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Otra economía es posible

El buen vivir de la cultura mapuche

Fuentes: Punto Final

Cada ciclo del año tiene sus rasgos y sus frutos. Si bien no son completamente homologables a las cuatro estaciones del llamado año occidental, el pueblo mapuche también distingue cuatro periodos en que la tierra presenta cambios en su clima y naturaleza. El rimu comenzó a finales de enero y duró hasta inicios de mayo. […]

Cada ciclo del año tiene sus rasgos y sus frutos. Si bien no son completamente homologables a las cuatro estaciones del llamado año occidental, el pueblo mapuche también distingue cuatro periodos en que la tierra presenta cambios en su clima y naturaleza. El rimu comenzó a finales de enero y duró hasta inicios de mayo. Se parece, con las salvedades del caso, al otoño. Es la época del reposo; donde se acopian vegetales en preparación para el püken , la estación fría y lluviosa que se extenderá hasta fines de julio y que es, además, la época de renovación del newen , la fuerza. El momento del wiñol xipanantw , clave en la cosmovisión mapuche.

Así como otros pueblos originarios, el mapuche aprendió a subsistir de acuerdo a estos ciclos naturales. Produciendo y consumiendo lo que cada estación ofrecía. Dicho criterio es orientador de una serie de iniciativas productivas que se desarrollan hoy en diversos puntos de Chile, tanto entre comunidades agrarias mapuches como chilenas. Se trata de un fenómeno que crece y se manifiesta no sólo en redes de comercio sustentable, solidario y a escala de las comunidades locales sino también, que se hermana a las experiencias de resistencia y recuperación territorial, así como a la defensa del bosque nativo y del agua. Está todo integrado.

Precisamente, a fines de abril e inicios de mayo se realizó en Villarrica la Feria Salón Frutos del Bosque-Feria del Tiempo Rimu, organizada por Gustos del Bosque, una asociación de productores agrarios locales, cuyo énfasis ha sido el desarrollo de la avellana nativa (también llamada ñefn, por los mapuches), junto a la Red de Ferias y Mercados Mapuche de La Araucanía. La instancia sirvió para el encuentro de diversas experiencias productivas y políticas, entre las que se cuenta el Parlamento Koz Koz, de Panguipulli y su red de productores locales, Trafkintuwe (Espacio de Intercambio); la Ruta Newenche; Wen Kümey, de Lonquimay; organizaciones de Temuco, Curarrehue y Lago Budi, entre otras.

En cada uno de los puestos de la Feria podían hallarse diversidad de productos: mieles, mermeladas, licores artesanales, cervezas, harinas y «cafés», así como otras preparaciones con murta, maqui, piñones, ñefn , diweñes, gargales y changles. También había hierbas medicinales ( lawen ) y productos textiles y otros usando el ñadi y el boqui pil pil. Es que el bosque nativo, y cada estación, generan muchos productos que pueden ser extraídos sustentablemente, sin esquilmar. Tras frascos y envases de distintos tamaños, fue posible ver los rostros morenos de decenas de mujeres y hombres provenientes de diversos puntos del Wallmapu . Al charlar, en todos ellos descubrimos su convencimiento que otro tipo de economía es posible. La basada en el küme mongen : el buen vivir.

 

ESPACIO DE INTERCAMBIO

Los tiempos recientes no han sido benignos para el sur. A los incendios forestales que arrasaron miles de hectáreas de bosque nativo en China Muerta, Quinquén, Conguillío y la reserva Malleco, entre otros puntos, se agrega una sequía extendida en el tiempo que ha secado arroyos y pozos. Aunque parezca inconcebible, en la comuna de Villarrica, en el verano pasado, el camión aljibe municipal debió llevar agua a centenares de campesinos. Algunas organizaciones calcularon en 50 mil las personas que carecían del vital elemento. Las causas son profundas pero evidentes. Es un contexto que no se puede desconocer.

«Los caudales han ido disminuyendo por las plantaciones de pino insigne y eucaliptus; además, por la intervención de las cuencas. El componente del cambio climático agudiza más el problema», señala Alfredo Seguel, experto forestal y miembro de la red de comunicadores Mapuexpress, presente en la Feria del Tiempo Rimu. «Esto nos lleva a una discusión más profunda. Hay que cambiar la Constitución; hay que cambiar el Código de Aguas; las aguas tienen que volver a las comunidades. Hay un movimiento nacional por la recuperación de las aguas y la defensa de la vida, que ha marchado y está presionando al gobierno y los legisladores para que asuman los cambios para respetar el derecho humano al agua».

Todo está relacionado. Preservar el agua es preservar el bosque nativo. Conservarlo y aumentarlo es vital para la producción desde las comunidades. Un ejemplo es la apicultura.

