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Discusiones sobre la clase obrera tradicional y el precariado. Crítica a las tesis del «precariado» y la fragmentación de la clase obrera

Fuentes: Rebelión

Introducción al debate Uno de los principales debates que afrontan quienes pretenden superar el capitalismo es: ¿cuál es el sujeto principal que debe realizar ese cambio?, ¿que sector social encierra la fuerza capaz de desatar esas transformaciones? Y por tanto: ¿cuál debe ser el «destinatario» principal de las organizaciones, partidos y sindicatos que pretendan avanzar […]

Introducción al debate

Uno de los principales debates que afrontan quienes pretenden superar el capitalismo es: ¿cuál es el sujeto principal que debe realizar ese cambio?, ¿que sector social encierra la fuerza capaz de desatar esas transformaciones? Y por tanto: ¿cuál debe ser el «destinatario» principal de las organizaciones, partidos y sindicatos que pretendan avanzar en esa dirección? ¿y bajo qué programa político?

En este sentido los comunistas siempre hemos tenido claro un planteamiento que pudiéramos llamar «clásico»: el capitalismo crea y se nutre de proletariado, despojados, obreros, que conforman una clase, LA CLASE OBRERA o PROLETARIA, formada por inmensos grupos de personas, despojados de la propiedad de la tierra y los medios de producción y que deben vender su fuerza de trabajo para sobrevivir a cambio de un salario, porque no perciben otros ingresos o rentas a costa del trabajo de otros grupos o sectores sociales.

Para los comunistas, la superación del capitalismo es el socialismo, y la clave para la transformación pasa por que la clase obrera conquiste el poder político y expropie a la burguesía y los grandes propietarios, subvirtiendo el orden establecido desde la propiedad colectiva de los principales medios de producción. Al ejercicio del poder por la clase obrera se le llamó dictadura del proletariado, y la lucha debería ser encabezada por el sector más consciente y organizada de la clase (su «vanguardia»), aglutinado en torno al Partido de la clase (esto es el Partido Comunista).

  • Crítica al concepto «clásico»

Desde su formulación, estos planteamientos se han ido desarrollando y adaptando a los cambios producidos en la sociedad, no desechando los principios sino aplicándolos al mejor conocimiento y transformación de la realidad concreta. Por otro lado también muchas teorías han proliferado negándolos o desechando sus tesis fundamentales. Desde Kautsky o Bernstein hasta Toni Negri en la actualidad, numerosas críticas se han planteado contra estos planteamientos clásicos, en especial contra el papel de la clase obrera como sujeto revolucionario principal en el capitalismo.

Así, tal como afirman los textos del XVII Seminario Comunista Internacional 1: «e ste es el caso en 1896, cuando Bernstein pretendió que Marx no había previsto el surgimiento de la clase media. Así sucedió nuevamente en los años de 1920, cuando Kausky juzgó que parte del proletariado estaba lo suficientemente educado para imponer su voluntad a través de las urnas. Así sucedió en los años 1960 cuando Gorz hablaba del «bienestar del proletariado»

Tras la caída del socialismo «real» y el declive de las ideas comunistas, cobran auge teorías que predican «el fin de la historia», la posmodernidad, la preponderancia del individuo sobre el colectivo, la inviabilidad del socialismo como alternativa al capitalismo, etc… Algunos de estos planteamientos entroncan en el debate antes referido con él siguiente enfoque: en occidente y los países «desarrollados», la clase obrera, en especial los «obreros industriales» o clase obrera «tradicional» ya no es el sujeto capaz de realizar la transformación revolucionaria de la sociedad, el socialismo.

Esto que sería un elemento común a buena parte de estas teorías, tiene distintas variaciones en su planteamiento según quien lo formule, y así por citar algunos ejemplos:

Javier Aguera (IU):

«La clase obrera se ha desdibujado en los últimos 30 años. El movimiento obrero que hasta los años setenta (del siglo pasado) podía reunir en su entorno al conjunto de las fuerzas populares, hoy no supone más del 15% de la población. El 85% de la fuerza de trabajo ya no está en la industria. Necesitamos cambiar ese chip y plantear las cosas de otra manera», …»en el conjunto de las fuerzas populares la clase obrera industrial es una pequeñísima parte. Es imprescindible que el resto juegue su papel.

