La agenda del gobierno nacional, en su objetivo de «internacionalizar la economía» ha trazado como meta terminar su cuatrienio con la firma de 13 TLCs que involucren a más de 50 países. Ante esto, no son pocos los empresarios y gremios económicos, que preocupados empiezan a preguntar ¿Por qué tantos TLC? ¿Qué tanto vamos a […]
La agenda del gobierno nacional, en su objetivo de «internacionalizar la economía» ha trazado como meta terminar su cuatrienio con la firma de 13 TLCs que involucren a más de 50 países. Ante esto, no son pocos los empresarios y gremios económicos, que preocupados empiezan a preguntar ¿Por qué tantos TLC? ¿Qué tanto vamos a vender? O más bien ¿Cuánto vamos a comprar? Las preocupaciones están en el ambiente en cuanto a los riesgos que representan para la producción y el empleo nacional. Precisamente uno de los que más dudas despierta, junto al de Corea, es el TLC con Turquía.
La explicación del porque un TLC con Turquía, se encuentra en la «Clausula Turca» ó Declaración conjunta adherida al tratado con Colombia, del TLC que firmamos con la Unión Europea, donde se «invita» a negociar a la mayor brevedad un TLC con Turquía.
Andrés Espinosa Fenwarth, CEO de Inverdies, explica que dado los acuerdos que perfeccionaron en el 93 la Unión Aduanera entre Turquía y Europa, el primero es susceptible de recibir los productos que, producto del TLC con la UE, se vendieran desde Colombia, pero no podía disfrutar de las oportunidades que ofreciere el mercado colombiano para sus ventas. Por lo tanto, «El TLC con Turquía sirve básicamente para que los turcos puedan exportar sus productos industriales a Colombia.» Por esta razón además, Turquía pasó del puesto 15 en la agenda de comercio exterior de Colombia en el 2009, a uno de los primeros lugares en el 2011, al punto que hoy solo restan 2 de los 13 capítulos por negociar.
La exigencia de Europa sobre la clausula Turca no es un capricho ó un acto de solidaridad con los turcos. Esta exigencia tiene justificación en el plano económico, en el de los negocios, donde históricamente Turquía ha estado estrechamente ligada a los intereses de Europa y Estados Unidos. En Turquía sobresale principalmente la influencia europea, pues ha consolidado importantes inversiones y deslocalizado bases industriales al país otomano. En 2010 por ejemplo, el 71,01% de la inversión provino de los países de la Unión Europea, siendo Países Bajos y Alemania los principales remitentes sumando el 31.3% del total de la IED.
Como es sabido, la inversión extranjera moldea la economía de los países receptores según sus intereses. Mientras en Colombia el 80% de la IED llega a al sector minero, en Turquía para el mismo sector la IED no supera el 0,93%, y en contraprestación, el sector industrial y el comercio de mayorista y minorista; reparación de vehículos motores, motocicletas y electrodomésticos recibe el 51,29% de dicha inversión.
El vínculo entre estas economías se evidencia en la consolidación de varios miles de empresas industriales de dichos países en territorio turco. En septiembre del 2009, el Today’s Zaman publicaba que existían en Turquía 22.505 empresas extranjeras según los datos de la Subsecretaría de Hacienda turca, instalándose 2500 en promedio anual desde 2003 a 2011. Del total de empresas extranjeras, el 54,7% provienen de la Unión Europea. Alemania con 3852 empresas (17,11%) es el país con mayor número de empresas en el país. Le sigue Inglaterra con 2123 (9,43%), Países Bajos con 1723 (7,65%), Irán con 1089 (4,83%) y Estados Unidos con 974 (4,32%). Para el 2011, la cantidad de empresas extranjeras ascendió a 30.000 aproximadamente.
Entre las razones para que se efectué este proceso están las ventajas que Turquía ofrece en el tema laboral, pues como explican las fuentes oficiales «es muy competitiva en lo que se refiere a costes de mano de obra y a productividad. Ha experimentado una tendencia al aumento estable en la productividad laboral combinada con una tendencia a la reducción del salario real unitario». El promedio anual de horas trabajadas por semana en empleos a jornada completa es de 52,2 y el coste de mano de obra por hora (USD) es de 3,37, uno de los más bajos del mundo.
