1. Como deforestación económica camino a la incertidumbre más agobiante, el precio del cobre (que junto a la explotación de la madera y los productos marinos y sus derivados, respectivamente, corresponden a las materias primas que sostienen la economía chilena en la división internacional del trabajo impuesta por los Estados corporativos centrales) sostiene su caída […]
1. Como deforestación económica camino a la incertidumbre más agobiante, el precio del cobre (que junto a la explotación de la madera y los productos marinos y sus derivados, respectivamente, corresponden a las materias primas que sostienen la economía chilena en la división internacional del trabajo impuesta por los Estados corporativos centrales) sostiene su caída en los mercados del mundo, destruyendo fuerzas productivas incesantemente. A la fecha, ya han cerrado 120 pequeñas faenas mineras asociadas a la producción cuprífera. Más de 2500 trabajadores han quedado en la calle y en muchas minas los salarios se han reducido a la mitad. El derrumbe del precio del metal rojo y el molibdeno debido a la contracción de la demanda internacional, especialmente China, impacta negativamente en el 72 % de la industria privada del cobre, y en el 28 % que queda de la estatal Codelco. Esta última, el 2006 ofreció 8.481 millones de dólares al Fisco; el 2007, 7.927 millones de dólares; y el 2008 se calcula que terminará por entregar apenas 5.000 millones de dólares al Estado. Las medidas de Codelco -tan brutales como las de las mineras privadas- ya imponen el congelamiento de la planta laboral, las asesorías y los contratos a honorarios. Asimismo, Codelco está revisando, para su reducción, los contratos con proveedores y empresas de servicios que emplean a 30 mil asalariados subcontratistas. La lucha por la estabilidad laboral y el mantenimiento del poder de compra de los salarios se impone como orden del día para los trabajadores del sector.
2. Alrededor de 1 millón doscientos mil empleos (directa e indirectamente) dependen de la industria de la construcción, es decir, casi un 15 % de la fuerza laboral del país. En octubre pasado,
Mientras tanto, la patronal planifica y mandata al ejecutivo concertacionista hospedado transitoriamente en
3. Un aviso publicitario de media página de la empresa de externalización del pago de remuneraciones PayRoll aparecido en un matutino nacional, ofrece sus servicios al empresariado con brutalidad explícita y letras gigantes: «Cuando pague sueldos, no pague de más».
4. En tanto las huelgas de diversas áreas económicas aumentan su número, frecuencia y tonelaje, los empleados fiscales, tras movilizaciones multitudinarias, obtuvieron la actualización del precio de sus salarios respecto de la inflación acumulada (casi un 10 %). Independientemente de que el reajuste se vio fortalecido por variables asociadas a que los recursos beneficiaron no sólo a los trabajadores efectivamente movilizados, sino también a los funcionarios de las Fuerzas Armadas, carabineros, diputados, senadores y autoridades ministeriales; lo cierto es que los empleados fiscales dieron señales de unidad desde abajo, presionaron como un solo empeño a las burocracias sindicales para evitar los acuerdos a puerta cerrada (al estilo Arturo Martínez, Presidente de
5. En la política gastada, añosa, repetida y antipopular de los de arriba, las cosas marchan previsiblemente ante el desinterés generalizado de los chilenos. Una vez más, el golpista y archiadversario de Salvador Allende durante
Por su parte, es posible avizorar una primaria preelectoral de
6. La izquierda tradicional hace gala una vez más de su impronta antifascista, que no anticapitalista. Además del precandidato presidencial del Partido Comunista, Guillermo Teillier, corren el senador Alejandro Navarro del MAS, Tomás Hirsch del Partido Humanista y recientemente, Jorge Arrate (uno de los responsables principales de la derechización del Partido Socialista en el exilio durante la dictadura militar) proclamado por una facción del PS. Salvo Hirsch, que en la elección pasada no votó en segunda vuelta por la candidata de
En el Chile de la primera década del siglo XXI no se está al borde de ningún golpe militar, existe un consenso profundo de ambas expresiones políticas del bloque en el poder en la representación de los intereses del imperialismo y la burguesía en el país; y tanto
¿Qué ocurre con la independencia de los intereses de los trabajadores y el pueblo y la imprescindible construcción del sujeto político e histórico capaz de transformar la sociedad en términos sustantivos? ¿Hasta cuándo se hipotecará el nuevo proyecto histórico anticapitalista? ¿Todavía existe la convicción, considerando el desarrollo de las fuerzas productivas y la calificación de amplias franjas de trabajadores y pueblo, de que los patrones son necesarios y es indispensable en la fase tardía del capitalismo continuar construyendo alianzas con fracciones de la clase privilegiada? El antifascismo es materia esencial de los intereses de los trabajadores y el pueblo, pero totalmente insuficiente si se busca la emancipación social.
Una vez más, el parlamentarismo burgués para la izquierda tradicional funciona como estrategia y no como táctica auxiliar en la construcción del continente popular organizado para derrotar la infamia, las injusticias multidimensionales del capitalismo y abrir las posibilidades de un gobierno y un Estado de contenidos democrático populares. Ni el posibilismo político, ni la desesperación maximalista pequeño burguesa han comportado horizontes de victoria para los intereses de las grandes mayorías. Al respecto, la historia habla de modo difícil de cuestionar.