Toni Negri & Hardt:

«Se daba tradicionalmente un papel preeminente a la clase obrera (…) a la vez en los análisis económicos y en los movimientos políticos. Hoy, esta clase obrera ha casi desaparecido del horizonte. No ha cesado de existir, pero ha sido desalojada de su posición privilegiada en la economía capitalista y de su posición hegemónica en la composición de la clase proletaria».

E.J. Hobsbawm:

» Lo que está sucediendo es que, por así decirlo, la clase obrera está desmigajándose, desintegrándose»

  • Crítica a los planteamientos de D. Lacalle

Como militante del PCE estoy familiarizado con las tesis de Daniel Lacalle, que, por lo conocido de su obra, documentos congresuales incluidos, no siempre se posiciona con claridad en el debate antes planteado. Por un lado, podemos leer entre sus afirmaciones, lo que pudiera entenderse como una corroboración de los planteamientos «clásicos»:

«La clase trabajadora española dentro del último cuarto de siglo ha estado sometida a un proceso caracterizado por la continuidad y por el cambio. La continuidad principal es estructural, se refiere a las relaciones entre las clases fundamentales de la sociedad capitalista, propietarios de medios de producción y vendedores de fuerza de trabajo, y está marcada por la existencia de las mismas, la disparidad de sus intereses y la producción de plusvalía por parte de unos, los vendedores de trabajo, la clase como grupo colectivo… tal como establecía Marx en el Libro I de El Capital». (2009, pag. 24)

O

«Las características esenciales del capitalismo apenas han variado a lo largo de la historia». (2009, pag. 47)

Asimismo también es meritorio su especial esfuerzo en recopilar y sintetizar estudios y análisis relativos a los cambios producidos en el seno de la clase obrera y el mercado de trabajo en las últimas décadas en España, como los relativos a la incorporación de la mujeres e inmigrantes, a los cambios en el modelo productivo y el auge del sector servicios, o a las relaciones económicas y laborales fruto de los cambios en las relaciones de fuerza de las clases sociales de las últimas décadas, que llama «precariedad».

Sin embargo, entremezcladas con las anteriores posiciones, nos encontramos con otros planteamientos como:

«El tercer bloque de cambios a señalar es el enorme incremento de los activos procedentes de dos colectivos de trabajadores los inmigrantes y los trabajadores intelectuales, los cuales, de forma similar al otro colectivo emergente de singular importancia, las mujeres, poseen como uno de los rasgos definitiorios de su situación en la sociedad y en el mercado laboral, el que su problemática supera claramente los intereses de clase, trasciende las clases sociales,…» (2009, pag. 27)

O

«Los cuatro poseen problemáticas que superan claramente el nivel de la clase social, son supraclasistas: el género, la edad, la nacionalidad y el nivel de formación«… «esta problemática por encima de la clase…» (2009, pag. 57)

O

«A la vista de los hechos, al plantearse la cuestión de la conciencia de clase surge una pregunta de forma inmediata, conciencia ¿de qué clase?…» … «… esa supuesta vanguardia ha dejado de existir…» … «lo que queda de esa vanguardia de la clase obrera, disminuida hasta no ser más que una minoría del total…» (2009, pag. 61)

En otros casos, las afirmaciones son más ambiguas,como cuando afirma: «La estructura de clases ha sufrido importantes variaciones».

En definitiva Lacalle se posiciona en la línea que habla de la fragmentación-disgregación-desaparición de la clase obrera como sujeto revolucionario principal en el capitalismo y su consecuente pérdida de importancia como sujeto transformador, y el auge en concreto de «nuevos» sujetos:

  • Los «precarios» en especial en relación al auge del sector servicios, que marcaría la fractura principal de la clase en relación a los «no precarios».

  • Los inmigrantes y mujeres.

  • Los trabajadores «intelectuales».

  • Clase y colectivos, el todo y las partes.

