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Discriminación, tribus urbanas y mutantes

Fuentes: Rebelión

«La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?» (Proverbio Chino) Una de las cosas que mejor funcionan en Chile es la discriminación. Las personas actúan como aduanas sociales individuales que revisan, chequean, examinan, inspeccionan a los que pasan por sus dominios o atraviesan sus distritos familiares, laborales, personales. Principalmente […]

«La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?» (Proverbio Chino)

Una de las cosas que mejor funcionan en Chile es la discriminación.

Las personas actúan como aduanas sociales individuales que revisan, chequean, examinan, inspeccionan a los que pasan por sus dominios o atraviesan sus distritos familiares, laborales, personales.

Principalmente el cateo social es ocular. Existen niveles que van desde el primario hasta el master en discriminación social con mención en racismo, xenofobia y nazismo para principiantes. El sexismo viene inserto en el equipaje social, en el ADN personal de cada habitante. (Mayoritariamente varones)

Es así como existe un cierto rechazo en el paladar elegante, de ciertas personas que nada tienen de elegancia interna, a la hora de evaluar a seres humanos debido a su origen, religión o género, posición política, credo etcétera.

Es decir, discriminación social, sexual, racial y religiosa. ¿Ejemplos?

Quizás es de Perogrullo, pero yo agregaría a los puntos expuestos, la discriminación Territorial, geográfica ¿Quién vale más? ¿El que vive en la Capital o el que vive en un pueblo? ¿El que vive en Cochabamba o el que vive en Londres? (quizás este punto también va inserto en lo social pero son lujos que un neófito puede darse)

Es un país incuestionablemente traumado por ciertos factores que aceitan el engranaje histórico de la nación a lo largo de casi toda su historia republicana.

Encontramos el modelo militar por un lado y por otro, el modelo aristocrático (obviamente de corte mesurado, insípido y snob) patrones que están cubiertos de la peluda y dura piel de oso machista para plantarse y plantearse olímpicamente como axiomas o verdades absolutas ante la sociedad y dictar cátedra de cómo vestirse o actuar.

La Iglesia indiscutiblemente ha aportado de gran manera en frenar el desarrollo de la humanidad, toda vez que ha inyectado sus dogmas y mitos sobre la población.

En Chile las etiquetas valen más que el contenido, es decir, se juzga el libro por la portada.

La vestimenta debe ser sobria y eso es sinónimo de oscuridad. Ropas oscuras y que no sean llamativas. El pelo corto al estilo marcial, absolutamente ningún adorno en el rostro, zapatos negros y lustrosos, uñas cortas para empuñar mejor las armas y firmar decretos con fuerza de ley bruta. Las mujeres lo menos llamativas posible, ojalá con un velo.

Los verdaderos Patriotas se visten en forma Prudente.

Las mujeres decentes se visten pensando en la virgen María.

Los verdaderos creyentes se visten evitando invocar cualquier pensamiento pecaminoso.

Con la llegada de los españoles la división de clases se hizo sacramento. Trajeron los espejos y con ellos, los complejos. Entonces, la elegante vestimenta de corte europeo fue distinción que delimitó bordes entre clases. La levita fue sublime comparada a un pantalón lleno de remiendos. Aún cuando la fina prenda en cuestión fuese el resultado de la explotación del andrajoso discriminado. Así, se dio paso a la burguesía que heredó la misma manera de delimitar las clases sociales.

Al parecer, la moda o las distintas clases de vestimentas obedecen a un problema económico.

Es muy cierto que los principales culpables, entre otros, son los explotadores y capitalistas, que a falta de cualidades personales (las cuales se contradecirían con sus fechorías económicas y sociales) buscan equiparar o ayudar la carestía de ciertos dones internos, enmascarándose en lujosas y exclusivas pertenencias y ropajes buscando de esta manera mostrar o marcar su supuesta superioridad sobre los demás. En este caso, los pobres.

