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Entrevista al historiador Mario Amorós, quien imparte hoy una conferencia en Oviedo (España)

«El caso Llidó demuestra que Pinochet conocía los detalles de la represión»

Fuentes: Mundo Obrero

Mario Amorós, periodista, historiador y colaborador de Mundo Obrero, presentará en la Fiesta del PCE su último libro, Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario, editado por Publicaciones de la Universidad de Valencia (http://puv.uv.es). Esta es la cuarta publicación dedicada al estudio de la historia reciente de Chile, además del resultado de su tesis doctoral. La obra […]


Mario Amorós, periodista, historiador y colaborador de Mundo Obrero, presentará en la Fiesta del PCE su último libro, Antonio Llidó, un sacerdote revolucionario, editado por Publicaciones de la Universidad de Valencia (http://puv.uv.es).

Esta es la cuarta publicación dedicada al estudio de la historia reciente de Chile, además del resultado de su tesis doctoral. La obra está centrada en la lucha de Antonio Llidó, un cura valenciano que pagó su coherencia humana y política con su propia vida. Dirigente del MIR, rechazó la posibilidad de salir del país y tras la derrota de Allende se quedó luchando desde la clandestinidad. La dictadura de Pinochet lo desapareció alrededor del 25 de octubre de 1974, después de tres semanas y medía en manos de la terrorista DINA.

Si la resolución judicial británica de conceder la extradición de Pinochet a España hubiese sido cumplimentada, las pruebas sobre el caso Llidó hubieran sido suficientes para que el tribunal condenara al dictador chileno por torturas y desaparición forzada.

El libro de Amorós entrelaza los testimonios de 49 amigos, compañeros de lucha y familia, con un sinfín de documentos inéditos y de bibliografía y el centenar de cartas en las que Llidó desarrolló magistralmente su pensamiento político y compromiso social, en una crónica de la vida de Chile de la década de los sesenta y comienzos de los setenta.

M.O.¿Cómo surgió la idea de escribir un libro sobre Antonio Llidó?
M.A.: En julio de 1998 entrevisté en Valencia, a Pepa, la hermana del padre Antonio Llidó, para un periódico de Alicante. Cuando me enseñó las cartas que su hermano le escribió desde Chile durante 5 años, yo, que llevaba dos años estudiando la historia de Chile, descubrí un tipo de documentación que no había visto nunca. Ese centenar de cartas que conservan la familia y los amigos muestran la vida de un modesto cura valenciano y su compromiso con el socialismo, la pedagogía popular y su participación en la lucha de los obreros y de los campesinos en el Chile del gobierno de Allende y la dictadura de Pinochet. Es una mirada nueva de un periodo histórico apasionante y por eso decidí dedicar mi doctorado a la lucha de Antonio en Chile.

M.O.: ¿Por qué la Teología de la Liberación y el compromiso de ciertos sectores de la iglesia con la lucha arraigó tan bien en Latinoamérica?
M.A.: La TL tiene su embrión en el Concilio Vaticano II donde el Papa Juan XXIII habla de la opción preferencial de la Iglesia por los pobres. Luego en el año 68, en Medellín, tiene lugar la primera Conferencia de los obispos latinoamericanos. De ahí sale una crítica a las condiciones de injusticia en América Latina y viene la eclosión de las comunidades de base. En los barrios pobres los sacerdotes empiezan a participar en las luchas de los excluidos. En casi todos los países de América Latina se va formando un movimiento de jóvenes que teorizan, desde el punto de vista de la teología, sobre el compromiso de la opción por los pobres. En Chile participaron muchos curas. Hubo unos cuantos catalanes y también holandeses. La diferencia es que los catalanes fueron haciendo su proceso de acercamiento hacia el socialismo en Latinoamérica y Antonio lo hizo antes de llegar. En dos pueblos de la sierra de Alicante, Antonio realizó un gran trabajo pedagógico con la ayuda de jóvenes estudiantes de Valencia, algunos de ellos militantes del PCE. Luego, obligado por su obispo a irse a El Ferrol a cumplir el servicio militar, toma contacto con reclutas comunistas o estudiantes de la resistencia antifranquista. Y después, cuando viaja en barco a Chile ayuda a unos guerrilleros ecuatorianos que habían recibido entrenamiento en Cuba y que le cuentan los logros de la Revolución Cubana. Ya en sus primeros escritos en Chile explica que la solución para este país y para América Latina es una revolución que cambie las estructuras sociales de arriba abajo. El caso de Antonio es muy interesante porque participó en la fundación del movimiento Cristianos por el Socialismo. Con este grupo de sacerdotes se reúne con Fidel Castro en noviembre del 71 en la embajada de Cuba. La historia de Antonio nos permite conocer cómo se fue gestando en Chile el proceso de cristinos de izquierda, cómo surge Cristianos por el Socialismo. En sus cartas explica muy bien el sentido de su compromiso: dice que luchar por la justicia en Chile es luchar por el socialismo. Son cartas impresionantes porque tenía una gran destreza para escribir.

