Una vez más, los organizadores del único festival de cine panafricano de Holanda, el Africa in the Picture Film Festival (AITP), se levantaron con la mala noticia de ver cómo el gobierno de la capital les negaba la subvención. Las razones aducidas han sido que «el cine africano y de su diáspora no tiene relevancia […]
Una vez más, los organizadores del único festival de cine panafricano de Holanda, el Africa in the Picture Film Festival (AITP), se levantaron con la mala noticia de ver cómo el gobierno de la capital les negaba la subvención. Las razones aducidas han sido que «el cine africano y de su diáspora no tiene relevancia en la actualidad, carece de calidad y no es muy provechoso», añadiendo, además, la falta de pertinencia de mantener un festival especializado cuando en otros festivales nacionales ya se proyectan las pocas películas africanas relevantes que existen. A la espera de entrevistarme en los próximos días con su directora, Heidi Lobato, la urgencia de la situación obliga a dar a conocer la noticia al público internacional, por la falacia de sus argumentaciones y el daño que, con medidas como la presente, se hace al cine africano frente a otras cinematografías.
La ciudad de Ámsterdam tiene un área metropolitana de más de 2 millones de personas, de los cuales el 24% de la población es africana o descendiente de africanos. A pesar de estas cifras, la sección de cultura ha venido otorgando a AITP desde el año 2005 la mísera cantidad de 60.000 euros de un total de 82.6 millones de euros de presupuesto anual asignado por el ayuntamiento a la promoción del arte y la cultura. Cotejando tal cifra con la que se les otorga a otros festivales, el agravio comparativo es lacerante, ya que AITP ha venido recibiendo de 2 a 15 veces menos dinero que otros eventos de tamaño similar. En esta ocasión, la solicitud de subvención, que se realiza cada cuatro años, ha sido denegada por la comisión especializada, dejando bajo mínimos económicos al festival.
La coyuntura es todavía más acuciante si consideramos los siguientes hechos:
-el AITP es el único festival de color de la ciudad a pesar de los datos demográficos
-lleva en funcionamiento 15 años, justificando con su larga historia sobradamente su necesidad
-en cada edición ha reunido una cuidada selección de películas de diversos géneros, formatos y procedencia, muchas de las cuales han sido premiadas en otros festivales internacionales («falta de calidad», decían los de la comisión…)
–AITP ha sido fundamental como plataforma desde la que crear un espacio de trabajo y intercambios entre Europa, el continente africano y su diáspora.
Cada año, Africa in the Picture trae a las pantallas holandesas de 60 a 70 películas de gran calidad, fundamentales para mostrar la gran variedad de producciones de un continente con 54 países de tradiciones culturales y artísticas tan diversas que gritan por ser conocidas y que, habitualmente, son menospreciadas y relegadas a un espacio de miserabilismo por los medios de comunicación mayoritarios. En un mercado tan competitivo como el cinematográfico es excepcional ver triunfar en festivales mayores a una película africana y mucho más complicado es que logre alcanzar las grandes salas monopolizadas por Hollywood y en las que, con suerte y mucho apoyo, se cuela alguna película nacional gracias a las cuotas de pantalla. Hoy más que nunca es necesaria, en un momento de reconfiguración del mercado cinematográfico global, la existencia de festivales especializados como AITP. Ésta es la situación europea en general y la holandesa en particular, por lo que las afirmaciones de la sección de arte del ayuntamiento de Ámsterdam parecen, sino puramente falsas, de una ignorancia y desinterés palmarios. Una crítica más ha sido elevada por el municipio: la de no profundidad en la propuesta del festival. En efecto, Africa in the Picture no se limita a ofrecer una imagen llena de clichés, negativa, apocalíptica y sin esperanza de África, tal y como muchos desde Occidente se empeñan en hacernos creer, sino que va más allá, instaurando un diálogo entre diversas comunidades desde el presente y la modernidad, sin olvidarse del pasado pero siempre con la mirada y la reflexión puestas en el futuro. Haciendo esto, según los especialistas de arte holandeses, se ofrece una imagen «superficial», aunque realmente lo que se está consiguiendo es apartarse de esos conflictos que tanto gustan desde el Norte y que son determinantes para sostener la dependencia del Sur y evitar así su progreso y autonomía.
El cine es, sin duda, un lenguaje privilegiado a través del cual directores y directoras africanos cuentan sus propias historias y transmiten su creatividad al público internacional y local. A través de sus relatos y estilos únicos se logra la comunicación y la solidaridad entre los seres humanos gracias a la verdad que difunden las voces de esos otros «olvidados». En la actualidad, el cine y demás manifestaciones artísticas audiovisuales del continente se están filtrando por los intersticios de Internet, sin que la censura y el control sean capaz de pararlos. Todas estas películas y filmaciones de diverso tamaño, realizadas con pequeñas cámaras de mano, desde los teléfonos móviles o con el aristocrático y bello 35mm, son verdaderas armas que luchan por deconstruir una imagen adulterada, realizada desde el exterior y preñada de prejuicios y exotismo.
Terrible ha sido la decisión del ayuntamiento de Ámsterdam y sus actuaciones previas , pero ¿quién ha dicho que estos son tiempos fáciles para el arte, el saber y la cultura?… Esperamos sinceramente que otros apoyos, vengan de donde vengan, mantengan un proyecto vital como Africa in the Picture, por lo menos, 15 años más…
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