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Crítica del libro Blackwater, de Jeremy Scahill

El auge del ejército mercenario más poderoso del mundo

Fuentes: Le Monde diplomatique

«La guerra será ganada, en gran medida, gracias a fuerzas que ustedes desconocen, mediante acciones que no llegarán a ver, y por medios de los que quizás no quieran tener jamás noticia, pero venceremos». Esta frase de A. B. «Buzzy» Krongard, director ejecutivo de la CIA en 2001, resume mejor que nada el trasfondo del […]

«La guerra será ganada, en gran medida, gracias a fuerzas que ustedes desconocen, mediante acciones que no llegarán a ver, y por medios de los que quizás no quieran tener jamás noticia, pero venceremos». Esta frase de A. B. «Buzzy» Krongard, director ejecutivo de la CIA en 2001, resume mejor que nada el trasfondo del libro del periodista Jeremy Scahill sobre el auge y la influencia cada vez mayor de una de las más importantes empresas militares privadas. Si bien el «mercenariado» no es en absoluto algo nuevo en la historia de la humanidad, su dimensión, alcance, y participación en el diseño del mapa del mundo del siglo XXI sí es un factor novedoso. Porque en definitiva Scahill ilumina y amplifica la vertiginosa cooptación de todo el ámbito militar y de la «seguridad» por parte del empresariado (con sus valores, éticas e intereses particulares). Tan sólo otro aspecto más del gran negocio de privatización de los sistemas penitenciarios, los servicios de salud, o la misma política, entre otros.

«El creciente uso de contratistas, fuerzas privadas o, como dirían algunos, «mercenarios», facilita el inicio y la continuación de guerras, porque ya no se necesita la ciudadanía, sino simplemente dinero» dice Michael Ratner, del Center for Constitutional Rights, casi como epígrafe de la imagen de los cadáveres de «civiles» contratados por Blackwater, balanceándose sobre un puente de Fallujah en 2004.

Pese a que muchas veces Scahill se ahoga en detalles o deja temas sin profundizar demasiado, algunos capítulos aportan datos y elementos no siempre presentes en los análisis políticos. La relación entre el linaje de los Prince de Michigan, dueños de Blackwater, los poderosos movimientos de la ultra ortodoxia católica y evangelista de la «América Profunda» y el conservadurismo reaccionario de las filas del partido Republicano forman un marco completo en el cual la palabra «cruzada», utilizada por Bush luego del 11-S, cobra toda su dimensión y verdadero significado. «Estamos inmersos en una guerra de cien años (…) y es hora de que los cristianos comprendamos nuestra historia (…). La América laica no lo entiende», dice algún feligrés senior de estos «teoconservadores» del tercer milenio.

El gran despegue y el sentido de oportunidad de Backwater queda perfectamente definido en el libro. Si bien el proceso de privatización de las FF.AA. venía desarrollándose ya desde hacia varias décadas (la famoso advertencia del presidente Eisenhower de 1961 sobre el «complejo militar-industrial»), con Dick Cheney como secretario de Defensa entre 1989 y 1993 cobró una masividad y aceleración sin precedentes. Sobre el cambio de siglo, los casos de la masacre escolar en Columbine y el atentado al USS Cole en el puerto yemení de Adén dispararon la paranoia securitaria en la sociedad y las fuerzas estadounidenses. Pero el gran catalizador final de todo este proceso fue el 11-S y el consecuente gran negocio de las invasiones a Afganistán e Irak…cuando Blackwater se posiciona en la cresta de esta ola aparentemente imparable.

Blackwater
Jeremy Scahill
Paidós; Madrid; junio 2008. 506 páginas
Traducción de Albino Santos y Gemma Andujar

Fuente: Le Monde diplomatique / el Dipló / Octubre 2008 – año X, N° 112