M.O.: La dictadura de Pinochet asesinó a seis sacerdotes y Antonio fue el único desaparecido. ¿En qué situación se encuentran los responsables?
M.A.: El juicio está parado desde hace cuatro años. Ha habido ya dos casos de militantes del MIR, también detenidos y desaparecidos, con condena firme para los responsables, que son casos equiparables a los de Antonio, porque algunos son los mismos asesinos, agentes de la DINA con nombres y apellidos y algunos de ellos ya procesados.

M.O.: El caso de Llidó pudo haber sido clave para condenar a Pinochet si se hubiera conseguido su extradición cuando fue detenido en Londres.
M.A.: El 13 de noviembre del 74, Pinochet recibe a dos obispos, presidentes de un organismo humanitario, que le muestran una relación de detenidos desaparecidos, entres ellos una foto de Antonio Llidó. Cuando Pinochet le ve, le señala con el dedo y dice «ese no es un sacerdote, es un marxista» y justifica su tortura y su desaparición. Uno de esos dos obispos testificó en España en la Audiencia Nacional en el 98 y en Chile en 2003. Según los abogados esas palabras hubieran podido servir para condenar a Pinochet si hubiera sido extraditado. Es una de las pruebas más claras de que el dictador conocía al dedillo los detalles de la represión y demuestran que Pinochet, además de ser el jefe superior de la DINA, tenía un conocimiento exhaustivo de las personas que iban siendo asesinadas.

M.O.: En este trabajo de investigación, 33 años después del asesinato de Antonio Llidó, ¿cómo han revivido la historia las personas que compartieron la lucha del sacerdote?
M.A.: Es un recuerdo lleno de emoción. Algunos de ellos sobrevivieron a la represión, estuvieron en las cárceles de Pinochet y tienen un gran recuerdo político y humano de Antonio, que ha dejado una huella imborrable en Chile y en Valencia. Hay personas repartidas por todo el mundo que le recuerdan porque lucharon, vivieron y soñaron con él. Hay que tener presente que el MIR, el partido del que Antonio fue dirigente y al que pertenecieron muchos entrevistados, fue un partido exterminado por la dictadura y maltratado por los historiadores y la prensa chilena de derechas. El MIR es un partido que ha sido vejado, que ha sido descalificado como terrorista, que ha sido presentado como una banda de jóvenes burgueses o de locos revolucionaros cuando no fue así. Entonces ahí hay un gran trabajo para reivindicar la lucha de estas personas en el marco del gobierno de Allende, aunque no formaran parte de la coalición de gobierno, pero sí de la construcción del socialismo.

Este libro es un trabajo novedoso para los interesados en la historia de Chile, ya que hay miles de libros publicados pero muy pocos se han centrado en las clases populares. Por ejemplo, el golpe del 11 de septiembre siempre se ha contado desde la muerte del presidente Allende en el Palacio de la Moneda. Los testimonios de este libro recogen lo que pasaba donde se encontraba Llidó aquel día, una industria textil tomada y dirigida por los trabajadores, y relata qué pensaron y cómo actuaron los trabajadores aquella mañana.

