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El capítulo negro de la historia sindical chilena

Fuentes: www.lacoctelera.com/prensaopal

«Quiero que la CUT se purifique en su propio seno por la reacción honrada y vigorosa de los trabajadores, y se limpie. No podría pretender yo destruir lo que tanto me ha costado y tanta falta hace a los obreros, campesinos y empleados». «Mi renuncia ha sido la culminación de graves divergencias con algunos compañeros […]

«Quiero que la CUT se purifique en su propio seno por la reacción honrada y vigorosa de los trabajadores, y se limpie. No podría pretender yo destruir lo que tanto me ha costado y tanta falta hace a los obreros, campesinos y empleados».

«Mi renuncia ha sido la culminación de graves divergencias con algunos compañeros del Consejo Directivo Nacional, principalmente aquella que se refiere a la posición que debe adoptar nuestra organización frente a la política económica del actual gobierno, repudiada unánimemente por todos los trabajadores del país». Con estas palabras Clotario Blest denuncia y enfrenta uno de los tantos capítulos oscuros del sindicalismo Chileno.

Mucho después se sabrá de la existencia de un pacto tácito que suscribieron el radicalismo y la democracia cristiana con el binomio, comunista y socialista, para apartar a Clotario de la Centra! de Trabajadores.

Los aires renovadores que traía la década del sesenta, y que removería pos teriormente todas las añejosas estructuras político-sociales del orbe, ya habían realizado una fuerte irrupción en varias zonas del planeta hacia el segundo semestre de 1961. El conflicto de Vietnam, la virulenta querella ideológica entre las socialistas URSS y China, sumado a la sangrienta división militar del territorio alemán, más la consolidación de la Revolución Cubana, eran algunos de estos indicadores.

Por todos los lados geográficos la agitación social bullía no escapándose a ello nuestro país. Casi 84.000 trabajadores, entre obreros y empleados prove nientes de gremios como: Ferrocarriles, profesores, cupríferos, panificadores, etc. mantenían un férreo movimiento huelguístico a fines de agosto de 1961, fruto de las políticas sociales del gobierno de Jorge Alessandri. En lo económico «venía observándose un deterioro importante de la situación económica, detrimento que se manifestaba en el déficit de la balanza de pagos y un acelerado agotamiento de las reservas de dólares». En lo político, las dificultades se presentaron a raíz de las elecciones parlamentarias de marzo de 1961 en las que fueron derrotadas las fuerzas partidistas del gobierno. Con ello perdió el control del tercio del congreso debiendo el Ejecutivo buscar urgentemente algún aliado político.

La convocatoria La CUT (Central Ünica de Trabajadores), entretanto, que tras la exitosa jornada de protesta contra el gobierno en noviembre del año anterior, había quedado nuevamente reposicionada como un organismo de amplia convocatoria social, eleva a consideración de las autoridades gubernamentales una plataforma económica denominada «Pliego Único». La drástica negativa oficialista de acceder a tal petitorio, lleva a que Clotario Blest cite intempestivamente, para el 22 de agosto, a la Asamblea Nacional de Federaciones con el fin de evaluar la realización de un paro nacional. La razón de esta personal decisión sustentada con el apoyo de anarquistas, trosquistas, prochinos, comunistas y socialistas disidentes, se generó al percibir Clotario que la situación de descontento social que vivía el país podía culminar con la caída del gobierno de Alessandri Rodríguez. Luego de dos días de intensas y amplias deliberaciones, las federaciones de la Central Única acuerdan efectuar el Paro General para el 29 de agosto por el lapso de 48 horas prorrogables. Previendo el arrollador triunfo huelguístico, el presidente de la República invita al Partido Radical a ingresar al gabinete con el objetivo de «bajar la caldera social».

Mientras núcleos de trabajadores esperaban en sus locales sindicales el inicio de la «Huelga General», el lunes 28, repentinamente dos consejeros comunistas convocan a una nueva sesión de Federaciones. Durante la reunión, el representante comunista de la construcción plantea la suspensión del paro, en consideración según él, a que los gremios no estaban en condiciones de ir al movimiento, comunicando, además, al consejo Directivo Nacional su marginación de la entidad. El temor sin duda del posible rompimiento de la Central de Trabajadores inclina al resto del consejo de federaciones a levantar la paralización de actividades nacionales decretado para el día siguiente. Eran las 23.15 horas de la noche. Ante la gravedad del hecho, Clotario Blest notifica verbalmente a la Directiva su dimisión como presidente de la CUT. Por ello Blest enfatiza: «Mi renuncia ha sido la culminación de graves divergencias con algunos compañeros del Consejo Directivo Nacional, principalmente aquella que se refiere a la posición que debe adoptar nuestra organización frente a la política económica del actual gobierno, repudiada unánimemente por todos los trabajadores del país. Pues mientras algunos estimamos que es necesario emprender una acción directiva masiva determinada a provocar un cambio sustancial en profundidad y extensión de la estructura económica, política y social del país; otros creen que esto mismo se puede alcanzar a través del actual régimen legalismo y pseudo-democracia representativa burguesa y corrompida en que se debate el país y sus instituciones fundamentales». Interiorizada la directiva de la Central sobre la repercusión del hecho, determina en los días siguientes mantener a Clotario como miembro del Consejo directivo y llamar a un Congreso Nacional para que dirima las discrepancias.