Apreciando el estudio de «lo nuevo», no se comparte el enterrar lo «viejo». Reconocer las transformaciones producidas en el modelo productivo (posfordismo-toyotismo o «terciarización»), o en la composición de la clase (mujeres, inmigrantes…) o en los derechos y condiciones de venta de la fuerza de trabajo (reformas laborales, etts, «precariedad»…), no puede llevarnos a desechar lo principal.

Reconocer la existencia de la clase obrera, su unidad, y que la pertenencia o no a ella determinan en lo fundamental el papel individual del sujeto en el conjunto de la sociedad, nos lleva, en el terreno de la política, a otras conclusiones: lo fundamental para la transformación social es el Partido, herramienta para la lucha política de la clase, aglutinando al sector más consciente de la misma en torno a un proyecto socialista, que pasa necesariamente por la expropiación de los grandes monopolios capitalistas y por «intervenir» la acumulación de ganancia capitalista a favor de la mejora de las condiciones de vida del pueblo y la clase obrera.

Por lo tanto el potencial transformador, la energía necesaria, reside en el conjunto de la clase (más que la suma de sus pedazos), la herramienta principal de lucha política es el Partido de la clase (más que las asociaciones de becarios o mujeres por poner dos ejemplos), y el objetivo principal de la lucha es el socialismo, no las reivindicaciones parciales (papeles para todos, por poner otro).

Super-explotación y explotación no es lo mismo

Este último punto merece detenerse un momento: Cuando se denuncia que las mujeres trabajadoras ganan un 33% menos que un hombre o que tienen una tasa de paro muy superior, ¿Cuál es la lucha cómo mujer? Equiparar el salario y la tasa de empleo a la de los hombres, y así limitar la superexplotación.

Cuando se denuncia que un inmigrante sin papeles no cotiza a la seguridad social, cobra menos y trabaja más, tiene menos libertad de movimiento… ¿Cuál es la lucha cómo inmigrante sin papeles? Tenerlos y así equiparar sus condiciones laborales a las del trabajador español…

Y así podríamos seguir enumerando decenas de luchas «parciales» o «sectoriales»… ¿Que tienen en común? acabar con o limitar la super-explotación a la que se ven sometidos como subsector de la clase, con un nivel o tasa de explotación superior a la media o unas peores condiciones socio-laborales, pero no acabar con la explotación en sí. En definitiva ser explotados en mejores condiciones. Al igual que la lucha estrictamente económica o sindical, la lucha contra la super-explotación cabe dentro del capitalismo; la lucha contra la explotación no, porque es el fundamento del sistema. Y la lucha contra la explotación une a toda la clase, tanto a los super-explotados como a los («solamente») explotados.

Fragmentación y «colectivos emergentes»

Ahora veamos el problema desde otro prisma: ¿En qué supera la condición de mujer, inmigrante, joven o analfabeto a la condición obrera o burguesa en la determinación de la posición del individuo en la sociedad capitalista? En nada importante. ¿Y la de precario o «no precario»? Realmente en nada tampoco…

Todos los obreros, trabajadores, proletarios, están despojados de la propiedad de medios de producción que les permita vivir de la explotación ajena o de las rentas. Todos deben vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario o trabajar para vivir. Todos (los que trabajan por cuenta ajena) realizan plustrabajo, por cuanto realizan más del necesario para producir sus medios de vida, y de lo que reciben a cambio en forma de salario o pago. Todos están enfrentados por encima de todo a los capitalistas, puesto que estos (los capitalistas) están interesados en aumentar el plustrabajo realizado por todos ellos, y así aumentar su ganancia disponible, su apropiación material de la riqueza creada por los primeros.

La vida de todos los proletarios está subordinada a la fórmula que describe el funcionamiento de la economía capitalista: [D  M  D´], donde los obreros son la M que el capital compra para producir el incremento de D.

