En Santiago Centro, el Miguel de Cervantes se encuentra en toma tal como el de Aplicación, mientras alumnas del Colegio Carmela Carvajal de Providencia iniciaron esta mañana un paro indefinido al igual que el Lastarria. El liceo Miguel de Cervantes, ubicado en el número 2552 de calle Agustinas, fue tomado de madrugada por un grupo […]
En Santiago Centro, el Miguel de Cervantes se encuentra en toma tal como el de Aplicación, mientras alumnas del Colegio Carmela Carvajal de Providencia iniciaron esta mañana un paro indefinido al igual que el Lastarria.
El liceo Miguel de Cervantes, ubicado en el número 2552 de calle Agustinas, fue tomado de madrugada por un grupo de estudiantes, en el marco de las movilizaciones nacionales de este sector.
La medida provocó el inmediato arribo de efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros a las inmediaciones del establecimiento a la espera de una eventual orden de desalojo.
El portavoz de los estudiantes, Luciano Troncoso, explicó a la prensa que el recinto está ocupado por 70 alumnos que comparten la demanda nacional de los secundarios en torno a conseguir la gratuidad del pasaje escolar, de la PSU, hacer modificaciones a la Jornada Escolar Completa y derogar la Ley Orgánica Constitucional de Educación (Loce).
La toma del Cervantes se suma a igual medida que mantienen los alumnos del Liceo de Aplicación, ubicado en avenida Ricardo Cumming. En esta comuna, el Instituto Nacional y el Liceo A-3 -ex Confederación Suiza- se encuentran en paro.
En tanto, un día después que los alumnos del Liceo José Victorino Lastarria enfrentaran al alcalde de Providencia, Cristián Labbé, cuando llegó al establecimiento a acabar con una nueva toma, las alumnas del Liceo de Niñas Carmela Carvajal de Prat de la misma comuna iniciaron un paro indefinido.
De acuerdo a la presidenta del Centro de Estudiantes del recinto de avenida Italia, Valentina Ossa, mientras se mantenga la medida se desarrollarán jornadas de discusión y actividades culturales.
Anoche, mientras los alumnos del Lastarria mantenían tomado por segunda vez el establecimiento de calle Miguel Claro, el alcalde Labbé llegó para exigir el fin de la medida.
Ante su negativa a firmar una carta de acuerdo generó una batahola que lo obligó a parapetarse en la oficina del rector, mientras le lanzaban adjetivos como «fascista» o «mentiroso».
Al final, sin conseguir la firma a la carta en que se comprometía a ser nexo con las autoridades ministeriales, los escolares optaron por abandonar la toma ante la «amenaza de invasión policial». En reemplazo optaron por el paro indefinido.