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Muestra de cine árabe en Barcelona

Doce kilómetros para el cine árabe

Fuentes: Rebelión

Es cosa sabida que Barcelona concentra una serie de servicios, de comunicaciones, de redes comerciales y de poder de decisión que atraen no sólo gente de las comarcas catalanas, sino también del resto del estado y a escala mundial. Esto ocurre también en el campo de la actividad cultural. Es menos conocido que en 2005, […]

Es cosa sabida que Barcelona concentra una serie de servicios, de comunicaciones, de redes comerciales y de poder de decisión que atraen no sólo gente de las comarcas catalanas, sino también del resto del estado y a escala mundial. Esto ocurre también en el campo de la actividad cultural.

Es menos conocido que en 2005, ante el cierre del único cine que quedaba, una asamblea de vecinos pasó a gestionar el CineBaix de Sant Feliu de Llobregat, siendo una de las pioneras (la segunda, con el Cine Truffaut de Girona) en adoptar una forma que puede constituir el origen de una red de cines públicos (no regidos por el vil dinero), como las que existen en algunos países de Europa. Dado el control de las empresas norteamericanas en el mercado cinematográfico -distribución y exhibición, además de «consejeros» interesados en la producción-, este tipo de salas son las únicas que pueden asegurar un futuro para el cine.

Es prácticamente desconocido que hace cuatro años la organización de solidaridad SODEPAU organizó una Muestra de Cine Árabe y del Mediterráneo, y decidió hacerla, como seña de identidad, en este cine señero del cine público.

Han pasado cuatro años, y la muestra ha crecido. En cuatro días -del 16 al 19 de diciembre- ofrecen nueve películas inéditas y una que haya sido estrenada pero que ha desaparecido abruptamente de la programación. El año pasado, en la tercera edición, se consiguieron casi setecientos espectadores (que no está nada mal, porque la muestra sólo tiene cinco sesiones en fin de semana).

Este año hay seis películas del país invitado, que es Argelia, tanto de realizadores que desempeñan su labor en el país (como Merzak Allouache), como de directores que viven fuera (como Rabah Ameur-Zaïmeche). En la panorámica del cine árabe, han juntado dos películas que muestran el quehacer de la joven (y ya famosa) estrella Hafsia Herzi: Cuscús (2007) de Abdelatif Kachiche (que fue su primer papel) y la última, Française (2008) de la directora Souad El Bouahti.

También se ha logrado conseguir una nutrida representación de mujeres cineastas (la libanesa Natjwa Najjar, la marroquí Souad El Bouahti y la argelina Habiba Djahnine), que ofrecen una visión ligeramente distinta de la sociedad árabe y del papel asignado a mujer en ella. A ello hay que sumar dos sorpresas: El tiempo que queda (2009) de Elia Suleiman, una cinta absolutamente sardónica sobre la situación en Palestina; y Frantz Fanon, memoria de asilo (2002) de Abdenour Zahzah y Bachir Ridouh, que muestra un Fanon distinto, pero no por ello menos revolucionario: el psiquiatra.

A simple vista, parece que la Muestra de Cine Árabe tiene lo suficiente para emprender con éxito la cuarta edición. Pero, además, tiene doce kilómetros. Son los que separan Sant Feliu de Llobregat de Barcelona. (Tampoco es que el CineBaix se halle muy escondido: de hecho se halla a un tiro de piedra, en una calle que desemboca en la Estación de RENFE de Sant Feliu.)

Pero Sant Felui de Llobregat no es Barcelona y, por tanto, la muestra no cuenta en la oferta de espectáculos de un ciudadano barcelonés. El número de asistentes a la Muestra de Cine Árabe y los asistentes a otras muestras que se celebran en Barcelona (algunas, bastante superiores) tiene que ver con esto.

Esos doce kilómetros parecen más largos en un dirección que en otra. No son óbice para ir a divertirse a Barcelona. Aunque sí empiezan a ser un problema cuando se trata de ir a ver cine fuera de Barcelona. Habrá que recordar a nuestros gobernantes que la «Gran Barcelona» ha de ser una vía en dos direcciones -y dotarla de las comunicaciones adecuadas- y, mientras tanto, convencer a los cinéfilos -a los cinéfilos susceptibles de ser convencidos- de que vale la pena hacer un esfuerzo para ver un tipo de películas interesantes (que no está claro que vuelva a tener la probabilidad de ver). Un pequeño esfuerzo: doce kilómetros para ver el cine árabe.

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Txell Bragulat y Xavier Bachs son miembros de la comisión organizadora de la Mostra de Cine Arab i del Mediterrani

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.