También es justo mencionar que, tanto laicos, progresistas e izquierdosos, caen en este juego de máscaras y tienden a catalogar a los demás de acuerdo a la indumentaria. Dicho sea de paso, también el ala progresista de la humanidad tiende a disfrazarse en aburridos prototipos que se pasean con el pañuelo palestino al cuello y etcéteras.

En Chile existe una tendencia obsesiva, morbosa, neurótica por copiar y clonar todo, y curiosamente la tendencia es hacia la estupidez, la vulgaridad y la superficialidad. La lectura no es moda. La mejora del vocabulario o la dicción tampoco. (Aún cuando tengamos a los maestros peruanos y bolivianos al alcance de la mano)

Grandes grupos de personas son presas fáciles de expresiones repetidas una y otra vez por algún guasón que tenga tribuna en algún medio de comunicación.

Desnutridos neuronales repiten una y otra vez la manera de hablar o de bromear o de opinar implantada a fuerza de repetición por parte de alguna identidad.

El repetir un chiste, un comercial televisivo, una canción, una moda es el escalón más alto que algunos chilenos pueden aspirar.

Ejércitos de clones caminan por las calles priscos y frescos como el mejor de los mejores.

Lo que es bueno para uno, es bueno para todos. Chasquillas, patillas, pantalones, expresiones, alocuciones y canciones son repetidas por regimientos de loros y papagoyas que se pasean como dueños del mundo.

El que tenga una idea original a la hora del vestir, por ejemplo, que lo disfrute mientras pueda. Si el asunto prende en la gente, la misma gente y grandes y pequeñas compañías tomarán el modelo y lo implantarán sobre si mismos y sobre ávidos ciudadanos que esperan ansiosos algo novedoso, fuera de la rutina.

Es así que algunos jóvenes, amparados en la moda o cierta moda o determinada forma de vestir o de pensar o de socializar, buscan concretizar un cierto concepto de identidad. Por lo general toman una actitud confrontacional hacia la sociedad regulada por los adultos y los tratos discriminatorios que de ella emanan. Soledad social, desamparo familiar, colectivo. Ausencia de nortes y brújulas del porvenir que apunten a algún lugar menos incierto o deshabitado.

Portan máscaras sociales símiles que pueden ser reconocidas por otros miembros del conglomerado, lo cual, aparte de brindarles protección y amparo social, los diferencia de aquellos que adecuan sus rostros y ropas a las situaciones que el sistema planteé en un determinado momento. Es decir, subculturas, dentro de las grandes culturas que blanden en forma más honesta su sentir.

Recientemente han aparecido grupos sociales que se hacen llamar Pokemones, Pelolais y Emos entre otros, en el Chile actual.

Los Pokemones son jóvenes que se visten de una manera estrambótica y bastante llamativa. Situación que No tendría, Ni tiene porque ser un problema o un defecto. Pero siendo Chile un país que se desenvuelve bajo prismas medievales, romper las normas es sacrilegio.

Lo cuestionable del asunto comienza en las raíces de dicha tendencia. A falta de una cultura propia, (o mejor dicho desconocimiento de la propia cultura) a falta de paradigmas nacionales o cercanos, confluyen miles de jóvenes en honrar la figura de un dibujo animado japonés, mitad folclore nipón, mitad fantasía (que tampoco tiene o tendría que ser algo negativo), pero el dibujo en cuestión raya en la superficialidad y la estupidez. Resultando muy acorde al propio accionar de la vida cotidiana de esos jóvenes y del anhelado deseo de explotadores, chupópteros y otras sabandijas.

Cabe mencionar que tendencias, modas e inclinaciones sociales que sean huecas, baladíes, y vacuas son del muy grato gusto de las clases dominantes.

En forma un poco más directa, los jóvenes llamados pokemones son parásitos y polizontes de una cultura y creación externa a falta de talento propio para crear una propia.

Subrayan y acentúan sin un dejo de vergüenza y dignidad, la mediocre y desagradable cultura del clon. La originalidad es una palabra que no existe como vocablo en el Chile de ciertos chilenos.