Un peón inmigrante ilegal, como inmigrante ilegal se juega la expulsión (en teoría igual que el inmigrante ilegal capitalista), como peón se juega la vida en el andamio (igual que el peón español). Pero además ¿se juega la expulsión un inmigrante ilegal capitalista? O mejor dicho ¿hay inmigrantes ilegales capitalistas? Es evidente que no. ¿En qué supera su condición de inmigrante su condición de proletario? ¿En la lengua o el idioma y las relaciones sociales? Es evidente que tampoco, sólo hay que ver a la reina Sofía o a Mas Canosa.

Una mujer obrera, como mujer comparte la incapacidad de decidir sobre su cuerpo (según las tesis feministas) con Alicia Koplowitz o Ana Patricia Botín, como obrera trabaja para el enriquecimiento de Koplowitz o Botín al igual que el resto de jóvenes, mayores, nacionales e inmigrantes, universitarios, becarios o analfabetos «curritos». Pero además un obrero (varón) tampoco dispone de su cuerpo libremente, cosa que le une a su compañera obrera, y le separa de su enemigo capitalista varón o hembra. Un obrero no controla la mayor parte de su tiempo ni de sus energías, no controla buena parte de su futuro, no puede planificar libremente su vida familiar a la hora de emanciparse o tener hijos, su «libertad» está subordinada a su condición obrera. Una o un capitalista son dueños de su tiempo, y del de decenas, centenas, miles de obreros. Pueden planificar su futuro familiar casi sin restricciones, cosa que hacen desde bien pequeños en los colegios y las business schools de las principales citys… ¿Qué determina al individuo «mujer obrera»? ¿Ser «mujer»? ¿O ser «obrera»?

Lo que determina al individuo en la sociedad capitalista es su condición de clase, por encima de su pertenencia o no a determinados subsectores de la clase o del pueblo.

  • Precariedad como fractura principal de la clase. Precarios: ¿una clase distinta?

En su obra, Lacalle nos describe un cambio de paradigma socioeconómico en las últimas décadas que afecta al mercado laboral y las relaciones laborales y que determina la principal fractura de la clase obrera: la que opera entre trabajadores «no precarios» (fijos, bien pagados, sindicalizados, con plenos derechos formales, normalmente asociado a funcionariado y servicios públicos o de la industria privada «matriz», varones de 40 años para arriba…) y trabajadores precarios (temporales, mal pagados, a tiempo parcial, sin derechos… asociado al sector servicios y las subcontratas y a los «colectivos emergentes»: jóvenes, mujeres, inmigrantes, TIs).

Si bien el concepto de precariedad tiene su utilidad de análisis y pedagogía a la hora de estudiar los cambios producidos y el análisis de «lo nuevo», este concepto no puede sostener la categorización de una clase distinta o de un «grupo supraclasista» con intereses enfrentados al resto de su clase.

Partiendo la definición de precariedad recogida por Lacalle:

«La precariedad en un sentido amplio se definiría como la inseguridad en el trabajo, y a partir de ahí, y junto con ella, como la inseguridad en las condiciones de vida y en las condiciones de trabajo de un trabajador dependiente cualquiera, sea o no asalariado. Por regla general esta inseguridad va acompañada de, o es debida a, según se prefiera, bajos salarios o ingresos, largas jornadas de trabajo, altos niveles de siniestralidad, dificultades en el acceso a la formación, cierre o inexistencia de promoción profesional, deficientes o deplorables… condiciones en el puesto de trabajo, falta de los derechos laborales legalmente establecidos, o práctica imposibiliad de ejercerlos, que viene a ser lo mismo» (2009, pags. 106-107)

En los documentos del Congreso del PCE se dice que la precariedad afecta a 6-7 de cada 10 trabajadores (asalariados o no), y que:

«… desde un punto de vista objetivo se manifiesta en: el trabajo sumergido, la existencia de salarios que hacen que el trabajador se mueva por debajo de los límites de la pobreza absoluta; el «paro flexible», osea el paso continuo del desempleo al trabajo temporal y viceversa; el subempleo y la sobrecualificación; la inactividad no deseada; los bajos salarios; las largas jornadas, con superación del mínimo de horas extras o sencillamente sin retribuir el exceso; el bloqueo a la formación y a la promoción; la falta de carreras laborales y profesionales; las malas, incluso pésimas, condiciones en el puesto de trabajo; el recorte, incluso la falta de derechos básicos; y otras. La precariedad en el trabajo arrastra a la precariedad en la vida social con pésimas condiciones de alojamiento, fala de acceso a bienes y servicios elementales llevando en ocasiones a la pobreza y a la exclusión social.» (Docs PCE tesis 64)

