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Duque reconoce que el proceso de paz en Colombia durará otros 15 años

Fuentes: Rebelión

Uno de los problemas más serios que tiene la mentalidad dominante en Colombia, acostumbrada al inmovilismo escolástico de siglos de que «no hay nada nuevo bajo el sol», radicalmente opuesto al pensamiento dialectico del movimiento constante de la materia; es la creencia de que todo va a permanecer inmodificado «per sécula seculorum», inmóvil eternamente. Sin […]

Uno de los problemas más serios que tiene la mentalidad dominante en Colombia, acostumbrada al inmovilismo escolástico de siglos de que «no hay nada nuevo bajo el sol», radicalmente opuesto al pensamiento dialectico del movimiento constante de la materia; es la creencia de que todo va a permanecer inmodificado «per sécula seculorum», inmóvil eternamente. Sin cambios, ni en la superficie y menos en su esencia contradictoria profunda. Por eso es fácil entender una noticia como está, aparecida en uno de los medios más importantes del régimen: https://www.wradio.com.co/noticias/actualidad/ante-quejas-por-demoras-duque-recordo-que-implementacion-de-paz-durara-15-anos/20191129/nota/3985512.aspx

En donde el presidente de Colombia Duque, azorado por la creciente y combativa movilización y protesta social de todo el país iniciada este 21 de noviembre, le responde a una delegación de organizaciones sociales y de victimas del conflicto armado que se hicieron presente en la casa presidencial (29.11.2019) lo siguiente:

«Una de las tareas como Gobierno es que este proceso, que no es un proceso que se surta ni en 1, ni en 2, ni en 3, ni en 4 años sino en un periodo de 15 años, se surta bien para el país con la base fiscal, de planificación «.

No es ya la perdida de la conciencia de la finitud (biológica) de la vida humana, que muy probablemente dentro de 15 «añitos» mal contados (como sucederá con todos nosotros) vaya a convertir en «huesitos» las «carnitas» (sic AUV) de los adultos mayores que están hoy en alianza política, y quienes firmaron la paz con una bala convertida en bolígrafo en la heroica ciudad de Cartagena de Indias, en aquel inolvidable espectáculo mediático del 27 de septiembre del 2016, sonorizado con el estruendo aterrador de un bombardero rasante que por poco le hace perder la compostura (no se sabe si algún esfínter) a TimoFarc Londoño, aquel el frio y curtido guerrillero de mil batallas y 40 años de lucha contra el oprobioso Estado contrainsurgente colombiano, que uno de sus fundadores el godito bien peinado Álvaro Gómez Hurtado, llamaba «el régimen».

No es solo esta enajenación de la biología desmentida por el movimiento masivo que se está dando en toda la sociedad colombiana como resultado del resquebrajamiento electoral e ideológico del fascismo en su variante contrainsurgente colombiana sobre la llamada «clase media». Sino que es fundamentalmente como lo han repetido y advertido innumerables estudiosos de la economía colombiana, el reconocimiento cínico ya público de que los firmantes del Acuerdo de paz, eran conscientes de que el proceso de su implementación era imposible financiarlo con el modelo económico como el dominante en Colombia y, que el entonces presidente colombiano JM Santos puso como línea roja de la «negociación» negándose rotundamente a discutir. Es decir, un proceso económico-social que nació desfinanciado.

A causa de un «modelo económico» (vuelvo a repetirlo) que mezcla en la práctica dos modelos económicos y su consecuencia en las finanzas públicas, mediante un pacto mafioso-financiero-extractivista de larga duración: 1) De ganaderos, terratenientes, mafiosos, y gamonales políticos, que ven en el Acuerdo de paz un obstáculo para mantener la captura de rentas obtenidas mediante el despojo hecho por los paramilitares oficiales, el narcotráfico y la ganadería extensiva. 2) El gran capital financiero trasnacional interesado en orientar la lógica neoliberal de la acumulación de capital por el despojo (a los seres humanos y a la naturaleza) en los territorios en función del extractivismo, el mono cultivo y las economías de enclave, y el desarrollo de grandes proyectos minero-energéticos de acuerdo con la tendencia internacional de las «commodities».

Derivado de lo anterior: La ejecución de las finanzas públicas en función del rentismo financiero-extractivista neoliberal que llevó al gobierno de Duque a profundizar esta desfinanciación del Acuerdo de paz de la Habana (vía disciplina fiscal y focalización del gasto público) heredadas de su antecesor JM Santos, lo que finalmente han hecho crisis sacando a la calle a «gente que vive de su trabajo» sea precario o no.

