Guadalajara.- Benito Taibo (1960) dejó a su paso una tempestad de regocijo en la Feria Internacional del Libro: le llevó serenata a Carlos Fuentes (entonando las mañanitas con 1500 jóvenes lectores de Aura); al día siguiente, presentó Rondas de la niña mala de Elena Poniatowska ante un auditorio colmado de emociones y exploró la narrativa […]
Guadalajara.- Benito Taibo (1960) dejó a su paso una tempestad de regocijo en la Feria Internacional del Libro: le llevó serenata a Carlos Fuentes (entonando las mañanitas con 1500 jóvenes lectores de Aura); al día siguiente, presentó Rondas de la niña mala de Elena Poniatowska ante un auditorio colmado de emociones y exploró la narrativa de Emilio Salgari acompañado por su hermano Paco Ignacio Taibo II.
En entrevista con Clarín.cl Benito Taibo adelanta el título de su ópera prima, una novela sobre Juan R. Escudero, el Alcalde Socialista que gobernó el puerto de Acapulco en 1921; además confiesa el hallazgo de su «tardía vocación» en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Nos recibe en la antesala del taller literario que impartirá con el escritor Ignacio Padilla, aclara que la única cláusula para participar era incluir en la ficción una referencia al whisky, cambiar la habitual transparencia del tequila por papel teñido de ámbar.
MC.- Benito, rompiste el paradigma académico cuando acompañaste a Carlos Fuentes en la presentación: Mil jóvenes leen Aura…
BT.- Son los eventos que sólo pueden ocurrir en la Feria del Libro de Guadalajara, la utilidad de la FIL es que los lectores tomemos conciencia de que los escritores sí existen de carne y hueso, que no son entelequias de otra galaxia; así que Carlos Fuentes existió en el mejor de los sentidos, el escritor frente a ese público agradecido de adolescentes y Carlos Fuentes se comportó como uno de ellos -lo disfrutó, se rió, la pasó súper bien- fue absolutamente amable, hubo un momento en que estuvo a punto de quebrarse; Carlos Fuentes es un muy buen retrato de sí mismo: diplomático y cosmopolita, su cuadro podría estar colgado en cualquier academia con toga y birrete, ayer sonreía, hasta que se nos ocurrió la pajolera idea de seguir la tradición mexicana para los que cumplen años -además Cumpleaños es uno de sus cuentos- lo dije en público: «espero que el maestro Fuentes no me vaya a regañar después de lo que se me acaba de ocurrir, ya lo abrazaron Gabriel García Márquez y Juan Goytisolo, ya hablaron todos los jóvenes -Jorge Volpi, Ignacio Padilla y Pedro Ángel Palau-, ya discutieron los académicos su Obra reunida por el Fondo de Cultura Económica, pero nadie le ha cantado las mañanitas«. Entonces, los 1500 jóvenes que estaban en la lectura de Aura aceptaron de la mejor manera y le cantaron a Carlos Fuentes, creando un momento muy bonito y divertido, lejos de la pompa, el boato y la academia.
MC.- ¿Qué le preguntaban los jóvenes lectores a Carlos Fuentes?
BT.- Se enfocó en Aura porque era el motivo de la celebración, además sucedió algo karmático: el día que los 1,500 jóvenes leían Aura y conversaban con Carlos Fuentes, el mismo día murió Carlos Abascal, el ex Ministro del Interior que prohibió a su hija -de 16 años- leer Aura ¿si eso no es karma no sé cómo llamarlo? A partir de la prohibición de Aura, Abascal fue a la escuela de su hija, demandó a la maestra hasta que perdió su trabajo. Murió Carlos Abascal y la única lección que nos dejó fue: ‘la mejor manera de promover un libro es prohibirlo’, así que yo estoy esperando -todo el tiempo- que algún Ministro del Interior diga algo en contra de mi poesía (risas).
MC.- ¿Cuál es la aportación del INAH en el Homenaje a Carlos Fuentes?
BT.- Editamos Chac mool, un cuento fantástico de la primera época de Fuentes (de la antología de cuentos: Los días enmascarados, 1954); el Instituto Nacional de Antropología e Historia sumándose al 80 cumpleaños de Fuentes decide reeditar -en formato especial, sin fines de lucro- el Chac mool con las fotografías del reciente hallazgo en Chichen Itzá. Otra vez, todo acaba poniéndose en su lugar, las piezas de este ajedrez que son la literatura y la vida.
MC.- Para entender un movimiento particular en tu tablero de ajedrez: ¿un poeta trabajando en el INAH?
BT.- Soy el coordinador nacional de difusión y prensa del INAH, yo no sabía mucho de antropología, lingüística, arqueología e historia hasta hace tres años -bueno sabía algo- entré y resultó ser el lugar más apasionante que he visto en mi vida, nunca había permanecido tanto tiempo en un sitio -soy hiperquinético- estoy muy contento, el Instituto hace una labor de una nobleza, de una inteligencia e importancia que tendríamos que reconocer, el INAH es el encargado de investigar, preservar y difundir el patrimonio cultural de la nación -¡coño, ni más ni menos!- administra 117 zonas arqueológicas abiertas al público, 112 museos -entre los 112 están 5 museos nacionales- es la Institución cultural más grande de México, cuenta con una delegación en cada Estado de la República, que a su vez administra los museos regionales, los museos de sitio y la conservación de los centros históricos de la ciudades en provincia. Es un equipo multidisciplinario: arquitectos, arqueólogos e investigadores -somos más de 8,000 personas las que trabajamos en el INAH-; editamos más de 80 título al año, de mí depende la fonoteca y la fototeca más importante de Latinoamérica. Encontré una tardía vocación y me resulta fascinante.