La categoría «precario» es confusa y describe fenómenos relativos, no absolutos

La yuxtaposición de rasgos descritos convierte a simple vista prácticamente cualquier trabajo en el capitalismo actual en «precario». La falta de medios o problemas de promoción afectan prácticamente a todos los trabajadores p. ej. del sector público, incluyendo jueces o policías. El exceso de horas (se entiende sobre la jornada máxima por ley) convierte en precarios a la práctica totalidad de ejecutivos capitalistas.

Por otra parte cuando se habla de «largas jornadas» o «bajos salarios», se está haciendo en relación a los mínimos y topes legales, formales, pero ello no supone más que diferencias cuantitativas o relativas de plustrabajo, tasa explotación o tasa de plusvalía. Es decir, un trabajador «A» con 40 horas semanales (no precario) y un trabajador B con 60 horas semanales (precario) sigue este esquema, midiendo el tiempo en horas semana y fijando el trabajo socialmente necesario en 20 horas semanales como ejemplo:

Cuestión

Trabajador A – No precario

Trabajador B – precario

¿Está en condición «precaria»?

¿Cumple su relación laboral la ley?

No

No

Jornada laboral / jornada socialmente necesaria

40/20

60/20

Plustrabajo

20

40

Plustrabajo/trabajo necesario = Tasa de explotación, en %

100%

200%

Por definición, todo trabajo asalariado (salvo los ejecutivos capitalistas o personal de alta dirección…) en el capitalismo supone «un exceso de jornada«. ¿Exceso respecto a qué? Respecto al tiempo de trabajo necesario para producir los medios de vida para reproducir su propia fuerza de trabajo. ¿Qué quiere decir esto en el ejemplo anterior? Qué ambos trabajadores están explotados (en el ejemplo, uno al 100%, otro al 200%), ambos realizan plustrabajo, y a ambos la clase capitalista les quiere aumentar el plustrabajo realizado, en definitiva ambos sostienen sobre sus espaldas la acumulación de ganancia capitalista. ¿En qué les separa la categorización «precario», «no precario»? En condiciones relativas de explotación y sociolaborales, no en condiciones absolutas o que supongan contradicciones por encima de su unidad de clase.

Lo que encierra de cierto la «precariedad»

Bajo el concepto precariedad o directamente en relación a él, autores como Lacalle engloban procesos y rasgos que sí se comparten al menos en parte, relativos a 3 aspectos:

I ) Los retrocesos en la correlación de fuerzas en occidente desde los años 70 hasta la actualidad, unido en España a su inserción plena en los circuitos capitalistas internacionales, lo que supuso muy importantes cambios en las sucesivas legislaciones laborales que han tenido lugar, apuntando a la reducción de derechos de los trabajadores, el fomento de la temporalidad en la contratación, el abaratamiento del despido y el coste salarial, introducción de las ETTs… «flexibilización» del factor «fuerza de trabajo» con el fin de perfeccionar su comportamiento como una mercancía de libre compra y venta en el mercado nacional e internacional… etc.

II) Los cambios en el modelo productivo, referidos a:

  1. Aumento de la productividad industrial, y reestructuración de la misma: privatizaciones, Toyotismo, subcontratación, deslocalización.

  2. Auge del sector servicios y terciario en las metrópolis, sustentado en el crecimiento de la productividad y en el superexpolio de las periferias menos desarrolladas.

III) Cambios en la composición de la clase en nuestro país, y en aspectos importantes de subsectores de la misma.

  1. Auge de la inmigración e incorporación al mercado formal de trabajo en sectores como agricultura, hostelería, minería o construcción, etc…

  2. Incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo.

  3. Destrucción masiva de empleo del sector primario (y por tanto de la población rural) y aumento del proletariado urbano. Proletarización social.