Luis Cifuentes es el presidente de la Red de Agroapicultores de Villarrica. «Nuestra miel es producida en el bosque nativo. Yo tengo mis abejas entre dos ríos. Uno con aguas contaminadas y otro con aguas limpias. Mis abejas van al agua limpia y no al de la piscicultura (de salmón). Este es un hecho que las autoridades y las personas desconocen, pero la abeja sabe qué agua está contaminada», cuenta.

«Lo que venimos planteando es que hoy se realiza un asesinato de la vida rural. Con la llegada de proyectos afuerinos, se desplaza a las economías locales y a las comunidades. Eso genera una emigración a las ciudades, además que transgrede los derechos humanos. La crisis hídrica se va a endosar a los pueblos así que se pone en riesgo la seguridad alimentaria. Esto hay que asumirlo de una manera integral», asevera Alfredo Seguel.

La Feria Salón Frutos del Bosque-Feria del Tiempo Rimu ha sido financiada por el Fondo de Innovación Agraria (FIA) del Ministerio de Agricultura, pero va mucho más allá de una instancia de exposición y venta de productos agroecológicos u orgánicos. Es un espacio para socializar experiencias y debatir sobre asuntos como la soberanía alimentaria, la calidad de la alimentación en las urbes y establecimientos educacionales y la protección del agua y el bosque nativo. Es el espacio donde se vinculan microemprendimientos, cooperativas y redes de productores con organizaciones de consumidores conscientes (como Slow Food Chile), escuelas y liceos e incluso universidades. En Villarrica estuvieron presentes la de la Frontera, a través de investigadores de fibras vegetales como aislantes térmicos y la Universidad de Concepción y sus académicas especialistas en nutrición.

 

RESTABLECER LOS PUENTES

Ejemplo de una red de ferias vinculada a la defensa del territorio es la Wallung, de Curarrehue, con diez años de vida e integrada mayormente por mujeres provenientes de las comunidades mapuches de la comuna. A fines de abril pasado, la lucha de esta organización fue influyente para el rechazo a dos proyectos hidroeléctricos, Momolluco y Puesco, por parte del Sistema de Evaluación Ambiental (SEA).

Noelia Del Cotrecuin, socia de la feria, nos habla de su producción: «Hace muchos años vengo trabajando los frutos del bosque, sobre todo, por el recuerdo de mi mamá que fue una mujer muy esforzada. Convertí esos frutos en harina y en mermeladas. Esto es recolectado naturalmente. Hay piñones, que yo los hago harina o en locro, para que usted los haga en sopa o en lo que quiera. También harina de maqui. El maqui entero es sobresaliente. Por lo que he escuchado tiene más antioxidantes que el arándano», comenta.

«Lo que nos ha motivado es construir otro tipo de economía: las redes de economía solidaria buscan restablecer los vínculos para volver a trabajar juntos en la defensa y la visibilización de estas prácticas ancestrales y construir nuevas sociedades y localidades», dice Gonzalo Silva, un ingeniero que se integró a la mirada de la economía solidaria. Vivió un tiempo en Ecuador, donde conoció la experiencia productiva de comunidades originarias. Hoy, en Villarrica, forma parte de Gustos del Bosque, uno de los convocantes a la Feria del Tiempo Rimu, «un emprendimiento asociativo» como señala, que busca el desarrollo de la avellana ñefn . «Tenemos una relación con la zona en que trabajamos y compartimos con los vecinos de Hualapulli, Liumalla y Chaura», cuenta. La producción de avellana ñefn se basa en la recolección que realizan sustentablemente campesinos en dichas zonas, a través de la red Rukañfen. «Establecimos un vínculo entre Carlos Ravanal, un ingeniero forestal que estaba desarrollando tecnología, inventando productos con la avellana y el trabajo de desarrollo territorial», acota. Gustos del Bosque, cuyo logo es la flor de la avellana, hoy produce turrones, nutella, harina y granola en base a ñefn . También «café», elaborado por un grupo de mujeres. «Ellas no sólo se dedican a la recolección sino a darle valor y recuperar tradiciones: el café de avellana es un producto antiquísimo. La gente antigua, los lonkos , los wifikeche , lo valoraban mucho».

La escuela rural de Hualapulli, a doce kilómetros de Villarrica, es un engranaje fundamental en esta red colaborativa. La planta de proceso de la avellana ñefn está ubicada allí. Su profesora, María Luisa Nahuelpán, habla del desafío que significa cambiar la estandarizada dieta de las colaciones escolares por una que se base en productos locales, como la misma ñefn : «Tenemos que luchar porque nos exigen una cobertura curricular determinada y una alimentación que uno pudiera cuestionar. Nosotros estamos en el sur de Chile, y en una zona donde hace mucho frío; entonces acá se habla de un chocolate ‘bueno’, que involucra las calorías adecuadas: pero nos encontramos con una minuta alimenticia que disminuye algunas calorías que los niños necesitan en nuestro territorio», dice.

