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El 18 de junio del 2018 en Colombia

Fuentes: Rebelión

 Foto Internet: Iván Duque con José Obdulio Gaviria. Caído el telón del retorcido culebrón electoral colombiano de este 17 de junio, ya se tienen datos concretos para analizar, mientras surge la nueva expectativa entre el discurso del presidente electo y sus posibles ejecuciones, es decir entre la retórica y los hechos. Los análisis cuantitativos sobre […]


 Foto Internet: Iván Duque con José Obdulio Gaviria.

Caído el telón del retorcido culebrón electoral colombiano de este 17 de junio, ya se tienen datos concretos para analizar, mientras surge la nueva expectativa entre el discurso del presidente electo y sus posibles ejecuciones, es decir entre la retórica y los hechos.

Los análisis cuantitativos sobre los resultados electorales son abundantes y detallados: Duque gana con más de 10 millones de votos. Petro tiene un poco más de 8 millones, el voto en blanco reclamado por el Moir y la burguesía nacional tiene 800 mil sufragios y, la abstención alcanza la no despreciable cifra de 19 millones y medio de posibles sufragantes (53,3%) cifra muy semejante a la de la primera vuelta electoral.

Se puede decir cualitativamente que:

1- La facción de Uribe Vélez finalmente le ganó electoralmente la batalla por la hegemonía dentro de la clase dominante a la facción de Santos (Vargas Lleras, Gaviria, la U, conservadores santistas, etc) la que después de la primera vuelta se adhirió a Duque.

2- Con esta elección, Duque legitima electoralmente la unión del «uribe-santismo», que ya venía funcionando en la esfera económica con la adhesión a Duque del Consejo Gremial integrado por 21 organizaciones gremiales; la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) y, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI).

3- Y, en la cobertura supraestructural se consolidan las «líneas generales» de la coalición ganadora señaladas por el abogado barranqueño J Manuel Carrero: la ideológico-religiosa (tradición, familia y propiedad) la ético-política (los medios justifican el fin mafio-paramilitar) y la línea programática (neoliberal-conservadurismo)

4- El Parlamento Colombiano elegido en la primera elección, tiene asegurada desde ya una absoluta mayoría a la coalición estructurada por Uribe Vélez alrededor del nombre de Duque, en el futuro desarrollo legislativo del nuevo gobierno. ¡Ay de Timoleón!

5- La abstención a pesar de haber disminuido ligeramente sigue gravitando como un elemento deslegitimador de la llamada «democracia colombiana»: 19´628 564 abstenciones son más votos que los obtenidos por el presidente elegido.

6- El Voto en blanco (800 mil) sobredimensionado por las encuestas como táctica anti-Petro y reclamado por el grupo maoísta Moir y adláteres, el que ahora anuncia su oposición al nuevo gobierno; no hubiera ayudado a modificar la elección de Duque así hubiese votado por su rival Petro. El Moir ha quedado finalmente destapado.

7- Todo lo anterior, sumado al discurso del presidente electo centrado en lo fundamental en destacar la unidad de Colombia (de la clase dominante). El binomio Seguridad-Justicia. Los conocidos «talleres democráticos» de AUV. El «matrimonio entre la agroindustria y el campesino». La desmovilización de las bases guerrilleras. La retoma de la retórica anticorrupción del fajardismo. «Las correcciones a la paz», así como las zalemas a la «Fuerza Pública»; han abierto en el horizonte político colombiano, la posibilidad real de una segunda regeneración político-religioso-empresarial-autoritaria, al estilo de la de Rafael Núñez en 1886; frente a la cual no queda más que la movilización social y la resistencia en la calle, al mejor estilo del Brasil.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.