Todos estos factores determinan una mayor complejidad en la estructura económica y en la composición de la clase, y una mayor estratificación en cuanto a condiciones laborales, socio-económicas, etc… que no debemos pasar por alto. Es por ello muy importante el papel de las organizaciones transformadoras en las luchas y reivindicaciones parciales y sectoriales.

Capitalismo y «precariedad»

Bajo el concepto precariedad se engloba por tanto el retroceso en las condiciones de venta de la fuerza de trabajo producido en las últimas décadas, debido entre otras razones a la presión del ejército de trabajadores en reserva, las sucesivas reformas laborales, la pérdida de poder e influencia de las organizaciones obreras, etc…

Pero, bien pensado ¿es esta tendencia hacia la «inseguridad» o falta de derechos novedosa? Cuando Marx y Engels describían las penosas condiciones del proletariado inglés de la época… ¿no recuerda en cierta medida a la precariedad antes descrita por Lacalle? ¿No será más bien el endurecimiento de las condiciones de vida del proletariado, la precariedad, una tendencia intrínseca al capitalismo, la norma; y el «estado de bienestar», los empleos fijos y bien pagados, las «bajas jornadas», etc… un espejismo temporal cuya fecha de caducidad ha llegado ya con la caída del campo socialista y el avance del imperialismo y la burguesía a nivel planetario?

Las conquistas de la primera mitad del siglo XX de la clase obrera internacional fueron importantísimas, y costaron millones de muertos. Ello supuso una clara mejora a nivel mundial de las condiciones de los trabajadores y el reconocimiento de numerosos derechos. Los capitalistas hubieron de realizar concesiones, temporalmente, en sus metrópolis. Con el pasar del tiempo y la recuperación de su hegemonía mundial, el espejismo comienza a desvanecerse. Los capitalistas comienzan a mostrar nuevamente sus pretensiones bajo las banderas de la «modernidad», la «productividad», etc…

  • La clase obrera «tradicional» y cambios en el modelo económico

Otro de los argumentos que suelen acompañar a los análisis de estos autores, es subrayar específicamente el declive o desaparición del «proletariado industrial», iconizado en la forma de obrero de «Novecento» o los mineros del 34; la clase obrera tradicional. Para ello se apoyan en el declive de la industria y el empleo industrial en occidente y la pérdida de importancia social de este sector de la clase, así como en la pérdida de importancia de la industria frente a los sectores de la nueva economía en la creación de valor, entre otros argumentos. Sin embargo, estos planteamientos, no parecen acordes a la realidad.

Generación de riqueza y clase obrera industrial o «tradicional»

Hoy como en los tiempos de Marx, l a riqueza en el capitalismo proviene de manera inmediata por la venta en el mercado de las mercancías, por un precio superior a su «coste de producción», pero ¿quién produce estás mercancías y cómo se produce la apropiación del valor que surge en el proceso de creación?

» Es con su trabajo que el trabajador fabrica productos: a partir del silicio, fabrica pieza para el ordenador, a partir del acero, fabrica navíos, a partir de aluminio, fábrica bicicletas, a partir de la madera, fábrica muebles… El valor creado por el trabajo en estos productos (y transformado en dinero en el mercado) es superior al salario recibido a cambio. La diferencia, es lo que se llama la «plusvalía» y pertenece enteramente al capitalista.

» Fabricar plusvalía o hacer beneficio», escribe Marx, «esta es la ley absoluta de este modo de producción». Pero ¿Quién produce la plusvalía en el presente? ¿Todas las personas que venden su capacidad de trabajo por un salario crean igualmente plusvalía?   El que no trabaja en la producción, es decir en la producción de mercancías, no realiza un trabajo productivo. «como el objetivo inmediato de la producción capitalista es la plusvalía solo es productivo el trabajo que produce directamente plusvalía», escribe Marx.

Es por esto que los planteamientos «clásicos» consideran al proletariado industrial el sector más importante del conjunto del proletariado. Por su posición cualitativa en la producción y las relaciones sociales de producción, por su situación estratégica en la creación de valor y de ganancia capitalista y no tanto por su número.

