Todo indica que el gobierno de Estados Unidos está ejerciendo una inadmisible presión sobre su contraparte española por el reciente viaje de Miguel Ángel Moratinos a Cuba, el cual provocó la ira del Partido Popular, que en voz de su diputado Gustavo de Arístegui calificó la visita del ministro de Relaciones Exteriores de «verdadero esperpento […]
Todo indica que el gobierno de Estados Unidos está ejerciendo una inadmisible presión sobre su contraparte española por el reciente viaje de Miguel Ángel Moratinos a Cuba, el cual provocó la ira del Partido Popular, que en voz de su diputado Gustavo de Arístegui calificó la visita del ministro de Relaciones Exteriores de «verdadero esperpento de la política exterior» y consideró «lamentable y triste que hayamos sido confundidos de aliados, amigos y puente de la dictadura castrista y la UE». El solícito José María Aznar, un peón del gobierno de Estados Unidos, también criticó el 10 de abril al ministro español.
La derecha española, muy coincidente con las posiciones de la derecha mexicana o venezolana, sigue la línea marcada por el gobierno de Washington que hizo publica por medio del Secretario de Estado Adjunto Tomas Shannon su crítica a Moratinos por su visita a Cuba, lamentando que no se reuniera durante la misma con los contrarrevolucionarios de la isla. El día 16 de abril un cable de Europa Press da cuenta de las declaraciones que en la misma dirección realizó la vicesecretaria de estado Adjunta Collen Graffy, quien manifestó que su gobierno estaba muy interesado en conocer por que Moratinos no se reunió con la llamada «disidencia», así como que su administración quería mantener conversaciones abiertas con España sobre el futuro de Cuba.
Estas declaraciones de abierta intromisión en los asuntos de otro Estado seguramente motivaron que la Secretaria de Estado española para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, el 17 de abril declarara que viajaría a fines de mayo a Estados Unidos donde espera tener conversaciones con Shannon sobre el referido viaje del Ministro a Cuba, añadiendo que ya había «explicado» a representantes de la embajada estadounidense en España que la delegación española si se había reunido con la «disidencia» en Cuba.
Es evidente que el gobierno de Bush presiona también a países europeos para hacer fracasar el acercamiento de España hacia Cuba, intentando llevar a la Unión Europea (EU) por el camino de una política que ha demostrado su evidente fracaso. Pretenden controlar el daño que la visita de Moratinos ha causado a la estrategia imperialista anticubana de cara a la Cumbre Trasatlántica, con la abierta complicidad de checos y polacos y la anuencia alemana. Se trata no sólo de presionar a los españoles, sino enviar un mensaje al resto de la Unión para boicotear cualquier acercamiento de Europa hacia Cuba.
Esta estrategia fundada en el plan Bush contrasta con algunos hechos que demuestran el doble rasero de la política estadounidense. Mencionare algunos de ellos:
1) En este momento han sido introducidos 18 proyectos de ley relacionados con Cuba. 13 de los mismos están en la dirección de un cambio de política hacia la isla, una vez que amplios sectores se han convencido del fracaso de la actual. Incluso importantes representes republicanos están en esa perspectiva de renovación. Si existen fuertes tendencias en la nomenclatura política de Estados Unidos en reconocer el fracaso de la política de aislamiento de Cuba, ¿por qué España no puede reiniciar el dialogo político con Cuba sobre la base del respeto mutuo?
2) La presidenta de la Cámara, Nancy Pelosy, declaró su apoyo a la flexibilización del bloqueo, mientras los obispos católicos estadounidenses solicitaron al Congreso poner fin a las restricciones de viajes a Cuba. Por su parte, se sabe del interés de compañías de Estados Unidos por participar en la exploración y prospección de petróleo en aguas cubanas y uno de los proyectos de ley introducidos que va en esa dirección podría eventualmente contar con el respaldo de sectores económicos poderosos dentro de Estados Unidos. También, se ha detectado que sectores académicos, de prensa, religiosos y económicos mantienen un mayor activismo en el Congreso para presionar a los legisladores para poner fin o flexibilizar al menos las restricciones a los viajes a Cuba y al envío de remesas, con énfasis en la inviabilidad de la política puesta en práctica por Washington para promover la llamada «democracia en Cuba».
3) En diciembre del 2006, 10 congresistas estadounidenses de ambos partidos viajaron a Cuba con el manifiesto interés de dialogar con el gobierno cubano. Ningún miembro de la delegación se reunión con la llamada «disidencia». No se conoce hasta hoy declaraciones o cuestionamientos del gobierno de Estados Unidos respecto a esta visita y del evidente signo político que tuvo el vilipendio hacia los contrarrevolucionarios internos. También en este caso sorprende la carencia de controversia sobre estos hechos en contraste con el revuelo levantado por similar comportamiento del ministro español Moratinos.
4) Recientemente, en abril, visitó Cuba el gobernador de Idazo, Butch Otter, quien tampoco realizó visita alguna al grupo de contrarrevolucionarios en territorio cubano. No se conoce que Shannon u otro funcionario estadounidense ni sus corifeos en España o América Latina hayan cuestionada tal falta de «tacto político» de este gobernador o de los congresistas mencionados.
Así, una vez más, somos testigos de la doble moral de la administración y la clase política estadounidenses y de una especie de renacimiento de la llamada Doctrina Monroe, a partir de la cual Estados Unidos no permite a Europa ejercer una política independiente hacía América Latina, mientras su gobierno hace lo que dictan sus intereses imperialista