Estas empresas y grupos económicos nos solo han venido estableciéndose en el territorio turco sino también comprando empresas turcas o mezclando sus capitales con estas, como han venido haciendo los grupos económicos industriales de Alemania AUNDE, (producción principal en sector textil y confecciones; partes textiles de autos) y METRO (comercio minorista y mayorista, producción electrodomésticos y computación) o también multinacionales farmacéuticas como Pfizer, GlaxoSmithKline, Bayer, Roche y Novartis .
La economía turca es reconocida por su importancia en el sector textil y confecciones, automotriz, farmacéutica, química, plásticos, siderúrgica y metalmecánica. Es decir, sectores industriales que sobreviven en Colombia a pesar del «libre» comercio y la apertura. Es además la potencia agrícola en productos lácteos y sus derivados en la región. En el ranking de subsidios agropecuarios para el período 2006 a 2008 se ubicó en séptimo lugar con el 21% del ingreso bruto de los productores aportado por el Estado.
No hay riesgo alguno de poder competir contra Turquía, entre otras razones porque es competir además contra el aparato industrial europeo. Por el contrario son enormes las amenazas para el empleo industrial colombiano que ve amenazado el 37% de sus puestos con una industria que es tres veces mayor a la colombiana, según explicó Martha Lucia Ramírez, directora de la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana y otrora Ministra de Comercio Exterior y Defensa. Hoy, en una actitud crítica frente a estos TLC, Ramírez reconoce que: «el país tiene que asumir una posición firme en la defensa del empleo. No podemos entregárselo al resto del mundo sólo porque atraviesan una crisis económica».
Con el TLC, Colombia seguirá exportando lo mismo que ha venido exportando hacia Turquía: Carbón, que ocupa más del 94% de las ventas a ese país. Turquía, por su parte aumentara su oferta y sus ventas en los productos industriales que ya hoy le compramos como textiles, confecciones, química básica, armas y maquinaria y equipo que ocupan el 55% de lo que les importamos.
TLCs como el de Turquía y el de Corea se enmarcan en las crisis de superproducción de grandes potencias como Estados Unidos y la Unión Europea, que proponen también el «libre» comercio entre sus economías satélites o subsidiarias donde encuentran su despensa minera o donde han deslocalizado su producción buscando mano de obra mucho más barata. Colombia es el mayor perdedor en toda la ecuación, pues jugando a la perfección el rol del «país minero» el desarrollo industrial seguirá aplazado por varias décadas más.
La política industrial de Santos es la del DESPRECIO por lo nacional.
Los documentos y estudios del Ministerio de Comercio sobre el TLC con Turquía, acomodan sus argumentos para justificar la consolidación de Colombia como una economía primaria de acuerdo con la «ventaja competitiva» que tenemos en el sector minero, aun reconociendo que existe una base industrial y agrícola de importancia en la producción y en empleo para el país.
Arguyendo el grado de «complementariedad» entre las economías para la justificación positiva del acuerdo el Ministerio explica:
«En estructura económica hay importantes diferencias. La economía de Turquía mantiene un alto componente de base industrial; en 2010 éste representó el 24,2% del PIB generado, mientras la participación en Colombia fue de 13,1% del PIB. Por el contrario, la minería en Turquía no es representativa, 0,8% del PIB, mientras que en Colombia fue el 7,1% del PIB. La participación de la agricultura en el PIB total de Turquía (9,4%) es más alta que la de Colombia (6,5%).»
Lo anterior ratifica el destino como país minero que sobre Colombia delinearon poderes ajenos al interés nacional y que con tanto esmero, administraciones como la de Uribe y Santos se empeñan en sacar adelante. A su paso acaban con el desarrollo industrial que, aun siendo poco, con tanto esfuerzo y obstáculos ha alcanzado la nación. Su negligencia en el manejo de la revaluación del peso y su efecto en la ya desacelerada industria, son otra prueba de esto. La política industrial de Santos, la del «libre» comercio, es la del DESPRECIO por lo colombiano, el desprecio por lo nacional.
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&langref=ES&cod=69610