenta la provincia.

Los rendimientos de las más de 28 000 hectáreas de café en producción hoy en la Ciudad Heroína, como en todo el país, son igualmente bajos y también ha disminuido la productividad, hecho que el especialista relaciona con el escaso aprovechamiento de la jornada y permanencia en el campo.

El jefe de Café de la Delegación santiaguera de la Agricultura ve la nueva medida del alza de los precios al productor como una vía para motivarlos y hacer que regrese al café mucha gente que hasta ahora había dejado de estar atraída por el cultivo.

Precios nuevos, ¿vida nueva?

Cuando a mediados de enero de 2010 entró en vigor una nueva resolución con un novedoso esquema de precios para pagar la lata de café al productor, ya la zafra había terminado en Maisí, el municipio cubano mayor productor de este grano. Sin embargo, según datos verificados con especialistas del Grupo Empresarial de Agricultura de Montaña en la provincia, los campesinos, alentados por la nueva retribución monetaria, aportaron de inmediato unas 16 toneladas de café con las que no se contaba ya.

En lo adelante nadie volvió a mencionar la palabra abandono. En recorrido por áreas cercanas a la Máquina y Vertientes, dos importantes emporios cafetaleros de ese municipio del extremo oriental, confirmamos el entusiasmo que despiertan los nuevos precios.

Ricardo Matos, de la CCS José Martí, considera que son verdaderamente competitivos en relación con otras producciones. «Los campesinos están sembrando más, les reportan mejores dividendos, y si se incorpora con la familia a recogerlo, las ganancias quedan en casa; eso favorece las atenciones culturales, la poda, el deshije, la regulación de sombra y el sellado de las áreas con plantaciones mucho más jóvenes», opina Matos.

Eduardo Zorrilla Romero, director de la Empresa Municipal Agropecuaria de Maisí, informa que la cosecha pasada fue una de las más bajas de la historia en el territorio. «Terminó al 58 por ciento del estimado; entregamos 529 toneladas, de 972 previstas», puntualiza.

Por un lado, el directivo asume que el café no rindió lo esperado: «Se había planificado un rendimiento de 3,8 libras por lata y alcanzamos 3,61, lo cual obligó a incorporar mayor cantidad de granos a una lata para alcanzar las 28 libras que promedia esa unidad de medida». Por otro, señala las insuficiencias con el estimado que no respondió a la realidad de la cosecha, debido, a su juicio, a la escasez de precipitaciones justo cuando tuvieron lugar las últimas floraciones del grano.

Sin embargo, Zorrilla Romero reconoce que el estimado es un asunto al que debe prestársele mayor atención: «No fuimos todo lo profundo, de modo que arrojara la veracidad para los planes de la zafra; la empresa tiene la responsabilidad, a través de sus estructuras en los centros de gestión y los extensionistas, de caminar, barrer los campos y no quedarse en las guardarrayas», argumentó.

La combinación de mejores precios, una aceptable introducción de recursos en función de la agrotecnia, además del comportamiento favorable de las precipitaciones hasta la fecha, anuncian, en opinión de Zorrilla, una zafra mucho más prometedora. «El estimado es un 17 por ciento superior a lo aportado en esta contienda, a partir de las más de 600 hectáreas que se rehabilitaron o renovaron».

Por otra parte, las señales de recuperación de la actividad caficultora en la provincia más oriental se muestra en el ímpetu por rescatar los viveros, actividad imprescindible para el desarrollo de las plantaciones y que, sin embargo, estaba confinada al olvido. En la provincia, según las autoridades citadas, se prevé alcanzar más de 5 000 000 de posturas, de las que algo más de dos millones se ubican en Maisí para la siembra de 300 hectáreas y la resiembra de otras 921.

Para tales efectos existen en el municipio más caficultor de Cuba unos 35 microviveros en el sector privado, aportadores de 500 000 posturas, y en nueve viveros estatales crece el resto, hasta completar las 2 100 000 enunciadas, que permitirán renovar cafetales con 15 y 20 años de explotación.

«Maisí siempre fue un municipio de excelencia en la producción de este renglón agrícola y son los mismos productores, los mismos terrenos y las mismas áreas; la gente sabe de café y por eso nos corresponde trabajar para aportar en 2016 unas 3 000 toneladas, alrededor de 46 000 quintales más que el récord histórico del territorio, de 2 849 toneladas (1 470 000 latas), que representan 61 091 quintales, alcanzados en la zafra de 1982-1983», enfatiza Zorrilla Romero.

Otros escollos

Por más de 30 años vinculado a la producción cafetalera de Guantánamo, el ingeniero Agrónomo Joaquín Matías Matos, jefe de Producción del Grupo Territorial de Agricultura de Montaña, ejemplifica el decrecimiento cafetalero de esta provincia con los resultados de la zafra que acaba de concluir.

«Fue la más deprimida del último medio siglo, pues solo se acopiaron 381 000 latas, de unas 3 800 000 latas que como promedio se han logrado en cada contienda desde el triunfo de la Revolución», dice el experimentado dirigente cafetalero.

Él opina que ese decrecimiento se mantendrá mientras no se resuelva el problema de fondo: que el que produzca café pueda satisfacer todas sus necesidades y las de su familia a partir de lo que gane con esa producción. Mientras la solución de los problemas financieros del que vive en la montaña dependa de los ingresos de los hijos u otros familiares que no trabajen la tierra, para hacerla producir, entonces pueden aparecer miles de fórmulas, pero difícilmente la solución de fondo, sentencia el dirigente cafetalero.