A la par, la base de operaciones para cientos de ellos son los llamados fotologs, (pronunciado fotoló por sus administradores) En estas bitácoras personales se puede apreciar el egocentrismo de todos aquellos que participan en dichas páginas. Las heridas narcisistas se tratan de curar a fuerza repetitiva de colocar una y otra vez fotos del dueño de la página como así sus intereses más cercanos e inmediatos con la clara meta de ser, ó el más conocido ó el más popular o el más votado o el más comentado.

Ignoran que el conocimiento y acceso que ellos tienen a Internet, podrían usarlo o dividirlo en forma más humana y social. Mitad vacilón y mitad temblor neuronal con epicentro en el cerebro de algunos. Denunciar por ejemplo, las injusticias a que ellos mismos son sometidos, en la falta de oportunidades a la hora de estudiar, la poca atención por padres explotados en sus trabajos. El boicot a compañías de usureros que guardan deudas sangrantes de todo un país y mil etcéteras más.

Grandes masas de jóvenes pobres queriendo sentirse especiales, protegidos, unidos y representados en algún grado o medida al ser parte o partícipe de esta familia social que no tiene críticas y los recibe a todos con buenos ojos.

Los grados de discriminación son tan brutales en Chile, que eso afecta incluso hasta el nombre de las personas. Llamarse Manuel es sinónimo de simpleza o timidez. Hacerse llamar T-Dyron suena mucho mejor y más «cool», Carlos, suena mejor si lo llamamos Krilin. Entre la penetración cultural a través del dibujo japonés (Manga) más la larga bota impuesta por el lenguaje inglés sobre el mundo, tenemos la combinación perfecta.

Y el registro civil ya contempla y comenta la nueva oleada de nombres «especiales» que se han ido registrando en el último tiempo.

Todo el festival de superhéroes, gente especial e incomprendida se corona al ritmo de la música Reaggaton. Estilo musical deformado, al igual que el hip-hop, los cuales, en sus inicios fueron expresiones de denuncia social, hasta ser comercializadas por las grandes compañías, transformándolas en un mero arpegio repetitivo de culos en la pantalla y expresiones desesperadas de corte sexual. Súmese a esto el terrible y espantoso trabajo realizado por MTV, (empty tv) y sus seguidores, en machacar una y otra vez el sexismo más descarado y repugnante sumado a la superficialidad y consumismo como modelo de vida.

El «destape» pos dictadura generó muchas expectativas y en lo cultural, se fueron rompiendo mitos, tabúes y prohibiciones inquisitoriales bajo las cuales el país vivió castigado por casi 20 años.

Y no es que se rebajaran los impuestos a los libros, ni que se impulsaran iniciativas serias para

Erradicar el analfabetismo cultural, ético y humano de los chilenos o que la educación fuese declarada gratuita en todas sus instancias o que la ópera o el ballet fuera declarado actividad gratuita en todo el país.

Pan y circo, esa fue la política cultural impuesta. Vinieron los garabatos permitidos en televisión, las tetas al aire, los culos en primerísimo plano. La cultura de la basura tomó las cabezas por asalto. El exitismo barato en cazar talentos que obviamente no supieran más que bailar o cantar, donde elementalmente ni las canciones, ni los bailes podían tener algún llamado oculto a usar el cerebro, empero las caderas, la garganta y la pelvis inundó las casas y cerebros.

Permitir que ciertos grupos musicales, ciertas personalidades censurados bajo Dictadura (previa compra de principios) tuviesen tribuna en los medios de comunicación, sexo explícito en los programas nocturnos, lenguaje coloquial y callejero en reemplazo del modelo acartonado y cursi impuesto por la dictadura, relajación en cuanto a las cadenas impuestas sobre la vestimenta, el cabello, y el surgimiento y aceptación incipiente de las minorías sexuales, fue el destape cultural a grosso modo.

