Si el régimen político Colombiano continúa en manos de la clase dominante y criminal que lo sustenta, sería muy difícil que los pequeños pasos dados para una paz social digna trasciendan. Están muy claras las dificultades de este régimen, que hoy «jura y perjura» que transita por los caminos de una paz de la que […]
Si el régimen político Colombiano continúa en manos de la clase dominante y criminal que lo sustenta, sería muy difícil que los pequeños pasos dados para una paz social digna trasciendan.
Están muy claras las dificultades de este régimen, que hoy «jura y perjura» que transita por los caminos de una paz de la que nunca se preocupó, pero que hoy si «promueve», y que entendemos, responde, a la creciente crisis de hegemonía del bloque tradicional en el poder respecto a las clases populares amenazadas, pero fuertemente movilizadas y consientes de la paz que vendrá, entendiendo el creciente agotamiento de los mecanismos tradicionales de dominación, entre los que se encuentra el escenario electoral, mismo que hoy «ofrecen» para la democracia, pero desde las excluyentes instituciones Colombianas, que en una especie de «modernización «de la ultra–derecha«, pretenden firmar una paz neo–patrimonial, sin aflojar nada de sus funestos mecanismos de poder, que mutan cada vez que la movilización autónoma del pueblo asciende.
De tal manera que el pueblo llano seguirá pensando y actuando, más allá de las propuestas electoreras que promueven los medios oligárquicos, y que intentan sujetar o subordinar la paz y el proceso electoral, a «dos personas distintas y un solo dios verdadero«, que con Santos, o el Uribato fascista no detendrán el carácter terrorista del Estado Colombiano, o unas condiciones sociales que parecen inmodificables, pues mientras continua el sufrimiento y el dolor del pueblo, que exige y debe construir salidas políticas para conquistar la paz, el Estado promueve mayor capitalismo y continúa una guerra fratricida en la cual los factores internos adversos son fuerzas antagónicas que deben ser militarmente eliminadas, y sobre-todo, cuando adquieran la forma de verdadera oposición al régimen.
Si el Estado persiste desde su contexto ideológico en «resolver la paz» por medio del capitalismo, con más terror, con violencia o el aniquilamiento de las diversas manifestaciones de la protesta popular, como ocurre hoy, o en el pasado contra el Frente Popular, A luchar o la UP, entre otros, entonces para lo que realmente el poder se prepara, es para – de no ser posible su paz -, darle salida a mecanismos de abiertamente dictatoriales, para mantener la repartición del Estado entre los mismos agentes dominantes, y su autoritarismo de narco-socios, del que dependen las elecciones, y claro, la economía; y la paz¡
Entonces, si la determinación de paz del pueblo es traicionada pese al esfuerzo digno de este, y el Estado sigue recurriendo a la NO PAZ, a la preservación del injusto orden existente, o a una estrategia ofensiva y criminal de recomposición del bloque en el poder, a partir de alianzas electorales oligárquicas y criminales cambiantes, o acentúan la violencia y la muerte; serán nuevamente las grandes mayorías en su legítima defensa, quienes que con la forma de lucha y organización que autónoma y unitariamente definan, tendrán la responsabilidad y el deber de conquistar su definitiva independencia, y la paz con justicia social.
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