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El burgués de clase media o el economista vulgar

Fuentes: Rebelión

«Las configuraciones del capital, tal como se desarrollan en este libro, se van aproximando gradualmente a la forma en que aparecen sobre la superficie de la sociedad, en la acción recíproca de los distintos capitales, la competencia, y en la conciencia habitual de los agentes de la producción». Karl Marx, El Capital, libro III. Al […]

«Las configuraciones del capital, tal como se desarrollan en este libro, se van aproximando gradualmente a la forma en que aparecen sobre la superficie de la sociedad, en la acción recíproca de los distintos capitales, la competencia, y en la conciencia habitual de los agentes de la producción». Karl Marx, El Capital, libro III.

Al economista Xavier Sala i Martín le hicieron una entrevista en El País el 25 de agosto de 2005, donde hizo un total despliegue de su concepción vulgar y superficial del mundo. Valga de botón de muestra lo que destacaron los propios periodistas que lo entrevistaron: «¡No quiero que me toquen ni la cartera ni la bragueta!». Con este juicio demuestra que no va más allá de la conciencia habitual que puede tener un pequeño empresario o un miembro de la clase media, que sólo ven en el Estado a un recaudador que les saca el dinero de los bolsillos. El corazón y la mente los tienen en el bolsillo. Eso nos da una idea de lo limitada que es la visión del mundo y la mezquindad del alma de esta clase de personas. Creen que el dinero que les entra en la cartera se debe a su puro esfuerzo y que los impuestos son un robo. Xavier Sala sabrá que hay personas que con un golpe de suerte en el sector inmobiliario o en la Bolsa pueden percibir unos ingresos monetarios desproporcionados, que les permitiría llevar una vida de lujos y de placeres. Estos enriquecimientos súbitos que pueden ser considerados relativamente casuales, es un hecho regular para la gran burguesía y la oligarquía financiera. Esta es la superficie de la sociedad burguesa, donde se producen los enriquecimientos mágicos, y donde Xavier Sala se encuentra a gusto y cómodo. Su concepción del dinero no va más allá de que es un medio de cambio, un medio con lo que se puede comprar todo. No se pregunta qué hay detrás del dinero. Y detrás del dinero sólo hay trabajo. El dinero es signo del trabajo, de las horas trabajadas, del gasto de fuerza de trabajo. De manera que si una persona se enriquece de manera desproporcionada, será porque se ha apropiado de mucho trabajo ajeno. No hay otra explicación de fondo del enriquecimiento desproporcionado. Y si el Estado le extrae en concepto de impuesto una parte de sus ingresos, el Estado no está haciendo otra cosa que recuperar para la sociedad el trabajo ajeno que aquella persona se apropió gracias al carácter capitalista del mercado. Así que expresándonos en forma vulgar le diremos a Xavier Sala: «Si el Estado te toca la cartera, será porque tú se las tocado previamente a otras personas».

Xavier Sala hace un nuevo lucimiento de su superficialidad cuando a la pregunta de si el Estado debe decidir en el ámbito de la economía, responde lo siguiente: «El Estado no es necesario ni es necesariamente bueno». Si algo existe, será porque es necesario. Y si existiera y no fuera necesario, deberían mostrarse las tendencias que prueban su no necesidad. El Estado existe desde hace varios miles de años. De manera que los fundamentos de su existencia son muy sólidos y firmes. Hoy día, lejos de debilitarse, se ha vuelto una maquinaria más compleja y más poderosa que nunca. Así que no encontramos ninguna tendencia en el Estado moderno que nos haga presagiar su desaparición a corto o a medio plazo. Además, son los marxistas y los anarquistas quienes luchan de todo corazón y con toda razón por la destrucción del Estado, mientras que los burgueses vulgares sólo quieren quitárselo de encima en cuanto meten la mano en sus carteras. Son tan mezquinos los burgueses vulgares que no centran su crítica al Estado en tanto organización de la violencia, esto es, en tanto cárceles, policía y ejército, sino en tanto administrador de la economía. Pero el futuro nos dice que el Estado en tanto organización de la violencia necesariamente dejará de existir, mientras que en cuanto administrador de la economía necesariamente seguirá existiendo.

El burgués superficial y el economista vulgar tienen una concepción tan individualista de todo, que son incapaces de desarrollar sus intereses individuales hasta convertirlos en intereses comunes, en intereses de clase, y darles la forma de intereses generales. Y como esto es así, la clase media, que el economista vulgar representa y alienta, jamás será una clase dirigente y, por lo tanto, jamás será capaz de crear un mundo nuevo. Los miembros de la clase media sólo saben de los intereses de su familia y de las cuatro paredes de su negocio. Más allá de ahí no quieren llegar. Así que nada bueno se debe esperar de ellos, sino bravuconadas, superficialidades y banalidades. Y Xavier Sala es un representante de este mundo que toca continuamente su bolsillo para que el Estado no le meta la mano dentro. Es un economista vulgar, que no va más allá de la conciencia habitual de los agentes de la producción, de la conciencia del miembro de la clase media, cuya característica principal, como señalé antes, es su incapacidad para transformar sus intereses individuales en intereses de clase. De ahí su impotencia política y su creencia ciega en el poder absoluto del individuo.

Francisco Umpiérrez Sánchez es director del Centro de Estudios Karl Marx.