MC.- ¿Tu nueva vocación te alejó de la poesía?
BT.- Me falta tiempo libre para escribir, mis dos primeros libros están agotados: Recetas para el desastre -editado en Puebla, vendimos los 3000 ejemplares- y Vivos y suicidas. Mi último libro se llama: De la función social de las gitanas -editado por la Universidad Autónoma Metropolitana- parece un título de antropología, pero no, es poesía. Carnal, estoy escribiendo una novela.
MC.- ¿Desplegarás la trama en un escenario histórico?
BT.- Sí, qué curioso que hayas dicho eso, estoy terminando una novela, saldrá el año que viene -sin duda- te puedo adelantar que se llamará: El aplauso de Dios, es una novela con 5 ejes narrativos, todo sucede en la década de 1920 -en medio de la Guerra cristera- pero también cuenta la ascensión y caída de Juan R. Escudero -el primer alcalde socialista de México, fundador del Partido Obrero de Acapulco- abordará la historia del Niño Fidencio y un pedazo del «callismo» en México; me estoy divirtiendo como enano, es la novela que me hubiera gustado leer, creo que es un gran punto de partida, con la lógica de una novela que divierta e interese, que va y viene, que brinca, aparecen personajes de todo tipo: hay magos sin dedos, sopranos que andan buscando médiums para hablar con el amante muerto, enanos, caballeros de Colón, mueren un «chingo» de curas (risas), por la página 60 ya van 15 sacerdotes degollados y destripados por una navaja sevillana, es mi personal venganza contra ciertas lógicas. Todo lo que sucede en la novela es cierto -algunos personajes sí existieron, otros no- pero la situación, el país, la Guerra cristera, toda la historia del Ayuntamiento Rojo de Acapulco es verdad.
MC.- ¿Por influencia consanguínea de Paco Taibo II?
BT.- De alguna manera sí, la primera vez que leo sobre el Ayuntamiento Socialista de Acapulco es en un pequeño libro de mi hermano Paco: Arcángeles (editado en 1998) la historia de 12 revolucionarios herejes del siglo XX, son personajes que habría que rescatar, por su importancia en la creación del Estado Nacional y de nosotros, los 12 Arcángeles están ahí en la trinchera, resistiendo.
MC.- Hablando de tu hermano Paco ¿participaste en el documental «Pancho Villa» de History Channel?
BT.- No, pero el Instituto Nacional de Antropología e Historia lo ayudó, le echó la mano para que pudiera realizar el documental.
MC.- ¿El INAH cooperó en la producción? ¿lo hará en la distribución comercial vía DVD?
BT.- No, sólo fuimos gestores, le facilitamos la entrada a muchos de nuestros museos del norte del país -dedicados a la Revolución y a Pancho Villa- para que no tuviera trabas, creo que le quedó muy bien.
MC.- Por su investigación sobre El diario de Ernesto Che Guevara -rescatado de Bolivia a Chile y editado en Cuba- tu hermano Paco ha entablado muchas amistades chilenas, háblanos de tu familia y su relación con el Sur -en general- y contigo en particular…
BT.- El exilio chileno está dentro de nuestras vidas y corazones, mis padres abrieron su casa al exilio chileno, te cuento: mi comadre y mi mejor amiga son chilenas -llegaron a México en 1974, después de un año exótico y rarísimo en Ecuador-; yo juré no pisar Chile mientras viviera Pinochet y lo logré, no estoy muy seguro si todavía quiero ir, lo tengo que ver, porque siempre he pensado en dejar una flor en la puerta de La Moneda. Sobre mi relación literaria con Chile, escribí un poema dedicado a Pablo de Rokha…
MC.- Tenías que ser anarquista…
BT.- Bueno, te puedo decir el principio que es lo único que recuerdo: «Si te toca ser poeta chileno en tiempo de Neruda, la tienes irremediablemente jodida» -creo que fue lo que le pasó a Pablo de Rokha, tener encima una sombra larga, no estoy quitándole ningún mérito a Neruda, sino que De Rokha debió ser más conocido, mucho más apreciado y querido de lo que fue- mi poema termina: «Pero no te preocupes, algún día una chica encontrará en un estante tu libro y llorará junto a ti en un parque tomado por las bestias».
MC.- ¿O gemirá?
BT.- Sería lo más probable (risas).
MC.- Finalmente, quisiera que compartieras un recuerdo en homenaje a tu padre; en México el semanario Proceso publicó las estampas que escribiste, pero en Chile sólo leímos la triste noticia por las agencias de prensa…
BT.- Con gusto ustedes pueden publicar las Instantáneas que escribí sobre mi padre, lo digo en serio, no habrá ningún problema de copyright con el semanario Proceso, ya está, es un trato.