Lo de las colaciones escolares es un tema en expansión. Tal como los problemas de salud derivados de la mala alimentación que afecta a millones de chilenos, especialmente de sectores populares. Nelson Painecur, dirigente mapuche del lago Budi, enjuicia: «Nosotros estamos por el buen vivir. Cuando uno va al hospital, ve que la gente se sana por un rato y luego sigue enferma».

 

SOLIDARIOS CON

EL BOSQUE NATIVO

Frente a dichas situaciones, la producción de los pequeños agricultores mapuches emerge como una alternativa. Flérida Collinao vive en la localidad de Challupén y pertenece a la Ruta Turística Responsable Newenche, que va desde Villarrica a Lican Ray y aglutina a decenas de familias. «Yo trabajo la gastronomía mapuche. Parte de esta consiste en trabajar lo que uno tiene en el campo: murta, mora, maqui, murtilla. Se pueden preparar muchas cosas, tanto dulces como saladas», relata. «En general, la gastronomía mapuche es medicinal, porque siempre lleva un remedio, una yerbita, para que no caiga mal, para que seas más feliz y vivas más contento con la comida, sin aditivos».

A su lado, Fernando Botello Millar, del sector Winkacara, en la zona rural de Villarrica, también de la Red Newenche, tiene una historia singular. Nació en Santiago y trabajó largos años en la minería. Cambió todo eso por el sur. «Aquí conocí la visión mapuche de la cultura y la vida, y me entusiasmé». Esto me ha traído la necesidad de trabajar con el bosque nativo. Lo he traducido en la fabricación de algunos licores. Por ejemplo, licor de piñón, de moras, de maqui, de arrayán y de sauco. Así como un acetto balsámico de murtilla, exclusivo de aquí. Me ha motivado la sustentabilidad, el respeto por el medioambiente y las culturas ancestrales».

El Parlamento de Koz Koz, en Panguipulli, debe su nombre al último gran aglutinamiento mapuche en dicho territorio, convocado en 1907 para enfrentar el despojo y la usurpación perpetrada por colonos chilenos y europeos. Un siglo después, las comunidades retoman el referente para contrarrestar las nuevas caras de aquella vieja depredación. Una lucha reciente es su oposición a la hidroeléctrica en Neltume, un megaemprendimiento de la empresa italiana Enel. Para Francisco Caquilpán, uno de sus voceros, la Feria del Tiempo Rimu sirve para discutir sobre la incidencia política de las comunidades a escala regional: «Nos hemos metido a la discusión de una política regional silvoagropecuaria y logramos cosas que no estaban. Costó mucho, porque también intervinieron organizaciones mapuches de las doce comunas de la región, pero se logró definir a Los Ríos como una zona de cultivos agroecológicos. Eso es muy importante porque, como Parlamento, nos hemos opuesto a los megaproyectos, sean hidroeléctricas o salmoneras, y eso nos ha costado que se nos acuse que estamos contra el desarrollo… Pero estamos planteando una alternativa: la producción de alimentos agroecológicos. Nos cuestionan también por la energía… pero en nuestro centro Trafkintuwe tenemos uno dedicado a las energías renovables», declara.

María Curilem Calfumán, de la zona de Kultruncahue e integrante de Trafkintuwe, señala: «Somos mapuches de distintos sectores que nos convocamos para trabajar en distintas líneas. Una son los productos del bosque. Trajimos productos como maqui, avellanas, diweñes, murta y derivados: miel, cervezas, harina, frutos secos. Además, trabajamos con una línea natural de shampúes, jabones, cremas, que se extraen del bosque y la montaña. También tenemos productos de la madera, labrados por compañeros de Liquiñe y Neltume. Tenemos plantas medicinales. Esto está relacionado con la intención de ir reforestando y recuperando nuestro territorio».

Las experiencias que se socializan en la Feria también son manifestaciones de un espíritu originario retomado. Escuchando los debates en Villarrica, queda la impresión que las soluciones no pasan ni por especialistas ni por los agentes del Estado. «El Estado sigue funcionando en la lógica conocida», ha advertido José Aylwin, del Observatorio Ciudadano, también presente en esta Feria del Tiempo Rimu. «La mirada de las comunidades es fundamental», agrega.

Alfredo Seguel acota: «Lo que se realiza hoy en esta Feria es un signo de esperanza. Son posibles mecanismos de desarrollo de las comunidades locales; otro tipo de economías, de acuerdo a las necesidades de las comunidades y respetuosas con la naturaleza y las personas».

 

FELIPE MONTALVA En Villarrica

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 830, 12 de junio, 2015

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