Eduardo Artés Brichetti (65), profesor, primer secretario del Partido Comunista Acción Proletaria (PC-AP) y presidente de Unión Patriótica (UPA), se proclama como el genuino candidato presidencial de la Izquierda chilena, porque su postulación a La Moneda «es la única que está al servicio de los trabajadores y del pueblo». Dice que la corrupción es consustancial […]
Eduardo Artés Brichetti (65), profesor, primer secretario del Partido Comunista Acción Proletaria (PC-AP) y presidente de Unión Patriótica (UPA), se proclama como el genuino candidato presidencial de la Izquierda chilena, porque su postulación a La Moneda «es la única que está al servicio de los trabajadores y del pueblo». Dice que la corrupción es consustancial al modelo económico, social y político existente, y propone una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución para avanzar hacia un régimen democrático popular, que además de terminar con la influencia de los corruptos, incluya como protagonistas a las mayorías que están condenadas a una vida de pobreza y marginación.
¿Cuál es el propósito de su candidatura presidencial?
«El sentido fundamental es levantar una plataforma para trabajar en dos líneas que están unidas: un proyecto de refundación democrática de largo plazo, popular y socialista, que contribuya el reencuentro de todos los que hemos reclamado una posición de Izquierda; y otra de corto plazo, para dar respuesta a los problemas planteados por la gente, que necesita soluciones en salud, previsión o educación.
Buscamos instalar una tendencia democrática, que se irá construyendo de acuerdo a las necesidades que tiene el movimiento popular, para así enfrentar los cuatro años que vienen con una plataforma unitaria amplia, que ponga a los trabajadores y al pueblo en una perspectiva de cambio social estructural».
En las elecciones, el votante se orienta a alternativas que tienen alguna viabilidad política.
«Unión Patriótica tiene 35 mil afiliados y en la práctica hay más de 50 mil personas que están con nosotros. Si proyectamos esa cifra, hablamos de una influencia sobre más de 500 mil personas. Llegamos a ellos con un discurso claro de ruptura y propuesta sobre los grandes temas en relación con la transformación de la sociedad.
Hay fuerzas vacilantes, que le sacan el cuerpo a levantar un perfil nítido de Izquierda. Por ese motivo mucha gente no participa, se queda en su casa y no le ve sentido a la política. Pero hay una franja importante de ciudadanos que buscamos una salida de Izquierda, sencilla en su forma y precisa en sus términos. Si no fuera así, no tendríamos la cantidad de adherentes que tenemos, sin recursos financieros para hacer campaña ni posibilidades de acceso a los medios de comunicación.
La situación en la que se encuentran los dos bloques neoliberales dominantes, Chile Vamos (CV) y Nueva Mayoría (NM), y las contradicciones internas del Frente Amplio (FA), permiten que nuestro conglomerado sea eje de una política popular y de Izquierda.
Los sectores dominantes están en crisis y esta situación se irá profundizando. Podrán capear el temporal por ahora, mientras no surja desde los trabajadores y el pueblo una propuesta clara y firme. El desarrollo de nuestra alternativa sigue adelante en esa línea».
LOS TRABAJADORES
Y LOS CAMPOS
La política en democracia se hace con mayorías…
«UPA es amplio y concurren organizaciones políticas como el PC-AP, el Partido Constituyente, el Colectivo Avanzar, y ex militantes miristas, socialistas o frentistas, cristianos y hasta pastores evangélicos. Trabajamos juntos para construir con la gente, apoyando sus conflictos y reivindicaciones.
Confiamos en la unidad de los trabajadores y del pueblo; más allá de otras fuerzas que, con calculadora en mano, están viendo cómo acercarse un poquito más al poder, a través de una construcción política que es pan para hoy y hambre para mañana. La experiencia indica que en Chile y en el mundo las mayorías se logran apostando a la integración de los conflictos con el pueblo y este como protagonista.
Apoyamos al Movimiento No+AFP, las demandas de los pueblos originarios y los conflictos medioambientales. Estamos insertos y al servicio de ellos. Nuestra candidatura no es entendible al margen del movimiento social, que para nosotros es mucho más importante que los votos. Nos sentimos parte de un gran movimiento que usando diversos espacios, como el electoral, hace viable una alternativa revolucionaria que apunte al fondo de los temas que la sociedad reclama».