M.O.: En la introducción te adhieres a la concepción de trabajar la historia «desde abajo»; partir de la lucha de las clases populares para intentar influir, criticar, redefinir o robustecer la corriente principal de la historia. ¿Qué representa esta forma de abordar la historia?
M.A.: Es una corriente que nace de los historiadores marxistas británicos como Hobsbawn, Thompson o Hill. Es una forma de analizar el pasado. Se puede hacer con una lista de reyes, dinastías o guerras; se puede hacer ensalzando las virtudes de la burguesía, que supuestamente nos llevó al desarrollo y a la democracia; o se puede analizar el pasado desde la lucha de las clases populares contra la dominación que ha aplastado sus anhelos de justicia durante tanto tiempo, que es analizar la historia desde abajo. Y ese es un campo muy atractivo pero difícil porque hay que hacerlo desde la historia que no da de comer. En el caso de Chile, sin embargo, es interesante porque una parte de los principales historiadores académicos del país trabajan desde hace 20 años en esta línea, son unos trabajos excepcionales, con gran prestigio y con una editorial (LOM Ediciones) que se los publica, algo que no hay todavía en España.

M.O.: ¿Por qué los españoles luchamos para que se castigue y juzgue a los responsables de las dictaduras latinoamericanas en lugar de trabajar para que se haga lo mismo con los responsables de las torturas, desapariciones, fusilamientos y demás formas de represión de la dictadura de Franco?
M.A.: Creo que, salvo un sector muy minoritario, la sociedad española ve en Pinochet a un dictador sangriento mientras que un sector no pequeño de esa sociedad defiende o defendería la dictadura de Franco si se le preguntara.

Siempre es más fácil juzgar la historia ajena que la nuestra. Además en España ha habido un silencio de 70 años, que apenas se ha roto ahora por el movimiento de la memoria histórica y por el trabajo del PCE; pero para la mayor parte de la sociedad es un tema secundario. Para mí ha sido esclarecedor que el PP haya arrasado en las elecciones en mi tierra, con el movimiento tan fuerte que hay allí por la memoria histórica: en Valencia por las fosas del cementerio y en Alicante por el puerto. Pensaba que ese movimiento podría ayudar a movilizar a la sociedad crítica, pero se ha demostrado que no es así: importa más la Formula 1 o la Copa América.

Por otra parte, en Chile desde poco después del golpe de estado hubo un movimiento por la memoria que fue esencial en la lucha contra Pinochet. En España, sin embargo, hasta la muerte del dictador hubo una amnesia que se prolongó en la transición, y ahí está la crítica y autocrítica del Partido al respecto que ha servido para apoyar una política para una ley de la memoria integral.

El modelo de memoria del Partido Socialista, en cambio, se vio cuando Bono ejercía de ministro de Defensa e hizo desfilar a un veterano de la División Azul junto a un brigadista internacional, o cuando en la Ley de la Memoria se habla de «dos bandos» en la guerra civil equiparando el gobierno democrático de la II República con un golpe de estado fascista. Nos queda muchísimo camino por recorrer.

M.O.: ¿Cuál han sido tus conclusiones al acabar el libro?
M.A.: En primer lugar reivindico el compromiso de Antonio Llidó en Chile; hay muchos aspectos que no se conocían de su lucha, especialmente su actividad política en el MIR. En segundo lugar intento rebatir la leyenda negra que se ha tejido en Chile contra el MIR; me parece importante contribuir a que la derecha no siga justificando el golpe militar de Pinochet y los crímenes de la dictadura, en parte, por la acción del MIR. Y, en tercer lugar, reivindicar una vez más, y desde otro punto de vista el proceso de construcción del socialismo en el Chile de Salvador Allende con unos valores incalculables. El libro nos permite ver cómo fue la lucha por la revolución agraria, por el control de la producción, por el «poder popular», contra el desabastecimiento, desde la base, desde la historia apasionante de un cura valenciano y sus compañeros en una zona rural.

Antonio siempre fue pesimista respecto a que la vía chilena al socialismo pudiera tener éxito y lo dejaba muy claro en sus cartas, sobre todo en las de finales del año 72, en las que dice que la burguesía responderá con balas a las demandas de justicia del pueblo. Es interesante conocer su visión del proceso revolucionario, sobre cómo una revolución se defiende frente a una embestida brutal de la burguesía.

– Conferencia de Mario Amorós hoy en Oviedo: http://www.pce.es/agenda/pl.php?id=775