No hubo más, incluso, los nuevos rostros televisivos, más los bautizados y ungidos bajo la era Pinochet, compiten codo a codo, mejilla a mejilla en la actualidad por hacernos escuchar el evangelio de la vacuidad y la estupidez. Situación que es más funesta en los otros medios de comunicación donde la dictadura sigue incólume atiborrándonos con elevadas propuestas del medioevo.

Entonces, los pokemones, vendrían siendo el resultado híbrido acerbo, del acervo cultural pasado y reinante. Superficiales, cabezas huecas egoístas que sólo piensan en ellos mismos y adoradores del hedonismo. Aprendices sexuales que azotan los prejuicios y juicios con cierto sádico y mordaz comportamiento contra aquellos que los observan o critican. De esa manera se puede entender que las mujeres, protejan su sacrosanta virginidad realizando sexo anal y oral (muy de acorde a los métodos y preceptos velados y escondidos de la iglesia) para mantener el himen intacto y vestirse de blanco alguna vez frente al altar y venerar una vez más las tradiciones machistas-cavernarias.

Que realicen preludios amorosos a nivel público, que se den cita en ciertos lugares como el Cerro Santa Cristóbal o frente a la cloaca pública llamada río Mapocho, para realizar el «Sobajeo» expresión usada para realizar una orgía de mímica sexual en la cual sólo existe el toqueteo pre-coital y no la penetración son actividades comunes para ellos.

La costura despótica impuesta por el sistema se rompe en ciertas esquinas un tanto previsibles, (la juventud) y la falta de una orientación sexual honesta, científica y progresista, un cambio del abanico de mitos arcaicos que se propagan tan fácilmente por entre las calles de la opinión pública, la prohibición del aborto, el escándalo de villorrio medieval en el país producto de la pastilla del día después. El doble rasero de aquellos pervertidos y degenerados que dictan cátedras por el día, pero por las noches dan rienda suelta a todas sus escondidas perversiones y desviaciones. Sumado a la constante y flagrante opresión patriarcal sobre las mujeres ha cocinado, previa receta patronal y empresarial este exquisito brebaje que amarga y espanta a cientos de mojigatos que se llevan las manos a la cara y al cielo, pero jamás al bolsillo para mejorar las condiciones deplorables que la juventud sufre.

Y así, entre imbéciles, rebeldes sin causa, desorientados, pervertidos, inadaptados, es que el sistema contempla, se asquea, pero no tanto tampoco. Sabe que la moda será transitoria y se ha formado un buen ejército de ineptos que no levantarán jamás una revolución estudiantil o social o pensarán mucho en quién o por quién votar a la hora de las elecciones. O sea, gajes del oficio social de explotar, jaquecas colaterales del trabajo sucio de alienar, embrutecer y enajenar a las personas y su avanzada social, la juventud. Misión cumplida, no sólo derrotados, sino que funcionales al sistema.

Además, la idiosincrasia chilena utiliza a la perfección el llamado «chaqueteo» el cual estipula, cual regla sagrada, el denigrar, burlar, apocar, rebajar, escarnecer cualquier intento de originalidad o autenticidad o mejora en los alrededores de la sociedad, siendo esta manera el broche de oro que amarra amarras sobre cualquiera que pretenda salirse del marco impuesto.

Si el grupo social denominado Pokemones es estigmatizado desde las alturas del parnaso de algunos, como gente vulgar, pobres vestidos como payasos, atorrantes dándoselas de modernos, el grupo denominado Pelolais, vendría siendo algo así como la contrapartida por parte de las clases pudientes contra la gentuza que toma demasiado protagonismo en el país.

(Grupo al cual se suman todos los arribistas que no siendo parte del universo de ricos, lindos y famosos, igual cargan con el estandarte social impuesto por la burguesía aunque no les pertenezca).

El prototipo aquí reinante también es un festival de estupidez y superficialidad.

Los cánones a seguir son simples, (como simples las cabezas que lo ejecutan) El pelo, ó cabello para que suene más elegante, debe ser liso, rubio en lo posible, tez blanca, nada de adornos, aros, tatuajes, collares, ni nada que empañe la figura en cuestión. Esta pelolais vendría siendo como la exteriorización de alguna virgen antigua y aria, pero ahora impuesta y presta en el siglo 21.