El «proletariado industrial» era el sector del proletariado asalariado empleado en el sector industrial, los obreros fabriles, los mineros , los ferroviarios, etc… en la época del capitalismo de Marx y Engels, que era el sector del proletariado urbano que se encontraba en el núcleo de la creación de plusvalía. Este concepto incluye por tanto a todos los asalariados del sector privado implicados en la creación de mercancías materiales: construcción, industria de todo tipo, energía, y las actividades de transporte y almacenamiento de mercancías, mantenimiento o limpieza directamente imbricadas en estos procesos.

Lo que dicen las cifras hoy: La clase obrera industrial en el mundo, Europa, España

Source : ILO, World Employment Report 2004-2005 et Commission européenne, Employment in Europe 2004

Tasa de empleo (expresada en %) de los sectores de la agricultura, la industria y los servicios a nivel mundial

 

Agricultura

Industria

Servicios

1950

67

15

18

1970

56

19

25

1980

53

20

27

1990

49

20

31

2000

46

20

34

Empleos remunerados por actividad económica, en miles (en 2002 en Europa y en 1995 en el mundo)

 

Total

Agricultura

Industria

Servicios

Unión Europea (15)

137 501

2 256

40 051

94 518

Bélgica

3 427

27

949

2 451

Alemania

32 252

448

10 933

20 871

Francia

21 312

334

5 546

15 429

Italia

15 785

430

5 338

10 017

Holanda

7 220

103

1 429

5 067

Reino Unido

24 978

197

5 884

18 871

Mundo (1995)

884 893

85 760

281 960

517 173

Source : European Commission, European social statistics, Labour force survey results 2002 , 2003 Edition. Pour les chiffres au niveau mondial: Deon Filmer, Estimating the world at Work , Banque mondiale 1995.

total

agricultura

industria

construcción

servicios

1996

9.430,7

393,8

2.193,5

868,0

5.975,4

2000

11.999,3

437,9

2.668,2

1.311,5

7.581,7

2004

15.022,4

484,3

2.907,0

1.886,4

9.744,8

2008

16.817,4

455

2.942,9

2.130,6

11.289,0

Evolución 1996- 08 nº total de asalariados en España por sector económico. Fuente INE – EPA.

Resumiendo brevemente y dejando otras discusiones al margen podemos afirmar:

  1. A nivel mundial y desde mediados del s. XX, el empleo (ocupados) industrial ha aumentando hasta el 20%.

  2. A principios del s. XXI en Europa-15 había 40 millones de asalariados de la industria, aproximadamente 1/3 del total.

  3. En España en los últimos 10-15 años la clase obrera industrial no sólo disminuye, sino que aumenta en términos absolutos hasta superar los 5 millones, y supone aproximadamente 1/3 del total de asalariados.

  • Conciencia de clase

En algunos de los argumentos planteados por Lacalle en esta cuestión parece haber cierta confusión de niveles de análisis, en lo que se refiere:

  • A la clase obrera real, tal como es; y la conciencia de clase (objetivo y subjetivo)

  • La conciencia de clase «en sí» (ser consciente de la pertenencia a la clase) y «para sí» (ser consciente del interés común y confrontado antagónicamente a otra clase, y de la necesidad de cambiar las tornas, de luchar activamente por esos intereses);

  • De la clase con sus subsectores (como el proletariado industrial o «clase obrera tradicional»); o de estos con su «vanguardia».

Así dice D. Lacalle:

«A la vista de los hechos, al plantearse la cuestión de la conciencia de clase surge una pregunta de forma inmediata, conciencia ¿de qué clase? Desde luego, para no pecar de ingenuos, hay que reconocer que la clase obrera nunca ha sido un bloque monolítico; de hecho, de una forma u otra, siempre se ha entendido por conciencia de clase la desarrollada por la así vanguardia de la clase, generalmente un grupo reducido de la misma. Pero ahora hay una diferencia esencial, esa supuesta vanguardia ha dejado de existir, los restos de la que había ya no representan prácticamente nada ni nadie, salvo a sus propios intereses;» … «lo que queda de esa vanguardia de la clase obrera, disminuida hasta no ser más que una minoría del total, existe con planteamientos en muchos casos contrarios a los de la mayoría …» (2009, pag. 61)