¿Cómo percibe los cambios en la realidad del trabajo?
«Analistas dicen que la clase obrera ha desaparecido. Por el contrario, muchas profesiones liberales se han ‘obrerizado’ y hay que dar cuenta de esta nueva realidad. La influencia de los trabajadores en la lucha social no está determinada por la cantidad, sino por la naturaleza y calidad de su actividad, y debe involucrar también a muchos sectores del pueblo, como la pequeña burguesía, que tiene contradicciones con el neoliberalismo y el imperialismo. Esto a través de reivindicaciones nacionales, en un país en que la industria de producción de artículos de consumo masivo ha desaparecido, solo estamos exportando materias primas.
El sindicalismo vive una situación compleja: hay un sector cautivo del sistema y de los partidos de la NM e incluso de la derecha. Pero también hay sectores importantes que se reorganizan con mayores o menores grados de éxito contra la conciliación y el sindicalismo amarillo. En todos lados nos dicen que hay que limpiar los sindicatos de malos dirigentes, que venden el pliego laboral y se arreglan con la patronal».
¿Cómo se puede cambiar esta realidad?
«No habrá cambios dentro de la institucionalidad existente. Somos partidarios de una Asamblea Constituyente, lograda con protagonismo popular, que nos permita hacer transformaciones. Eso no nos inhibe de enfrentar cada una de las demandas inmediatas en salud, educación o salarios. La mayoría de los trabajadores vive con menos de 300 mil pesos mensuales y esta es una realidad que hay que enfrentar de inmediato. Pero incluso si el sueldo mínimo subiera a 500 mil, no avanzaremos si no somos capaces de impulsar un proceso de transformación de la sociedad. No estamos participando en la política para acomodarnos al sistema, sino en un proceso de acumulación de fuerzas para su transformación radical.
Con la derecha no tenemos nada que hacer, aunque hay gente del pueblo que ha optado por apoyarla como una manera de castigar las políticas antipopulares de la NM. El fenómeno Ossandón es un elemento que hay que observar, porque alguna gente está enrabiada, sin entender cuál es la salida, y eso es peligroso. Esas personas pueden ser presa fácil del camino populista o incluso neofascista.
En la NM y particularmente en el FA, vemos personas que de verdad quieren cambios y pienso que es posible que a través de sus prácticas lleguen a ser parte de un espacio unitario mucho más amplio. Sin embargo, por ahora no vemos la posibilidad de apoyar a otros bloques políticos en segunda vuelta. Nuestro proyecto no está reflejado en otras opciones, como las que representan la NM o el FA.
Ser de Izquierda para nosotros significa identificarse con un largo proceso de lucha social de más de 200 años. Aquellos que desconozcan esta historia y particularmente el periodo de la UP, no pueden ser considerados de Izquierda. Me refiero a lo que dijo Beatriz Sánchez acerca de que el gobierno de Allende habría sido totalitario, afirmación que le salió de las vísceras y que podemos oir también en otras opiniones de dirigentes que hablan con gran desconocimiento de la historia de Chile. Hoy, ser de Izquierda es ponerse al servicio de los trabajadores y del pueblo, con un programa que dé cuenta de sus reivindicaciones inmediatas y que apunte también a transformaciones estructurales que conduzcan a crear poder popular».
EL MODELO GENERA
CORRUPCION
¿Qué papel tiene la corrupción dentro de este modelo?
«La corrupción representa la esencia del modelo. Si alguien se imagina que puede funcionar de otra forma un sistema centrado en la ganancia y la especulación, vive fuera de la realidad. Hecha la ley, hecha la trampa. Escuché decir a la directora de una escuela particular, que aceptó quedar con la subvención del Estado, que ahora pedirá un aporte voluntario de 30 ó 50 mil pesos mensuales a los apoderados. Así llegamos siempre al mismo lugar.
Si alcanzamos el gobierno, lo haremos en un momento de cambios profundos, porque nuestra propuesta será radical. Haremos una política al servicio de las mayorías sin que nos tiemble la mano. No solo aplicaremos las leyes que ya existen, sino también impulsaremos una nueva institucionalidad que deje afuera a corruptos y corruptores. Apostamos a transformaciones profundas y esto exige un desarrollo superior de la conciencia de clase, sin lo cual probablemente caeríamos también en la corrupción y el clientelismo.