Crisis económico social hace mucho tiempo también advertida y señalada como crisis global del neoliberalismo en la economía-mundo dominante, que los intoxicadores de opinión en Colombia se empeñan en desconocer, tratando de explicarle a sus influidos que los apresurados cambios globales que se están dando en todo el mundo, cambios en todo sentido, pero principalmente económico-financieros, demográficos y ecológicos, ya aceptados en los países desarrollados como crisis civilizatoria, no tienen nada que ver con la economía ni con la sociedad colombiana. Que Colombia es la paradisíaca excepción de la isla de Robinson Crusoe y el gobierno eterno de la dupla aparentemente en disputa, pero esencialmente unida del Santo-Uribismo.

Que Colombia está por fuera de la enconada disputa por los mercados y los recursos naturales del globo terráqueo que se está dando entre las principales potencias capitalistas hegemónicas actuales: USA, China, Rusia, Europa, Japón, entre las más notorias, y que ha roto definitivamente el patrón mundial del US dólar surgido en los acuerdos de Bretton Woods en 1.944 y empieza a sustituir al Hegemón imperialista estadounidense por el multilateralismo de múltiples potencias en concurrencia. Y por esto se preparan a continuar «así como vamos, que así vamos bien», como solía decir el capo del empresariado.

Hegemón imperialista único, que ha respondido al reto de sus competidores haciéndose fuerte en lo que considera su «patio trasero continental americano», en donde bajo ninguna circunstancia pueden entrar las demás potencias reactivando la doctrina del Monroísmo, a la par que promueve el caos y la desestabilización con guerras de cuarta generación y sanciones de todo tipo en las otras zonas continentales en donde se le plantea la competencia: en África, en el cercano oriente, en Asia central, en el sudeste asiático, Indonesia, Filipinas y Hong Kong, etc.

Y al no entender lo anterior o mejor al tratar por todos los medios de ocultarlo, oscurecerlo, enredarlo fraccionándolo en múltiples elementos descontextualizados para hacerlo espeso a la comprensión del hombre de la calle, evitar por todos los medios que se llegue al problema nacional: Al asunto del Estado-Nación como relación social y condensación de la lucha de clases en una hegemonía y una coerción concreta, en una nación concreta, con una economía concreta; que es lo que está en crisis en todo el globo terráqueo. Que no se analice el problema del Estado español y la crisis de Cataluña y las demás nacionalidades. O el estado de Ucrania partido. O la destrucción del estado Plurinacional de Bolivia. El remplazo del Estado neoliberal montado por Pinochet en Chile. El reversazo a la orden del FMI en Ecuador, o el retroceso del reformismo del Frente amplio en Uruguay. O las vicisitudes del peronismo argentino para dar de comer a las masas hambrientas que deja Macri y el FMI. O la profunda crisis del Estado brasileño agudizada por los incendios sociales de la guerra del Poder judicial contra el partido de los trabajadores y obvio, por los devastadores incendios provocados en la Amazonía de los ganaderos y madereros que soportan al fatídico Bolsonaro.

En breve: que el anuncio cínico y alienado de Duque de que el proceso de paz de Colombia durará 15 años porque esta desfinanciado, ineludiblemente se debe contextualizar con otros tres elementos provenientes de una mirada geoestratégica: 1. La crisis civilizatoria global de la economía mundo. 2. La encarnizada disputa entre las potencias capitalistas desarrolladas de USA, China, Rusia, Europa, Japón, entre las más notorias por los recursos y materias primas esenciales, bien sea petróleo, o litio para las baterías de los coches eléctricos, o tierras raras y minerales esenciales para la industria, etc 3. El asunto del civilizatorio y económico del Estado-Nación. 4- A los que se le debe sumar el análisis riguroso de los elementos internos concretos de cada formación económico social, que debe llevar necesariamente al planteamiento prospectivo de la necesidad de un proceso constituyente amplio y democrático que desmonte no solo el monstruo coercitivo del ESMad, sino todo el Estado plebiscitario contrainsurgente creado por Lleras Camargo y Laureano Gómez mediante el pacto de cúpulas de Sitges en 1957. Para una ampliación de esto último, por favor ir al análisis histórico-científico de mi autoría: http://www.rebelion.org/docs/262225.pdf

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.