En el intertanto, y frente a las posibilidades de exponer y consolidar sus principios que depara el anunciado Congreso Sindical, diversas corrientes sindicales como anarco-sindicalistas, trosquistas, prochinos, socialistas y comunistas disconformes, forman el «Comité Pro Solidaridad a Blest». El funcionamiento de esta entidad atrae un fuerte apoyo de trabajadores de diferentes provincias del país, que llenan de confusión y especulación a algunos sectores sindicales partidistas que piensan en la constitución de una Central Sindical. Estas suposiciones o informaciones son totalmente falsas aseverará Clotario: «Estimo que una tentativa de esta naturaleza además de torpe, se transforma en una nueva traición a la clase trabajadora chilena. Quiero que la CUT se purifique en su propio seno por la reacción honrada y vigorosa de los trabajadores, y se limpie. No podría pretender yo destruir lo que tanto me ha costado y tanta falta hace a los obreros, campesinos y empleados».

Los epítetos Valiéndose de la nueva orientación que el PC le imprime a la CUT, a la cual también se alinea posteriormente el PS, la nueva dirigencia sindical alcanza con el poder Ejecutivo una nueva ley de reajuste de las remuneraciones, a cambio de contribuir a desmotivar cualquier movimiento huelguístico. Esta actitud es la que impulsa al bloque insurreccional, comandados por Clotario Blest, a vertebrarse como un referente político-social, el 21 de octubre de 1961: El Movimiento de Fuerzas Revolucionarios (MFR).

El surgimiento y fortalecimiento de esta posición enarbolada por el MFR, como corriente sindical al interior de la Central de Trabajadores, despierta entre los partidos comunistas y socialistas, actitudes descalifícatorias contra sus miembros.

En cuanto a los problemas de orden económico, estos se agudizan cuando en diciembre de 1961, una brusca y repentina devaluación del peso sepultó la experiencia de cambios económicos de corte semiliberizante, terminando así la llamada fase del «Gobierno de los gerentes».

Finalmente y luego de varios aplazamientos se lleva a cabo entre el 1 y el 5 de agosto de 1962 el Tercer Congreso Nacional Ordinario de la Central Única con la concurrencia de 2.414 delegados representantes de 1.107 organismos sindicales. Desde el principio se distingue una hostilidad circundante, entre los delegados del MFR y los del conglomerado partidista. Gritos, empujones, insultos y obstrucciones en el otorgamiento de credenciales para los del MFR, son la tónica que domina en el primer día. Entre la segunda y tercera jornada efectuada en el Teatro Caupolicán, el distanciamiento entre el grupo de Blest y el resto se ahondó al extremo que en varias comisiones de trabajo, el MFR fue excluido. Llamó la atención también la proliferación de volantes anónimos con graves injurias contra Clotario, en que se le acusa de «agente del imperialismo» y «sirviente de la policía».

Durante la tarde del 3 de agosto y dentro de una acalorada discusión se realiza el análisis de la CUT. Mucho después se sabrá de la existencia de un pacto tácito que suscribieron el radicalismo y la democracia cristiana con el binomio, comunista y socialista, para apartar a Clotario de la Central de Trabajadores.

El adiós Aquel día del 4 de agosto el auditorio estaba expectante. Por lo parlantes una voz anunciaba la discusión de un punto de la tabla: El retiro de Clotario de la dirección máxima de la Central. Instantes después, mientras el otrora líder de la CUT descendía con lento andar desde la galería hacia el estrado, ubicado frente a la platea, una mayoritaria rechifla lo recibía. Repentinamente los más furibundos asistentes, situados en sitios estratégicos, comenzaron a lanzarles monedas. En la platea, los integrantes del Movimiento de Fuerzas Revolucionarias en la cual se destacaban el trosquista Luis Vitale, y el anarco-sindicalista, Ernesto Miranda, protegían con sus cuerpos a la frágil figura de Blest que seguía avanzando resueltamente a la testera. Ya allí y rodeado en círculo por sus fieles partidarios, Clotario Blest, finalmente se acercó a los micrófonos para explicar su verdad, pero éstos estaban desconectados. La lluvia de objetos seguía cayendo sobre Clotario. Quiso hablar y decir algo, pero el rugido de la multitud apagó su voz. Luego de un pausado silencio manifestó con voz firme: «Se engañan quienes puedan sufrir quebrantos en su unidad gremial. Nadie podrá destruir a este organismo gremial. La unidad es la mejor arma de los trabajadores. No seré yo quien le ponga piedras y palitos en el camino a la clase trabajadora. En nombre de esa unidad, desisto a plantear ante esta plenaria los fundamentos de mi renuncia como Presidente de la Central Única de Trabajadores», finalizará diciendo. «Blest se dio cuenta -narrará el dirigente Municipal, Humberto Valenzuela- que en ese clima le hará prácticamente imposible exponer sus puntos de vista y optó por no hablar. Había triunfado la democracia de los camaradas». En conocimiento de esa enconada atmósfera el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias se retira por falta de garantías del proceso eleccionario sindical, perdiendo con ello y para siempre, los cuatro cupos directivos que se hacían acreedor debido al apoyo que poseían. En el nuevo consejo directivo Nacional de la CUT elegido esa noche y formado al calor de la concordancia de partidos de centro e izquierda, se proclama como nuevo presidente y Secretario, al socialista Oscar Núñez y al comunista Luis Figueroa respectivamente.

Es tanta su derrota que esa noche, emulando a Luis Emilio Recabarren, también destruido por sus contemporáneos, vio Clotario el suicidio como la única forma de mitigar el dolor. Sólo la providencial intervención de Luis Vitale, impide que Blest se autoelimine esa madrugada.

*El autor es historiador chileno