Insobornable y lúcido anarquista, líder militar de talento indiscutido, organizador infatigable, Néstor Majnó dejó su impronta en los años más convulsos de la historia de Ucrania y sin embargo ha conseguido que allende sus fronteras, amigos y enemigos no se pongan de acuerdo ni siquiera para pronunciar su apellido correctamente. Denostado por los bolcheviques vencedores […]
Insobornable y lúcido anarquista, líder militar de talento indiscutido, organizador infatigable, Néstor Majnó dejó su impronta en los años más convulsos de la historia de Ucrania y sin embargo ha conseguido que allende sus fronteras, amigos y enemigos no se pongan de acuerdo ni siquiera para pronunciar su apellido correctamente. Denostado por los bolcheviques vencedores a los que salvó el culo en tantas ocasiones, como pogromista y sanguinario jefe de bandidos, ha tenido que esperar un siglo desde su gesta para que en su país se le reconozca, aunque se quiera ver en él, más que nada y torticeramente, un héroe de la independencia de la patria y de la lucha contra el invasor. Él nunca pretendió ser más que un campesino, y recorriendo Rusia en tren en la primavera de 1918, se emocionaba con la belleza de la tierra verdeante e iba atento al progreso de los cultivos, pero fue apremiado por la historia a protagonizar una de las hazañas más memorables del siglo XX, en lo que a la emancipación de la criatura humana del yugo capitalista se refiere.
Néstor Ivánovich Majnó nació el 27 de octubre de 1888 en Guliaipole, una pequeña ciudad de Ucrania oriental, enclavada entre fértiles campos y dotada de algunas factorías. Su familia era humilde y el temprano fallecimiento de su padre lo obligó a trabajar desde muy joven, aunque la lectura y el estudio lo cautivaban en los largos inviernos. Asqueado del horizonte obsceno de las jerarquías sociales, buscó en seguida a los que compartían ese sentimiento y bebió del pensamiento de los que han teorizado sobre el progreso humano, sabedor siempre de que todas aquellas quimeras eran hermosas sólo si servían para conducirnos a un mundo sin explotación. Así, se unió al grupo anarquista de su ciudad y pronto fue uno de sus miembros más activos, audaz en expropiaciones y ejecuciones. En 1907 lo detienen y pasa ya diez meses encarcelado, pero es en el verano del año siguiente cuando un nuevo arresto origina un proceso judicial que le vale pena de muerte, conmutada luego debido a su juventud a cadena perpetua. Ésta la va a cumplir a partir de 1911 en la prisión central de Moscú, la tristemente célebre Butyrka.
La vida es dura en presidio para el rebelde ucraniano, y allí se le diagnostica la tuberculosis que lo va a matar con cuarenta y cinco años. Sin embargo, aquella es su universidad, porque saca partido a la biblioteca de la prisión, y absorbe las enseñanzas de un compañero de reclusión que va a serlo también en muchas de sus luchas y exilios, Piotr Arshínov, un obrero metalúrgico con grandes conocimientos sobre anarquismo. Entre rejas aprende además a desconfiar de esa casta de intelectuales imbuidos de su propia trascendencia y dispuestos siempre a despreciar las manos callosas y a desempeñar el papel dirigente que sus altas cualidades determinan. Le asquea sobre todo verlos conquistar privilegios con su «buena conducta» y lamer la mano de los torturadores. La amnistía que decreta el gobierno provisional tras la revolución de febrero de 1917 lo pone en las calles de Moscú y es en ese momento cuando toma el hilo el primer volumen de sus memorias, publicado en París en 1927 y titulado La Revolución rusa en Ucrania (marzo de 1917- abril de 1918).
