«Profetas de la democracia» es el título de un artículo sobre la moción de censura de José Ignacio Torreblanda [JIT], profesor de la UNED y Jefe de Opinión de El País. La entradilla es esta: «Retornamos estos días a la furia moral, exasperada e irracional de los que aspiran a derribarlo todo para construirlo todo». […]
«Profetas de la democracia» es el título de un artículo sobre la moción de censura de José Ignacio Torreblanda [JIT], profesor de la UNED y Jefe de Opinión de El País. La entradilla es esta: «Retornamos estos días a la furia moral, exasperada e irracional de los que aspiran a derribarlo todo para construirlo todo». Nada menos y de entrada. En la misma senda de (casi) siempre, pero esta vez vale la pena detenerse un poco en cómo construye don JIT su ataque y «argumentación».
Se cumplen 40 años de las primeras elecciones en libertad, que fueron en 1977, cuando no todos los partidos estaban entonces legalizados, y la crítica a la democracia del 78 se ha convertido en un lugar común, señala el jefe de Opinión. «Nada malo hay en la crítica en sí». De acuerdo. Como señalaba Javier Pradera, «en su premonitorio ensayo de 1994 Corrupción y política: los costes de la democracia (Galaxia), las tensiones entre hechos y valores, entre el ser y el deber ser, son la savia misma de la democracia». La savia misma, también de acuerdo. Las tensiones entre algunos hechos y algunos valores, entre nudos del ser y algunas prácticas (o inactividades) en el ámbito del deber ser, corren, deben correr por las venas de toda democracia digna de ese nombre. Tomemos nota y obremos en consecuencia; no es suficiente con constatar que existen tensiones.
Pero advertía Pradera, prosigue JIT, del peligro de enfrentar la democracia como ideal y como realidad «pues en ese contraste inevitablemente se constataría que ninguna democracia funciona como ordenan los textos constitucionales». Ninguna democracia, también de acuerdo. Por lo tanto, pensando la democracia en términos de idea regulativa, todo lo que hagamos para aproximarnos a ese ideal, de forma temperada y equilibrada, sin perder nada conquistado en ese combate justo y razonable, es más que pertinente.
El problema, según Pradera, volvemos a dar la palabra a JIT, «era que la verificación de ese natural desfase, que cualquiera podría llevar a cabo en cualquier tiempo y lugar que uno quisiera elegir de la vida democrática de cualquier país, llevara a tomar esa discrepancia como la demostración de que se vive en un sistema autoritario». En ocasiones, no digo en todas, puede ser así. ¿O no ha sido y es el caso? ¿Colombia no sería un ejemplo de lo que hablamos? ¿Brasil incluso? Sin ir más lejos, ¿no lo son en estos momentos Hungría o Turquía?
Lo que le permitía concluir a Pradera, de nuevo es JIT quien cita, que «esa democracia intransigente, defendida tanto desde la derecha como de la izquierda, lleva a la pira las democracias existentes en nombre de las democracias imaginarias». No puedo deducir a qué izquierda se estaba refiriendo Pradera cuando escribía esta reflexión (tal vez fuera IU o el PCE, partido del que él mismo formó parte por cierto), pero, ciertamente, no conviene llevar a ninguna pira ningún avance democrático que sea realmente democrático. Toda prudencia es poca, las conquistas son conquistas y sabemos lo que nos cuestan. De nada en demasía; tampoco en nuestras posiciones críticas si se ciegan… sin que ello implica silencio y resignación. Por supuesto que no.
Finalmente el punto a donde JIT quería llegar: «Ahí estamos», en ese viaje irresponsable a la pira (ya se pueden imaginar quienes viajen). ¿Por qué? Porque «como predijo, bajo el manto supuestamente joven, moderno y radical de la reivindicación de una auténtica democracia, retornamos estos días a algo tan viejo, dañino y español como la furia moral, exasperada e irracional de los que aspiran a derribarlo todo para construirlo todo». ¡Viejo, dañino y español (sic) como la furia moral, exasperada e irracional! ¿De dónde esta afirmación? ¿JIT no es español? ¿La exasperación irracional es suya? ¿A qué viene esa descalificación? ¿Y quiénes son esos? ¿Unidos Podemos? ¿Derribarlo todo? ¿Unidos Podemos quiere derribarlo todo?
JIT nos lo aclara a continuación: «Son muchos los que desde esa intransigencia exaltada asedian a nuestra democracia con jeremiadas que exasperarían sin fin a Javier Pradera». La cortesía es máxima: intransigencia exaltada, jeremiadas, asedio a la democracia. Unas veces, prosigue don JIT, «reclamando el derecho a separarse de un Estado autoritario (Josep Guardiola). Otras transformando a una España ¡por fin europea! en una colonia de Alemania (Irene Montero) o aturdiendo los sentidos con una tan arrogante como insufrible jerga sobre el proceso «destituyente», «el régimen del 78», «la trama» o «el estado de excepción democrático»». Unir la G (Guardiola) con la M (Montero) es un disparate. Nada que ver, son territorios disjuntos.
Es fácil pero nada interesante citar del modo que lo hace JIT. ¿Ha escuchado o ha leído la intervención de la portavoz de Unidos Podemos? ¿Su magnífica y trabajada intervención (de una persona joven, de 29 años, dirigiéndose a una bancada de gente madurita, faltona donde las haya y con mucha mili política institucional, y sucia en ocasiones, a sus espaldas) puede reducirse a cuatro o cinco conceptos por lo demás bastante razonables? ¿Su jerga, la de de JIT, no es una jerga insufrible? ¿No sabe JIT qué significa la trama o la importancia decisiva de Alemania en la actual UE? Lo segundo no puedo explicárselo por falta de espacio; lo primero es fácil: su diario forma parte de ella, de la trama de poderosos, desde hace mucho tiempo. Puede preguntárselo al general en jefe, a Cebrián. Sabe mucho del tema.
Como señalaba Pradera, de nuevo se ampara JIT en el pensamiento de un intelectual que le sirve de refugio, «de las merecidísimas críticas a la democracia española por el círculo vicioso de corrupción institucional y financiera creado por unos partidos políticos cerrados en sí mismos, el principal residuo del franquismo es que, todavía hoy, en este país parece haber más democracia que verdaderos demócratas». ¡Así que merecidísimas críticas a la democracia española por el círculo vicioso de corrupción institucional y financiera creado por unos partidos políticos cerrados en sí mismos! Vale, también de acuerdo con él y con Pradera. ¿Y quienes son esos que no son verdaderos demócratas en opinión de JIT? ¿Somos los otros, los que no pensamos políticamente como él? ¿O piensa más bien en él? ¿En el grupo PRISA, en ese colectivo de poderosos que quieren mandar en la política del país sin que nadie les haya elegido?
En síntesis: JIT vive muy bien, plácidamente, sin apenas indignación, el país real (no el que cuenta El País) le es bastante extraño y está, como puede verse, una y otra vez, al servicio de la voz y las órdenes del Amo.
Notas
1) http://elpais.com/elpais/2017/06/14/opinion/1497447536_136419.html
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