Sus ropas deben ser mesuradas y sobrias, pero nunca humildes, su desenvolvimiento debe ser prudente pero nunca apocado. Proyección de vírgenes que pasean con celular pegado al pecho (o a los pechos) Segura, encantadora, linda, sonrisa perfecta, uñas jamás presentadas a una lavaza o taza. Lo más encantador de este prototipo inyectado, rentado y martillado por los medios de comunicación es la elegancia y garbo que posee al comprar en parques, mall, tiendas, expendedurías y multi-tiendas. El cenit de su actividad cultural es el «shopping».

Lo más trágico de este paradigma-estigma que se cierne una y otra vez sobre Chile es que, mientras tanto, en otras regiones del planeta, invertir en una peluquería es uno de los mejores negocios que existen dentro del mercado de la belleza. Las tinturas para oscurecerse el pelo, no dan abasto, tanto mujeres como hombres se pasean orgullosos de sus cabelleras negras, aunque sean teñidas. Hay que luchar para conseguir alguna hora o cita en los solarium, y pintarse una piel bronceada, aunque sea artificial. Tener la piel blanca significa ser débil, parecer enfermo, no tener gracia, ni sangre caliente que recorra las venas. Cualquier día de sol es aprovechado al máximo por ciertas lagartijas albinas que buscan desesperadamente teñirse de canela la piel marmórea que poseen.

Mientras tanto, el levantarse los pómulos con un cirujano significa varios millones, igual como oneroso resulta agrandarse los labios.

Pero la clase alta insiste una y otra vez en meter de contrabando, cada vez que pueda, señales racistas o discriminatorias o de prototipos que son su propio tipo, como la panacea o la respuesta última a la pregunta qué es la belleza. (No les da para más en todo caso)

Para que hablar de los Nazis y sus eternas tardes al sol bronceándose también.

Aquí el tema es para entrar de plano en la llamada Dismorfofobia, enfermedad artificial producida y solventada por las grandes compañías que significa, casi literalmente. «Miedo a la fealdad» (tema que trataré extensamente en un artículo que no pienso escribir)

Cuando las emociones son rentables acciones en la bolsa.

Hace muchos años ya que en Estados Unidos, matriz cultural para el planeta tierra, es fácil encontrarse con grupos de adolescentes que tienen la costumbre de publicar fotos de corte sanguinolento en Internet, pasearse mustios, idos y lejanos, llorando por no alcanzar el horizonte.

El principal motivo a exponer es el suicidio. Sangre, cuchillos, chicuelas de pechos firmes, nalgas saludables, pero con las muñecas sangrantes proliferan por doquier.

Y estos, mutados, mezclados, combinados en distintas sub-tribus se desenvuelven como Góticos, medievales, vampiros y el mandinga como apoderado, depresivos compulsivos, emotionals kids y otras rarezas para los cuales falta un diccionario de neologismos.

No es difícil encontrarse con infinidad de jóvenes que presentan hileras interminables de cortes en sus brazos y muñecas como moda castigo-penitencia en boga.

Y países industrializados, «modernos y desarrollados» observan como se matan sus hijos, niños y adolescente en masa. Como cualquier mañana su pequeñín se va a la escuela y mata a sus compañeros o profesores.

El club del suicidio, Morir es la meta, concretizado en que después de la muerte se pueden obtener ciertos poderes más allá de la tumba y todo aquello que ostente un nulo respeto a la vida es la consigna. Situación que se repite una y otra vez en países que, curiosamente, son los mismos que producen y propagan ciertas modas que llegan a estas lejanas aldeas.

Las tasas de suicidio en Japón y Estados Unidos no pueden ser menos que alarmantes. Al parecer existe un vacío gigante que genera un desierto de separación entre hijos y padres. Niños que lo tienen todo, menos afecto, donde los ascendientes no son más que máquinas que producen dinero y éste es su único objetivo y preocupación en la vida.

