Recomiendo:
0

Ecología Política y Teoría Crítica

Fuentes: Rebelión

Dos puntos son los que llaman la atención de la ecología en tanto práctica política. En primer lugar, la crítica de los nuevos representantes del marxismo ecológico o de la economía ecológica al «eco-marxismo» de los 70s y 90s dan el en centro mismo del debate. En efecto, la creación del medioambiente construido -infraestructura pública- […]

Dos puntos son los que llaman la atención de la ecología en tanto práctica política. En primer lugar, la crítica de los nuevos representantes del marxismo ecológico o de la economía ecológica al «eco-marxismo» de los 70s y 90s dan el en centro mismo del debate. En efecto, la creación del medioambiente construido -infraestructura pública- y su acceso, en América Latina, se dio a través de grandes luchas sociales de los tradicionales movimientos sociales por expandir el Estado de Bienestar. Esta fue una de las primeras luchas de las comunidades indígenas y campesinos costeños: educación, salud, carreteras. Aspiraciones que, en cierta medida y hay que reconocerlo, en los actuales gobiernos progresistas de América Latina , el papel del Estado de Bienestar se ha profundizado. Sin embargo, su función está ligada al papel del Estado moderno en un capitalismo multipolar; así pues, el Estado, en tanto promotor de ambientes construidos, depende irremediablemente de las dinámicas del capital. El punto crucial es la enorme entropía que esto ha generado y que se hace evidente en vastas regiones ecosistémicas y en poblaciones rurales y amazónicas. El ciudadano no es pues un sujeto abstracto, es también un engranaje del capitalismo en su acceso al mercado como consumidor.

Por otro lado, en tanto «la destrucción ecológica genera movimientos sociales» (Martinez-Alier), la teoría crítica de la Ecología Política debería posicionarse también como una crítica a los tradicionales movimientos sociales y al rol de un Estado dentro del capitalismo multipolar. Ante los límites del crecimiento, la creación de condiciones generales de producción -infraestructura pública- que se ha centrado en dinámicas urbanas y de apertura para promocionar los corredores del capital, tiene también que tener un límite; es decir, el Estado en tanto mediación entre naturaleza y sociedad en el capitalismo multipolar, debe ser controlado por los procesos de los nuevos movimientos sociales que surgen al fragor de la destrucción ambiental.

De todos los gobiernos de América Latina, el gobierno Boliviano sería el único que podría alcanzar una visión crítica a estos procesos estatales por la presencia de varios lenguajes críticos -arcaicos- que hacen frente a este desarrollo, marcado por una profunda praxis del ecologismo popular. Lo mismo sucede con grandes masas poblacionales rurales en América Latina que critican de lleno la idea del progreso desde sus propias cosmovisiones y dada su afectación a las externalidades entrópicas del desarrollo. Walter Benjamin, en texto de Grüner-Gomez, haría notar la importancia de estos lenguajes en su nueva lectura de la dialéctica al señalar que en las luchas emancipatorias, no hay progreso sino la tensión de un pasado «arcaico» que regresa como «segunda naturaleza» y un futuro «devenir» que no puede «nombrarse» todavía; la dialéctica de la historia aparece entonces como la relación entre el presente de la historia y esta «segunda naturaleza», sepultada en el pasado pero plausible de ser recuperada antes los enormes desafios ambientales.

Teoría Crítica será pues, poner en entredicho al «sujeto de la transformación», la figura del intelectual en el marxismo, y el mismo papel del Estado. Esto es lo que realmente importante.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.