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¿Dónde está el Referente de Izquierda? (II)

Fuentes: Rebelión

Podemos tener un referente social de progreso fijándonos en el movimiento surgido en el interior de México, en la misma Selva Lacandona, Chiapas, donde el indigenismo a tomado conciencia de clase, rebelándose contra el poder establecido, hablamos del Ejercito Zapatista de Liberación-Nacional, un movimiento insurgente en pleno desarrollo que puede ser el detonante de una […]

Podemos tener un referente social de progreso fijándonos en el movimiento surgido en el interior de México, en la misma Selva Lacandona, Chiapas, donde el indigenismo a tomado conciencia de clase, rebelándose contra el poder establecido, hablamos del Ejercito Zapatista de Liberación-Nacional, un movimiento insurgente en pleno desarrollo que puede ser el detonante de una movilización mundial.

Si en mi anterior articulo afirmaba que el referente de izquierda a nivel mundial era un punto neutro entre los que sitúa dentro del sistema Capitalista y los que no lo aceptan y pretenden enterrarlo, adoptando un movimiento revolucionario amplio que haga posible las aspiraciones de un nuevo proceso Constituyente.

Para este nuevo proyecto que protagonizará la clase Obrera, hay ya un amplio grupo de gentes que opta por este cambio-revolucionario, planificando desde sus raíces, la participación horizontal, fuera de la esfera política parlamentaria y también de los sindicatos mayoritarios.

Si el Estado-social-capitalista cumplía cierta función publica, regulador de los mercados de capital y distribución a través de salarios a la clase trabajadora con unas prestaciones publicas-sociales gratis permitiendo el acceso a toda clase de persona, su eliminación es unas de las principales contradicciones, donde tropieza el Estado, con una tapia imposible de saltar, por tanto el referente principal del Estado ha sido devorado por el poder economico a nivel mundial. El equilibrio que se dio entre capital-trabajo se ha roto por lo que el capitalismo de Estado, está agotado y en punto muerto, el nivel de cierto equilibrio que se dio después dela 2ª guerra mundial, ha desaparecido del imaginario colectivo-individual.

Podemos seguir alimentando con nuestros esfuerzos la casta de impresentables, llamado Estado y volver al siglo XVIII o rebelarnos. Las condiciones objetivas y subjetivas se están dando en estos momentos en todo el sistema mundo.

 Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales, siendo a su vez leyes naturales. El Estado (o República) que Hobbes proyecta en Leviatán no es el concepto moderno de república (ausencia de monarquías) sino que es concebido como una res publica, es decir, un poder organizado de forma común cuya función es «regentar» las cosas públicas y que se funda a partir de la suma de voluntades individuales libres que deciden actuar para adquirir ventajas comunes. La libertad del individuo se verá reducida a los espacios donde la ley no se pronuncia. Sin embargo, al existir una cesión voluntaria de poder, se contemplaba un caso en el que los individuos podrían rebelarse contra el soberano: cuando éste causara perjuicios a su integridad corporal o a su libertad física, o sea, si el soberano no cumplía su parte del contrato social (defender la libertad de los individuos asegurando la paz) el pacto quedaba roto inmediatamente. El pensamiento de Hobbes deja un margen muy estrecho al libre albedrío y a la libertad individual. El propósito que Hobbes da al principio del segundo libro es describir la causa final, el fin o el deseo de los hombres (que aman la libertad y el dominio sobre otros) en la auto imposición de los límites en los que viven en sociedad que es un instrumento para su propia preservación y, consecuentemente, para obtener una vida más tranquila; es decir, para librarse de la terrible condición de constante guerra, que como fue demostrada en la primera parte, es natural a las pasiones del hombre cuando no hay poder visible que las limite y controles por el miedo al castigo. Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales, siendo a su vez leyes naturales.

El Estado (o República) que Hobbes proyecta en Leviatán no es el concepto moderno de república (ausencia de monarquías) sino que es concebido como una res publica, es decir, un poder organizado de forma común cuya función es «regentar» las cosas públicas y que se funda a partir de la suma de voluntades individuales libres que deciden actuar para adquirir ventajas comunes. La libertad del individuo se verá reducida a los espacios donde la ley no se pronuncia. Sin embargo, al existir una cesión voluntaria de poder, se contemplaba un caso en el que los individuos podrían rebelarse contra el soberano: cuando éste causara perjuicios a su integridad corporal o a su libertad física, o sea, si el soberano no cumplía su parte del contrato social (defender la libertad de los individuos asegurando la paz) el pacto quedaba roto inmediatamente. El pensamiento de Hobbes deja un margen muy estrecho al libre albedrío y a la libertad individual. El propósito que Hobbes da al principio del segundo libro es describir la causa final, el fin o el deseo de los hombres (que aman la libertad y el dominio sobre otros) en la auto imposición de los límites en los que viven en sociedad que es un instrumento para su propia preservación y, consecuentemente, para obtener una vida más tranquila; es decir, para librarse de la terrible condición de constante guerra, que como fue demostrada en la primera parte, es natural a las pasiones del hombre cuando no hay poder visible que las limite y controles por el miedo al castigo a aquellos que las lleven a cabo. Aunque haya habido otras formas de gobierno en el pasado, como fueron la tiranía y la oligarquía, Hobbes no las consideraba nombres de otras formas de gobierno sino las mismas con otro nombre. Pues aquellos que están descontentos con la monarquía la llaman tiranía y aquellos que están descontentos con la aristocracia la llaman oligarquía, al igual que aquellos que no les gusta la democracia la llaman anarquía (que significa falta o ausencia de gobierno).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.