En tanto un productor de café, con una hectárea de ese grano puede ingresar anualmente 2 500 pesos, y esa misma extensión de tierra sembrada de cultivos varios le aporta en el año 12 000 pesos, es obvio qué producción priorizará, comenta el directivo.

Precisamente por las migraciones del sector cafetalero a otras actividades, o bien mejor remuneradas o menos sacrificadas, aparecieron las incosteables movilizaciones de personas inexpertas e improductivas, que agravaron la desmotivación que ya tenían los productores.

«Este tema de las movilizaciones ahora es más complicado, porque se eliminaron las asignaciones de algunos recursos para atender al movilizado. Imagínese cómo puede atender a 20 o 30 movilizados un campesino que no tiene las condiciones adecuadas en su casa, los hijos se han ido a la ciudad o trabajan en otras actividades que de la ciudad se trasladaron automáticamente a la montaña. ¿Cómo les garantiza el desayuno, almuerzo y comida a esas personas?

«Súmele a ello que si tiene un pedazo de tierra para cultivar viandas, granos y hortalizas o criar animales, deben entregar al Estado una parte de esa pequeña producción.

«Pero encima de todo eso el café tiene un mercado único y obligatorio, mientras si cultiva un poco de frijol o malanga no.

«Se habla también de deficiencias a la hora de hacer los estimados de cosecha, pero yo creo que en una situación de desmotivación como la que se aprecia es muy difícil que se pueda hacer un estimado que sirva cuando depende en parte de lo que el productor declare sobre cuánto aportará», apunta el jefe de Producción del Grupo de Agricultura de Montaña en Guantánamo.

El directivo aclara que desde 2006 el país decidió un importante apoyo financiero para rescatar esta producción, con 13 alternativas de financiamiento a las que puede apelar el productor, de manera que no se trata de una despreocupación estatal al respecto. Lo que sucede, explica, es que resultan sumamente engorrosos los trámites para acceder a unas de esas vías de financiamiento.

Dice que excepto una operación, las demás requieren de no se sabe cuántas certificaciones que dependen no del productor, sino de personal de otras instituciones, que además de demorarse, muchas veces el campesino ni las entiende, porque no se las han explicado lo suficiente.

Al examen de otros escollos en la cadena del café, se suma Rodovaldo Vilanova, veterano dirigente agrícola guantanamero, actualmente responsable de la actividad industrial del café y el cacao que se produce en la provincia.

Vilanova opina que el abasto de agua para la industria despulpadora y el transporte son los dos problemas principales del café en Maisí. En el primer caso en el territorio se materializa un programa inversionista para sustituir las obsoletas despulpadoras tradicionales, por las llamadas ecológicas, menos consumidoras de agua y con índices de contaminación muy inferiores.

Por otro lado, con el reordenamiento del transporte en bases municipales la empresa cedió su parque y se desempeña con el transporte de la estructura productiva: 11 camiones de UBPC, CPA y CCS; sin embargo, ellos demandan 28 o 29 camiones para una cosecha cafetalera que se avizora superior a las últimas cinco.

En esa dirección se encaminó también el ingeniero Joaquín Matos, jefe de zafra en la provincia, al apuntar la necesidad de que las empresas cafetaleras dispongan de su parque de transporte tecnológico, aquel que esté libre de algunas exigencias que establece la base municipal para las transportaciones y que, en resumidas cuentas, garantice el traslado del café en tiempo a las despulpadoras antes de que se fermente o desciendan sus indicadores de calidad.

«Si no se respeta el transporte en función de la tecnología de esa producción, los daños son incalculables», razona el experto.

Si llega bien se exporta más

La cadena empieza por el productor, pero termina en el consumidor y lo que está dispuesto a pagar aquí o en el extranjero por un exquisito café de calidad reconocido mundialmente.

Según Osmel de la Cruz, director general de la Procesadora de Café Capitán Asdrúbal López, la zafra pasada tuvo el mérito de acopiar para el beneficio un 28 por ciento de café de calidad, lo cual superó la cifra de menos del uno por ciento de la cosecha precedente.

En su opinión, la actividad del café requiere una estructura que rectoree o encamine la cadena productiva, de acopio, beneficio y exportación de este renglón. A su juicio confluyen muchas empresas de diversos organismos -ministerios de la Agricultura, de la Industria Alimentaria y de Comercio Interior y Exterior, entre otros- en una actividad muy especializada que posee numerosas exigencias técnicas para alcanzar sus objetivos.

«Pongo por ejemplo la política comercializadora que debe prevalecer. Un vehículo sin las condiciones adecuadas y usado para trasladar productos contaminadores como cemento, pesticidas, u otros químicos, no puede emplearse para trasladar el café desde las montañas de Maisí o Yateras hasta la procesadora.

«Mientras en mejores condiciones llegue aquí el producto más valor podremos agregarle en este eslabón de la cadena, que no está exento de la barrera que supone la añeja tecnología con que se clasifican y preparan las variedades y surtidos para los mercados potenciales», remarcó De la Cruz.

Por los caminos andados en esta indagación periodística tropezamos con escollos, pero tanto productores como dirigentes administrativos y estudiosos confían en que la posibilidad de tomarse una tacita de café llegará a ser un asunto menos engorroso, porque se anda por el sendero que puede llevar a producir sin tantos contratiempos.


Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2010-04-10/directo-al-grano/