De todos los grupos, este podría ser el más cuestionado debido a su paradójico planteamiento. Llorando al ritmo del hard-rock, parece un tanto difícil de creer o de entender. Pero cada loco con su tema, sin embargo, se devanean entre sufridas, llorones, poseros, poetastros, quejumbrosos, incomprendidas y victimoides, los cuales se pasean sufriendo única y exclusivamente por ellos mismos y nadie más, pero sin olvidar, y aquí va el detalle simpático, la compra y venta de atuendos que hagan juego con sus profundas emociones.

Toda la «emotividad» que profesan, la invierten en su pertenencia más preciada. Ellos mismos. ¿Los demás?

Sin duda, la manera de vestir, No tiene porque ser el elemento único y primordial a la hora de juzgar a una persona. Realizar una acción de este tipo debería ser considerada una de las conductas más criticadas y a la vez erradicadas del género humano.

Lo tragicómico es que hace rato ya que tuvieron su minuto de fama estos y otros grupos en los países desarrollados, donde el vestigio agonizante de ellos, llega al tercer mundo, adaptado por tercermundistas falto de ideas propias.

Los cortes de pelo tipo erizo invertido, ya están pasados de moda en los países ejes de la cultura.

Pokemones, Emos, Screamos, Visual, Oshares (Nótese el aporte a nuestro limitado idioma) se diferencian por un aro de más o de menos o un clavo agujereado en la pera, lengua, una pulsera, ojos pintados, o no pintados. Pero a la hora de exteriorizar sus preocupaciones y fijaciones resultan todos iguales, simples clones de la moda, otro bruto producto, esclavos adictos al consumismo desenfrenado.

¿Quizás estas situaciones son el resultado de la desintegración familiar por el factor económico? Nadie tiene tiempo para nadie, todos están ocupados en hacer y buscar dinero. Y cuando llega la hora de asueto, sólo se sumergen en ese mar muerto llamado televisión.

Tal vez la falta de oportunidades, el puente cortado en el camino hacia un futuro mejor, y una gran mayoría mirando frustrados hacia la otra orilla del sendero.

No hay referentes. Una izquierda sin ningún brillo, no hay a quien querer parecerse, no hay modelos, no hay héroes en un universo de gobiernos de la corrupción que ha asolado chile por casi 40 años.

Sin duda, al mencionar a la izquierda como responsable de esta situación, se puede caer en una actitud paternalista o patriarcal que nadie ha pedido o cedido, pero no le vamos a pedir peras al olmo, la derecha adora la cultura, la pintura, las artes, pero es la partera de la ignorancia, brutalidad y chabacanería.

Las culturas originarias han sido denigradas, tergiversadas y ahora demonizadas, por lo cual, aún falta mucho para que ciertos sectores de la juventud busquen un punto de apoyo y referencia hacia ellos.

¿Qué hacemos? ¿Cómo aportamos a la creación de nuevas corrientes culturales? ¿No será que quizás tenemos el ideario correcto, pero la táctica y estrategia errónea y sólo aburrimos?

Sin duda, el Parkour llegará con un par de años de retraso a estas aldeas, lo más probable, y para ese entonces otras disciplinas, otras modas estarán en boga por allá donde todo es lindo y blanco. A falta de expresiones propias y culturales, a falta de recursos y políticas sociales que inviertan en el arte, la creación y la cultura.

Vastos sectores de seres humanos que no logran satisfacer las necesidades más básicas, generan estados emocionales que se manifiestan de las más diversas maneras.

El vacío cultural existente en esta tierra, es a la sociedad lo que el hoyo en la capa de ozono es en el cielo

La nacionalización de la pobreza es la primera primerísima prioridad del capitalismo.

Modas y tendencias, son meros detalles pasajeros… sudorosos que viajan en el mismo vehículo social que nos tocó tomar, hasta la siguiente parada.