Al preguntarse conciencia ¿de qué clase? Está cuestionando la existencia misma, real, de la clase. Sin embargo esto es un hecho social objetivo, empírico, un dato, y por tanto un sólido punto de partida. Existe una clase obrera o proletaria, y el desarrollo de las relaciones sociales capitalistas no hace más que reforzarla. En el plano objetivo, no debería haber dudas por tanto: ¿de qué clase? Conciencia proletaria, conciencia de clase obrera.

Esta conciencia de clase es la de los miembros de una clase de su pertenencia a la misma, de su condición individual de clase: soy «obrero», soy «empresario», soy «rico», soy «pobre». Esto es, en su nivel más básico, la conciencia de clase «en sí». No es necesaria una «vanguardia» de la clase para que nazca y se desarrolle, puesto que es generada «espontáneamente» por las propias condiciones sociales del capitalismo, al margen de que sobre esta generación actúen otros procesos como por ejemplo las cadenas de TV o las campañas de los sindicatos.

Conciencia de clase «para sí», es la conciencia de los miembros de esa clase de su unidad colectiva, su interés confrontado a otra clase, y de la necesidad de intervenir activamente en la lucha económica, cultural, política, en defensa de esos intereses (y en contra de los de la otra clase). Es un grado de conciencia superior, por cuanto supone no sólo la conciencia de dónde se está, pasiva, sino de hacia dónde ir, activa. No es generada espontáneamente por las condiciones sociales, sino que requiere el papel activo de individuos y colectivos para que se desarrolle, «carnifique» en organizaciones y movimientos sociales y opere de facto en la realidad social.

Estos sujetos son la «vanguardia» de la clase, en el sentido del sector más consciente, organizado y activo en cada lugar y momento dado. En tanto haya un obrero que no agache la cabeza en el tajo, o un «intelectual» estudiando la realidad de la explotación capitalista, existirá una vanguardia de la clase, esté más o menos desarrollada y organizada, tenga más o menos influencia social y capacidad de transformar la realidad. El concepto de vanguardia de clase se refiere por tanto eminentemente al plano subjetivo de la clase, en concreto de la conciencia «para sí», y no se refiere a un subsector «real» o «material» de la clase (como por ejemplo «inmigrantes», «mujeres» o «clase obrera tradicional»).

Así, decir «lo que queda de esa vanguardia de la clase obrera, disminuida hasta no ser más que una minoría del total…» (2009, pag. 61), parece confundir (en relación al contexto de la obra) el concepto de «vanguardia» de la clase con un subsector de la misma (el de la clase obrera «tradicional»), y en cualquier caso parece obviar que la vanguardia por definición es una minoría del total de la clase.

En ese sentido y para el caso de Europa y España, es innegable el retroceso en cuanto a la existencia de referentes políticos, sindicales, asociativos, etc… de clase (de clase para sí) en las últimas décadas. El retroceso de las posiciones de clase de la mano del eurocomunismo y el carrillismo, la conciliación de clases y el papel pacificador de los sindicatos, el avance del parlamentarismo y reformismo en las organizaciones de clase, la derrota internacional del campo socialista, la mejora de las condiciones de vida de parte de los trabajadores, la irrupción de nuevas herramientas culturales bajo el monopolio de la burguesía o la proliferación de teorías posmodernas, han supuesto un claro deterioro de la fuerza de la clase obrera y de su conciencia de clase.

Citas:

  • «Trabajadores precarios, trabajadores sin derechos» – Daniel Lacalle – Ed. Viejo topo 2009

  • Seminario Comunista Internacional

  • » La clase obrera, la desindustrialización y el sector servicios» – Peter Mertens

  • Documentos PCE XVIII Congreso

1 http://www.icsbrussels.org/ICS/2008/resolutions_ao/Sci08_General%20Conclusions_ES_Lok.htm

* El autor es militante del PCE en Asturias

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