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Ecología, infancia e inmigración

Fuentes: Insurrectasypunto

Está bien que se haga un seguimiento riguroso del ritmo de deforestación del Amazonas. Y que se controle y se tomen medidas para circunscribirlo y contenerlo. ¿Pero quien controla el número de niñas y niños que mueren cada año de hambre o de enfermedades curables? ¿De Malaria en África? ¿Se sabe que cada 5 segundos […]

Está bien que se haga un seguimiento riguroso del ritmo de deforestación del Amazonas. Y que se controle y se tomen medidas para circunscribirlo y contenerlo.

¿Pero quien controla el número de niñas y niños que mueren cada año de hambre o de enfermedades curables? ¿De Malaria en África? ¿Se sabe que cada 5 segundos muere una criatura de menos de 10 años de hambre?. Esto es, 1.824 por día, 668 mil por año. ¿Que medidas se toman para impedir esa masacre de niños y niñas pobres?

Semanalmente mueren decenas de africanos en las costas da España, intentando llegar para encontrar alguna forma de supervivencia. Algunos llegan muertos, otros son devueltos para sus países de origen. No hay una estadística de cuantos murieron en la travesía este año o desde que comenzaron los intentos de cruzar el Mediterráneo. Son todos anónimos, de la misma forma que los muertos palestinos – mientras que los israelíes, cien veces menos, tienen todos identificación, familia, biografía.

Hay un tema que sigue diferenciando a la derecha de la izquierda, es el de la migración. Y, tristemente, debo decir que si ese criterio tiene validez, quedan muy pocos izquierdistas en Europa, pocas voces atendieron a la llamada de Evo Morales para que no fuese aprobada la vergonzosa ley de inmigración por la Unión Europea.

Una voz discordante es la de la editora de economía del nuevo diario español – El Público -, Amparo Estrada. Ella recuerda a los españoles que sus coterráneos judíos fueron obligados a migrar en 1492, los moriscos, en 1609, los afrancesados, en 1814, liberales, a partir de 1823, republicanos, a partir de 1936, los pobres, a partir dos anos 60. Recuerda ella que en los tiempos de la dominación colonial española, era exilio económico, buscando una vida mejor, que se prolongó después de la independencia, todo el siglo 19. Fue tan intensa que llego a haber un decreto prohibiendo la inmigración para América en 1853. Siguió por mucho tiempo más, la inmigración política y económica para Francia.

En la segunda post guerra, España, todavía pobre, vio salir de su país más de un millón de personas. Nunca, ningún país creó una cuota, le impuso un límite al ingreso de españoles. América Latina es un caso claro de recepción fraternal de todos los españoles que por aquí llegaron para intentar mejorar sus condiciones de vida. Las estadísticas registran mas de un millón de españoles viviendo afuera, porque todos los otros adoptaron la nacionalidad del país para el cual migraron, tan bien fueron recibidos y tanto se adaptaron.

Cuando la economía española entró en recesión, una de las primeras medidas del gobierno fue limitar el ingreso de inmigrantes. Ya no se trata de los que provienen del África, que nunca tuvieron acogida, sino de los latinoamericanos. En condiciones que demográficamente España – así como toda la Europa occidental – sólo no disminuyó su población en términos absolutos, gracias a la inmigración.

Al mismo tiempo que, gran cantidad de empleos -no calificados o de baja calificación – entre ellos la construcción civil, el boom inmobiliario fue la palanca que estimuló el ciclo expansivo de la economía que ahora termina, y las empleadas domésticas, son los casos mas evidentes. Según Amparo, la inmigración permitió disminuir la tasa de desempleo estructural en dos puntos porcentuales en la última década. Un tercio del aumento del nivel de empleo se debe al empleo doméstico.

El razonamiento mezquino de las autoridades españolas revela la insensibilidad con los trabajadores inmigrantes, con sus necesidades y sueños. A ley contra a inmigración de la Unión Europea afecta derechos humanos elementales. La globalización neoliberal promueve la libre circulación de capitales y de mercaderías, pero cierra las fronteras para la fuerza de trabajo, para los seres humanos, revelando como el capitalismo choca frontalmente con el humanismo y la solidaridad.