Proponemos un programa que significa la democratización de las FF.AA., basada en un escalafón único del personal que ponga fin a las limitaciones que tiene el personal de rango inferior para alcanzar altos cargos en las instituciones. Queremos que estas instituciones uniformadas pierdan su carácter parasitario y que de diversas maneras participen en la producción. Que las fuerzas policiales se integren a la vida cotidiana de la gente, terminando su carácter represivo, para enfrentar a la delincuencia desde adentro y en una relación cotidiana con la población. Es decir, que estén al servicio de la vida social.
Cuando decimos que somos partidarios de un proceso democrático, no hablamos solo de elecciones. La democracia significa participación de las mayorías en las definiciones del destino del país. No estamos pensado en la democracia al estilo norteamericano o chileno. Esta forma de democracia no da el ancho para las transformaciones que necesitamos. La democracia existente solo sirve a las minorías privilegiadas y en nuestra mirada debe estar al servicio de las mayorías, manteniendo a raya a una minoría que busca imponer su visión a partir del poder económico, cooptando a los actores políticos».
POLITICA EXTERIOR DE CHILE
¿Cómo aprecia la política internacional del gobierno?
«Es indigna: apenas el Departamento de Estado entrega una declaración respecto a Bolivia, Venezuela, Corea, Siria o lo que sea, la adhesión del gobierno de Chile está asegurada. Eso habla de lo inconsecuentes que son aquellos sectores proclamados de Izquierda que están dentro de un gobierno entregado a la oligarquía financiera y a las transnacionales. La dirección del PC de vez en cuando hace una declaración apoyando al presidente Nicolás Maduro, que es para consumo de su militancia, mientras el canciller del gobierno está pidiendo las penas del infierno para Venezuela.
Para su disputa hegemónica con China y Rusia, Estados Unidos necesita ordenar su patio trasero, alineando a países como Argentina o Brasil, cuyas burguesías tienen mayor independencia como consecuencia de su desarrollo industrial, y no están dispuestas a someterse de buenas a primeras a los dictados norteamericanos. EE.UU. ha buscado desestabilizar a gobiernos como el de Dilma Rousseff en Brasil o Cristina Kirchner en Argentina, utilizando armas como la corrupción. Aprovechan estos mecanismos para posicionar gobiernos dóciles a los designios del Fondo Monetario Internacional y a los intereses del imperialismo. Pienso que las alternativas de derecha que gobiernan esos países estarán en el poder por corto tiempo, y que sus pueblos retomarán una posición de mayor soberanía e independencia.
Con Bolivia, estamos por el diálogo entre los pueblos. Los conflictos han sido impuestos artificialmente por las oligarquías de ambos países y las diferencias debemos resolverlas en un plano de unidad y conveniencia mutua, en la medida que tengamos un gobierno decente y un Estado realmente democrático en Chile.
Estamos por una política unitaria latinoamericana, basada en la búsqueda de objetivos comunes como pueblos. Ante el intento de EE.UU. de recuperar terreno en América Latina, nuestro aporte es levantar en Chile un movimiento de Izquierda antiimperialista. Podemos sacar declaraciones o hacer marchas de apoyo, pero lo importante es asumir una posición soberana como país».
¿Estados Unidos es más fuerte o más débil que hace 50 años?
«La fortaleza de Estados Unidos como superpotencia es muy relativa; hace 50 años, como consecuencia de la victoria de las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial, jugó un papel gravitante, pero hoy no tiene la misma influencia.
Es necesario tener confianza en nuestras propias fuerzas y en que existen elementos ideológicos y culturales que deben ponerse al servicio de las demandas populares. Ante la indignación de las mayorías con este sistema injusto y corrupto, que somete a las personas a una vida miserable, las ideas socialistas, populares y revolucionarias siguen vigentes. Por eso no deben usarse como carteles en un muro. Estas ideas deben ponerse al servicio de las mayorías que reclaman contra el sistema y no quedar reducidas a los salones de la elite o a arreglines entre cuatro paredes».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 883, 1º de septiembre 2017.
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