Febrero a mayo de 1917: organización
La historia arranca con el narrador en aquel Moscú febril, pero en sólo tres semanas parte en busca de los horizontes de su tierra y la sociedad que conoce, donde las nuevas circunstancias del país marcan opciones revolucionarias. Con su maleta llena de libros y revistas llega a la estación de su ciudad natal y en seguida trama con sus viejos compañeros un plan de acción. Lo primero será organizar una Unión de Campesinos que siembre en la región la semilla del anarquismo. En un momento en que la ciudad es regida por un Comité Público de notables, escasamente representativo, se trata además de exigir que éste adopte una estructura democrática. Una intensa labor de concienciación de las masas ha de permitir que las instituciones asuman un papel activo en la transformación social y para ello resulta obligatorio mantener una comunicación fluida con ellas. A finales de marzo de 1917 ya está constituida la Unión de Campesinos de Guliaipole, con un comité ejecutivo de veintiocho miembros del que Néstor Majnó es nombrado presidente. Inmediatamente, se propicia la creación de uniones semejantes en todas las aldeas y pueblos del distrito (raión).
Los archivos de la policía a los que los revolucionarios tienen acceso les permiten desenmascarar a agentes infiltrados que actuaron en sus filas, culpables de la muerte de compañeros. Todos están de acuerdo en que merecen ser ejecutados, pero deciden posponer estas acciones y aplicarlas sólo con los elementos más crueles y que no muestren signos de arrepentimiento. Los anarquistas participan en las elecciones para el nuevo Comité Público y con la pujanza que ya ha conseguido la Unión de Campesinos logran ser decisivos dentro de él. En estos momentos convulsos, la pequeña burguesía, una clase débil, incapaz de defender sus intereses por sí misma, busca la alianza de un proletariado vigoroso y bien organizado. El primero de mayo se convierte en una gran jornada festiva en Guliaipole con una imponente manifestación en la que se exige el fin de la dualidad de poder que sufre el país de la forma más sencilla: «Disolución del Gobierno Provisional y todos sus órganos, y todo el poder para los soviets obreros y campesinos». Unos días después, un congreso en Aleksándrovsk, capital de la región (óblast o uyezd), sirve de altavoz para estas ideas que son vistas con simpatía por los Socialistas Revolucionarios de izquierdas (SR-i) y pronto se extienden por toda Ucrania oriental.
Junio a septiembre de 1917: en la senda de la revolución
En el mes de junio los obreros metalúrgicos y textiles de Guliaipole declaran una huelga, exigiendo un aumento de entre el 80 y el 100 % en sus salarios. Cuando éste es rechazado, se discute la posibilidad de expropiar las factorías, pero se decide que sería una medida prematura. No obstante, en ese momento y tras algunos titubeos y divisiones, los empresarios ceden. Lo cierto es que los obreros están preparados para asumir pronto el control de las fábricas. Ese mismo mes, los campesinos se niegan a pagar las rentas. A primeros de agosto un congreso en Yekaterinoslav, capital de la provincia (gubernia, agrupación de regiones), resuelve con el apoyo de los SR-i promover la socialización de la tierra, así como la transformación de las uniones de campesinos en soviets, un simple cambio de nombre. A finales de mes, el intento de Putsch de Kornílov sobre Petrogrado es respondido en Guliaipole, tal como sugiere un telegrama del soviet de la capital, por la formación de un Comité de Defensa de la Revolución, y éste decide acometer sin más demora el desarme de la burguesía y la socialización de tierra y fábricas.
Mientras el distrito se sumerge en esta efervescencia revolucionaria, que se desarrolla con el apoyo del Comité Público y sin apenas resistencia, llegan mensajes de Aleksándrovsk exigiendo la detención del proceso. Éstos son contestados con una negativa que invoca la voluntad de los obreros y campesinos, libremente organizados, de decidir su destino. En septiembre, dos delegados del soviet de Guliaipole, V. Antónov y N. Majnó, viajan allí para informar de las actividades en su distrito y se encuentran con que SR-d, cadetes y mencheviques controlan la situación e impiden avances revolucionarios. Los visitantes realizan una intensa labor de agitación entre los obreros de la ciudad y cuando éstos plantean sus exigencias, las autoridades responden deteniendo a la anarquista María Nikifórova, La presión en las calles consigue al fin que ésta sea liberada y se elija un nuevo comité ejecutivo del soviet de Aleksándrovsk, el cual resulta ser más favorable a las aspiraciones de los revolucionarios.
