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¿Todavía podemos creer en los futuros felices?

El ardor revolucionario es el entusiasmo por los acontecimientos

Fuentes: Liberation

Traducido del francés para Rebelión por Félix Terrones

Los «futuros felices» nunca han sido menos que una mitología, más usada, para decir la verdad, por los enemigos del pensamiento revolucionario o comunista que por sus amigos o militantes. Esta mitología sostenía que se podían exigir sacrificios innombrables a los obreros y la gente del pueblo en nombre de un nebuloso futuro cuya realización se encontraría constantemente aplazada. Era una de las variantes de la más influyente de las propagandas, incluso en nuestros días: «lo que ustedes poseen no es gran cosa pero es real mientras que aquello que la política de emancipación les promete es formidable pero no existe». ¿Pero es en nombre de una borrosa promesa que millones de personas se han reunido y, no lo dudemos, se reunirán con acciones y pensamientos políticos completamente extranjeros al capitalismo parlamentarista que pretende encarnar la «realidad»? No lo creo para nada.

La temporalidad de la acción inventiva -de la acción que no se orienta a dirigir el mundo tal y cual es sino más bien a hacer surgir posibilidades desconocidas de éste- se encuentra en absoluto bajo el imperio de una representación del porvenir; al contrario, bajo aquél de la urgencia del presente. Pensemos solamente en lo que significa la incertidumbre de una insurrección; la espera ansiosa del éxito o fracaso de una manifestación; incluso la simple satisfacción de llevar a las puertas de una fábrica una discusión significativa con un grupo obrero o la tensión del desvelo nocturno para impedir, de ser posible, al alba la batida policial en un albergue para trabajadores de origen africano. Sí, el tiempo real de la verdadera política es el presente, la intensidad excepcional que otorga al presente el no encontrarse más en el surco de las costumbres, de los pequeños goces y rivalidades secundarias en las que la vida se atasca tal y como el Estado lo estima. La pasión de la política no tiene por afecto la representación llamada «utópica» de un porvenir glorioso. Al contrario, su afecto se relaciona con los eventos imprevisibles, la mágica estupefacción fruto de que haya tenido lugar este o aquel encuentro improbable, de que esta o aquella consigna haya sido encontrada, en una lengua a la vez dura y clara, con ocasión de una reunión improvisada. Kant lo observó con justicia: el afecto revolucionario es el entusiasmo por el evento y no por la abstracta delectación del futuro. ¿Los mismos sacrificios son consentidos bajo la idea abstracta del futuro? Por supuesto que no. Sin duda Malraux fue el gran novelista de su real naturaleza: afirmar, en el presente, que una vida sólo tiene sentido verdadero bajo el signo de una idea y que esta idea a su vez sólo tiene sentido si actúa en una situación histórica determinada. Que sólo entonces se tenga una alegría inexplicable es un hecho. Esos momentos de la vida son por lo demás aquellos a los que siempre regresan, en sus relatos de existencia, los sobrevivientes de los  combates. Son los políticos parlamentarios que en sus programas, en los que ellos mismos ya no creen, prometen satisfacer en el avenir los intereses de sus diversas clientelas.

La «felicidad» para ellos, no es sino la satisfacción (mañana) de los intereses particulares, la seguridad de las rutinas y la perpetuación de las fortunas. Pero la felicidad, que espero podremos volver a llamar «comunista», no es de este orden. Ella es el descubrimiento de que cada uno de nosotros es capaz de muchas más cosas nuevas que aquéllas que imaginaba. La verdadera oposición en lo que se refiere a la felicidad no es la del futuro con el pasado. Ella escinde el presente en una representación conservadora y reconfortante, por un lado, y una urgencia entusiasta de unirse a lo que jamás había tenido lugar y que, sin embargo, ocurre. La felicidad comunista se dirá «Amén lo que nunca verán dos veces».

Fuente: http://www.liberation.fr/politiques/0101625002-l-affect-revolutionnaire-c-est-l-enthousiasme-pour-l-evenement

Félix Terrones pertenece a los colectivos Rebelión y Cubadebate.