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Discurso de clase y realidad

Fuentes: Rebelión

Las elites dirigentes siempre presentan sus privilegios como algo natural y coincidente con el interés general. Argumentan que la nación y el bienestar de sus pobladores dependen del bienestar de la minoría, de la elite, y por tanto, toda política de reparto de riqueza [1] pervierte el orden de las cosas, incluida la que debe […]

Las elites dirigentes siempre presentan sus privilegios como algo natural y coincidente con el interés general. Argumentan que la nación y el bienestar de sus pobladores dependen del bienestar de la minoría, de la elite, y por tanto, toda política de reparto de riqueza [1] pervierte el orden de las cosas, incluida la que debe ser la moral asignada a los trabajadores, posibilidad que incidiría como ruptura de la estabilidad social, propiciando, además, un reparto del que los menos pudientes, los pobres, la mayoría, ni son merecedores, ni tienen derecho a reclamar.

Estos aristócratas [2] que se jactan de hacer cosas -las que les hacen ricos o/y codearse con los poderosos- quieren hacer olvidar que no se puede separar los actos de poder, de sus consecuencias e intereses, por mucho que intenten venderlos como neutros e inicuos, o simple expresión de dinamismo, del «querer hacer cosas» que dignifica y significa a todo prohombre, para el cual, todo interés empresarial y especulativo es parte natural de su forma de ser, obviando de pasada que, no es neutro el deseo de explotación (enriquecerse a costa de los esfuerzos de otros), así como no lo es la práctica de la dominación, ya que esta es la base para conseguir lo demás.

Los optimates [3] de todos los tiempos ha descalificado cualquier intento de reforma con la aplicación a sus enemigos [4] de los calificativos de demagogo y populista. Más de dos mil años después de la republica romana, se siguen utilizando estos descalificativos por parte de los partidos políticos conservadores, sean liberales o socialdemócratas.

Y es que, la función de la ideología dominante es el apoyo a los intereses de su clase, encubriendo y legitimando su egoísmo detrás de una retórica mentirosa y torticera.

Aducen también los ricos a través de sus pensadores que, como no hay bastante riqueza para todos, es ruinoso redistribuir, ya que, eso acabaría en la igualdad del «todos pobres». Las elites y sus representantes atacan cualquier iniciativa popular acusando de demagogia y populismo a quienes desean poner límites a su codicia y avaricia, por lo que, cualquier protesta es acusada inmediatamente de violencia ejercida por populistas sin escrúpulos, radicales, y anarquistas, que solo quieren destruir la estabilidad que da el Poder establecido -el suyo-, propiciando el caos que desean las gentes incultas y sediciosas.

Como se observa, todo un constructo ideológico legitimador. Ideología, según la cual, las elites ecónomo/políticas tienen una visión social más elevada de la que tiene la propia sociedad, sociedad en la que la mayoría es gente sin preparación, ni altura de miras, además de egoísta; dogma asentado mediante la reiteración de mentiras clasistas, por, y con, todos los medios de los que disponen.

Es la realidad basada en el triunfo de una ética estandarizada, mediante la cual, el capitalismo consigue la fusión interesada de la dualidad que tiene la persona; del individuo con el sujeto [5]. El sujeto social, integrado en cuanto al todo en el que vive bajo unas reglas, educado en el sometimiento, y el individuo anulado que debiera ser crítico, pero es uniformado. Aquí es donde se apoya la elite para su discurso de la incapacidad de las mayorías.

Ante esta situación, se debe salir de la determinación «todo el mundo» que socializa la anulación del individuo, su capacidad de crítica, y hacer la critica a la implantación de la falta de personalidad heiddegeriana que se quiere imponer como condición/obligación con la vida social, ya que, realmente, es una llamada al abandono de la acción social.

No se trata de imponer un discurso y un hacer a los demás, sino de incidir en que todos se constituyan a sí mismos, ya que el capital es mundo, e intenta producir su humanidad.

Se trata de contraponer un discurso ético [6] a ese montaje de falsas verdades con las que el Poder bombardea continuamente a las poblaciones a las que venden nacionalismos egoístas y excluyentes que debilitan y empobrecen a los de siempre, pero que cumplen con la función de distracción al señalar al enemigo exterior y dejar tranquilas a las elites nacionales. Estas mienten y estafan continuamente, sea con una crisis económica que cuesta miles de millones a los menos favorecidos, y a continuación con una recuperación de la crisis, siendo la verdad que, el capital mejora, mas que se recupera, los ricos son más ricos, pero los salarios no libran de la pobreza, sea que, aprovechando el momento, desmantelan la sanidad pública privatizando los servicios dados por esta, aduciendo que es más barato, y se da mejor atención: Mas mentiras. Fomentan la enseñanza privada, pero pagándola con impuestos públicos, criminalizan a la población que les critica, a la vez que piden el voto a los que consideran incapaces de entender las complejidades de lo político/económico, e intentan mantener marginada y sumisa a más de la mitad de la población mediante el apoyo a la forma de dominación, explotación y agresión más antigua: El patriarcado.

Es un todo, y como un todo hay que enfrentarlo. No es una mera cuestión de partidos políticos e ideologías, ni siquiera de una economía egoísta basada en la desigualdad, explotación, y apropiación privada, sino de toda una forma de vivir, de mirar y entender las relaciones impuestas y continuamente renovadas, de ser espejos de lo que desean los poderes. Una persona se llamará a si misma demócrata y estará difundiendo pensamiento liberal, porque, como escribió Virginia Woolf [7]: «Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural [ ] Los Superhombres y Dedos del Destino nunca habrían existido. El Zar y el Káiser nunca hubieran llevado coronas o las hubieran perdido. Sea cual fuere su uso en las sociedades civilizadas, los espejos son imprescindibles para toda acción violenta o heroica. Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse».

Dejemos de ser espejo, y las elites dejaran de serlo.

Notas

[1] «El simplismo marxista y la igualdad social que propugna favorece su asimilación por inferiores mentales y deficientes, incapaces de ideales espirituales, que hallan en los bienes materiales que ofrecen el comunismo y la democracia la satisfacción de sus apetencias animales.. El inferior mental y el inculto encontraban en la política marxista medios de facilitarse la lucha por la vida, al contrario que en cualquier otro régimen político social, especialmente los aristocráticos que fomentan el encumbramiento de los mejores» Vallejo Nájera Psiquiatra militar. 1937.

[2] A ristocracia; del griego ‘aristos’, sobresaliente, y ‘kratos’, poder. Referencia de Platón y Aristóteles a un sistema político encabezado por gente que sobresale por su supuesta sabiduría tras haber cursado estudios superiores. PD. Solo estudiaban los varones ricos.

[3] Los optimates; del latín optimātes,= los hombres excelentes,​ constituyeron la facción aristocrática enfrentada a los populares, representantes del pueblo durante la República de la Roma tardía ; detentaban la mayoría en el Senado. Con sus políticas propiciaron varias guerras civiles, así como infinidad de revueltas.

[4] Así ven a cualquier persona que propicie algún cambio hacia más igualdad.

[5] El individuo no es la individualización que impone la ética imperante. Esta individualización es la interiorización de posturas impostadas*, pero interiorizadas, y tienden a anular el que puedan entran en contradicción la persona/individuo, y la persona sujeto/identidad social..

* Que es falso, ficticio o simulado, aunque parece real

[6] La Ética es elección de comportamiento de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección, desde su misma conciencia y voluntad. La ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente, no como mero espectador, sino desde la responsabilidad individual.

[7] Virginia Woolf. Una habitación propia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.