Convencidos de la necesidad de extender el proceso a las regiones vecinas, los de Guliapole envían también un delegado, L. Schneider, al comité ejecutivo del soviet provincial de Yekaterinoslav. Aunque se encuentra con algunas dificultades por parte de los que siguen las directrices gubernamentales, al fin se logra crear una línea de comunicación entre la capital y Guliaipole, así como suministros imprescindibles para las fundiciones de esta localidad. Éstas comienzan a estar gestionadas por los obreros, al tiempo que en todo el distrito continúan las expropiaciones de tierras y la formación de comunas agrarias. Un enviado de Aleksándrovsk que llega a pedir explicaciones sobre la requisa de armas a la burguesía, es despachado con el mensaje de que no se tolerarán injerencias en el proceso revolucionario desencadenado.
Octubre de 1917 a enero de 1918: guerra revolucionaria
Las noticias de Petrogrado sobre la toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques son recibidas con sentimientos encontrados. A la esperanza que genera la caída del reaccionario Gobierno Provisional, se superpone la desconfianza ante el que lo sustituye, y ello a pesar de la publicitada consigna sobre el empoderamiento de los soviets. Cuando se convocan elecciones para la Asamblea Constituyente, los anarquistas se lamentan de la lucha partidaria que hace olvidar las grandes misiones, pero en todo caso frente a mencheviques, cadetes y nacionalistas ucranianos, favorecen a SR-i y bolcheviques, cuyo Bloque de Izquierdas (BI) resulta ganador en Ucrania oriental. En el congreso provincial de diciembre en Yekaterinoslav, la situación es de enorme tensión, al borde del enfrentamiento militar, entre los nacionalistas ucranianos, que tratan de marginar a los delegados de Guliaipole, y el BI. Al fin se consigue que el congreso resuelva a favor de las medidas propuestas por los anarquistas de un proceso revolucionario completamente de abajo arriba, exactamente lo que ellos llevan meses haciendo en su distrito. Sus delegados abandonan la capital con el armamento que les proporcionan los camaradas del BI.
Es inevitable prepararse para el conflicto armado que ya asuela Ucrania entre el BI y el gobierno nacionalista de la Rada Central (RC). En estas circunstancias, el soviet de Guliaipole no ve más salida que declarar la guerra a ésta. La alianza de los anarquistas con las fuerzas gubernamentales del BI resulta ser lamentablemente la única opción y en enero de 1918 más de ochocientos campesinos del distrito acuden armados a Aleksándrovsk en su apoyo. Tras los combates, Néstor Majnó nos describe su participación en juicios a detenidos, trata de justificarla, y relata cómo buscaba penosamente la senda de la justicia, optando a veces por condenas a muerte y otras por la liberación. La situación se complica aún más cuando aparecen en escena regimientos cosacos que han roto el frente oriental de la Gran Guerra y marchan a las tierras que riega el Don para sumarse a la contrarrevolución de Alekséi Kaledín. Tras un intercambio de disparos, se entablan negociaciones y se consigue que accedan a desarmarse; así se les deja pasar. Su estancia en la ciudad se aprovecha para hacer entre ellos proselitismo, y los anarquistas logran reclutar a muchos, sobre todo del Kubán, para su revolución.
Descontento con la política dirigista del BI, y viendo en ella una inminente lucha por el poder entre sus dos socios, desastrosa para el futuro de la revolución, nuestro protagonista decide volver con el destacamento a Guliaipole, de donde llegan además noticias preocupantes de actividades contrarrevolucionarias. Lo que ha ocurrido es que algunos burgueses judíos han ofrecido dinero a agentes de la RC para no ser reprimidos en una Ucrania independiente. Se opta por amonestarles seriamente, evitando el pogromo que hubiera sido normal en aquellos tiempos. Esos mismos días se constituye un Comité Revolucionario (Revkom), como instrumento organizativo para la campaña militar y Néstor Majnó es elegido presidente. Un batallón de partidarios de Kaledín y la RC acantonado en una localidad próxima es desarmado por anarquistas de Guliaipole y Aleksándrovsk y se decide utilizar lo requisado para equipar el Revkom.
