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El arte de contar historias más de allá de toda forma singular

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos






Foto: obras de Ngũgĩ wa Thiong’o traducidas a diferentes idiomas

Durante generaciones se han escrito fábulas. Posiblemente quienes crearon esas pequeñas maravillas esperaban que un niño o niña, una persona joven o adulta de algún lugar desconocido del mundo quedara cautivado por las palabras, imágenes, experiencias y lecciones evocadas por sus fábulas. Algunas de estas fábulas, como la de “La tortuga y la liebre”, llegan a convertirse en leyendas. Forman parte de la tradición humana de contar historias. El viaje de estas fábulas, de una lengua a otra, de una cultura a otra y, a veces, de un medio a otro, facilita el flujo de la moraleja y se expande más allá de su origen para crear universalidad en el arte de contar historias.

La famosa fábula de Ngũgĩ wa Thiong’o “La revolución vertical o por qué los seres humanos caminan erguidos”, escrita originalmente en lengua gikuyu con el título de “Ituĩka Rĩa Mũrũngarũ: Kana Kĩrĩa Gĩtũmaga Andũ Mathiĩ Marũngiĩ”, se ha traducido a 92 lenguas de cinco continentes. Dependiendo de cómo cuenten las historias las culturas representadas esta fábula se puede dramatizar, convertir en un musical o en la base de traducciones visuales. En todas estas formas diferentes la fábula encuentra vida propia en todas las naciones, culturas, lenguas y medios.

Jimmy Centeno es el comisario de una exposición actual que ilustra la capacidad de la fábula para viajar del medio del texto al arte visual. Centeno reúne a artistas latinoamericanos y a un pintor nigeriano para crear una interpretación visual colectiva inédita hasta ahora en relación a esta fábula. Cada pintor llega a la obra con un enfoque estético diferente y desde una formación artística diferente. Sin embargo, a uno le mueve el deseo común a todos ellos de permanecer fiel al mensaje de la historia aunque sus interpretaciones varíen en forma, forma y color. Con sus diferentes perspectivas miran a la fábula desde diferentes puntos de vista que les permiten ofrecer unas interpretaciones visuales sentidas en lo más profundo de sí mismos.

Foto: lienzo de Laura Vázquez Rodríguez.

El concepto de unidad funciona como un único hilo unificador en todas las interpretaciones. En este sentido los artistas quieren que veamos que a pesar del caos y de la lucha humana por dominar, la raza humana solo puede alcanzar el verdadero progreso si está unida. Este es el mensaje que ofrece la fábula y sugiere que la fortaleza de una parte del cuerpo, por muy grande que sea, no puede ser suficiente para hacer que exista como entidad independiente. Por ejemplo, el acrílico sobre lienzo de 20 x 20 de Laura Vázquez Rodríguez titulado “Iluminado o despertar o álzate” captura el poder, y la impotencia, de un cuerpo que no puede funcionar cuando se desconecta y desmorona cualquiera de sus partes. Esto se puede aplicar a la raza humana, ya que cuanto más desconectadas están nuestras culturas menos podemos convertirnos en una fuerza global en pos de la unidad, el amor y la igualdad. La obra de Yaneli Delgado, que se inspira en la cultura de origen gikuyu y se centra en el agua, la fertilidad y la naturaleza, reimagina y demuestra las diferentes formas de patrimonio humano compartido que tiene el mundo.

Foto: obra de Yaneli Delgado.

Puede que la contribución de Mario Ávila ilustre mejor esta lucha compartida por un mundo mejor unido por la voluntad de superar el desastre, la falta de conexión y pasados terribles. Su creación artista nace de su primera lengua, al igual que la de Ngũgĩ. Pero más allá de esto, ambos están relacionados por una historia compartida que aunque se vivó en momentos diferentes y en lugares muy distantes, afectó a sendas vidas de formas muy similares. Ambos hombres fueron encarcelados por los gobiernos que no querían que vivieran plenamente como seres humanos conscientes. La creación de las obras de Ávila para esta interpretación visual fue un momento de reflexión y coincidencia de recuerdos con Ngũgĩ. Mario Ávila escribió para la revista Jalada Africa una conmovedora carta [véase más abajo] para recordar la época en que estuvo preso en Guatemala bajo el gobierno de la junta militar, en 1967. Unos diez años después Ngũgĩ sería detenido por el régimen dictatorial Moi de Kenia y enviado a la cárcel de máxima seguridad de Kamĩtĩ en Nairobi durante casi un año. Más allá de la fábula, para aquellas personas en todo el mundo que se enfrentan a un destino similar las interpretaciones visuales se convirtieron en un proceso de recuerdo y de participación en un grito continuo.

Foto: “Genocidio” de Mario Ávila

Cuando Jimmy Centeno expuso por primera vez en la galería de arte Jean Deleage de Los Angeles en mayo de 2019 uno de sus invitados más apreciados fue el propio profesor Ngũgĩ, que desde entonces me ha dicho muchas veces lo especial que era la interpretación de la historia que hacía cada uno de los artista, muy imaginativa aunque muy personal. Para él este trabajo hacía que África y América Latina conversaran a través de “unas interpretaciones visuales profundamente sentidas y cuidadosamente elaboradas en forma de pinturas y esculturas”. En esta exposición veo una interpretación colectiva que afirma que podemos imaginar el arte de contar historias mas allá de toda forma singular y con unos resultados increíbles que llaman a la unidad de la imaginación al liberarnos, como raza humana, de las divisiones que nos atenazan.

Carta de Mario Ávila a Ngũgĩ wa Thiong’o

Querido hermano Ngũgĩ:

Te saludo fraternalmente. Te envío un pequeño relato sobre mi trabajo de arte y un breve recuento de mi país y su lucha.

Guatemala somos un país de 108 mil kilómetros cuadrados, pero con una riqueza enorme culturalmente hablando. Además, contamos con riquezas naturales como petróleo, níquel, cobalto, plata, cobre y además grandes cantidades de oro. Por lo tanto, las grandes trasnacionales, como las oligarquías del país, masacraron a grandes cantidades de la población maya y mestizos que se oponían a este despojo de nuestra madre tierra.

Para ser un poco exacto, fueron masacrado las poblaciones de más 640 aldeas y los mejores líderes, mujeres y hombres, y dentro de ellos, pintores, poetas y gente de teatro. Más de medio millón de personas fueron asesinadas entre muertos, detenidos y desaparecidos. Por lo mismo, este trabajo representa el genocidio y es hasta ahora que estamos tratando de articular ese cuerpo que quedó separado y hoy tratamos de juntarlos con manos, brazos, pies y memoria. Cada una de las piezas tienen relación con ese cuento tan bello y profundo que escribiste.

Y es que así África se parece tanto a nuestra historia.

Atentamente,

Mario Ávila, exprisionero político, tres hermanos asesinados, un tío y dos de mis hijos secuestrados y torturados.

¡Que tu ponencia en Chile sea de mucho éxito!

9 de mayo de 2019