Febrero a abril de 1918: tratado de Brest-Litovsk, Ucrania ocupada
En esta época se firman acuerdos con factorías de Moscú para intercambiar cereal por tejidos. El grano llega a la capital, pero las telas son retenidas por el gobierno del BI y enviadas a Aleksándrovsk. Cuando los de Guliaipole se plantean ya ir a buscarlas con armas en la mano, al fin les son entregadas. Queda claro por entonces que los libres convenios entre productores van a chocar con los moldes burocráticos que imponen SR-i y bolcheviques.
Las comunas agrarias de Guliaipole mientras tanto han avanzado en su proceso de autoorganización y las labores de la siembra se emprenden con alegría en una tierra donde ya nadie explota a nadie. Se han dotado de comedores y cocinas con cierta libertad de funcionamiento y de escuelas según el modelo de F. Ferrer i Guardia, y la distribución de tareas se hace en asambleas. En un radio de siete u ocho kilómetros alrededor de la ciudad se establecen cuatro comunas, y muchas más en sus cercanías. Cada una de ellas agrupa a unas doce familias y de cien a trescientas personas, de las que sólo unas pocas son anarquistas militantes. Kulaks y propietarios deciden adaptarse en general a la nueva situación y pasan a cultivar la tierra sin explotar a nadie. Sin embargo, muy pronto el proyecto constructivo va a ser abortado por la fuerza de las armas.
El 9 de febrero de 1918 se firma en Brest la paz entre la RC de Ucrania y los imperios centrales, lo que significa que éstos se disponen a invadir el país, mientras las fuerzas del BI comienzan a retirarse. Ante la acuciante necesidad de dinero para armarse, Néstor Majnó propone exigir un abono a la sucursal del Banco de Crédito de Guliaipole. Éste se consigue, y los fondos sirven para diversos fines útiles. En el mes de marzo, los nacionalistas ucranianos se manifiestan públicamente contra los «excesos» de la revolución y amenazan con una inminente ocupación por parte de sus aliados austro-alemanes, lo que da lugar a una campaña terrorista de los anarquistas contra sus líderes a la que Néstor Majnó no se opone.
Con los austro-alemanes ya en el Dniéper, se impone la organización de la defensa. Se constituyen así en Guliaipole seis compañías con doscientos a doscientos veinte combatientes cada una, más otra compañía judía y un destacamento de caballería con varios centenares de miembros del grupo anarquista de la ciudad, al tiempo que se crean también unidades médicas y hospitales de campaña. La Guardia roja aporta tres mil fusiles, seis cañones y abundante munición. Corre el mes de abril y mientras en Ucrania hay un buen entendimiento entre bolcheviques y majnovistas, en Moscú la Cheká toma por asalto los locales de los libertarios.
Los días 15 y 16 de abril resultan decisivos. La mayor parte de los combatientes de Guliaipole han acudido a Aleksándrovsk, donde se requería su presencia para apoyar la defensa de la ciudad, mientras que Néstor Majnó ha sido convocado por Aleksandr Yegórov, jefe en la zona de las fuerzas rojas, a su cuartel general. Esto permite que en Guliaipole la acción decidida de unos pocos nacionalistas ucranianos, que logran el apoyo de la compañía judía, entregue la ciudad a la reacción. El avance de los imperios centrales resulta imparable y en unos días ocupan toda la región. Se esconden armas y los más comprometidos en el proceso huyen. Con estos tristes acontecimientos concluye el primer volumen de las memorias de Néstor Majnó.
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