Casa América reunió en la sala Borges a los candidatos al premio Goya a la mejor película latinoamericana. Se trató de un charla amena dirigida por el crítico y periodista Javier Tolentino y que contó con la participación de la actriz peruana Tatiana Astengo, el director chileno Matías Bize, el actor chileno nacido en Venezuela […]
Casa América reunió en la sala Borges a los candidatos al premio Goya a la mejor película latinoamericana. Se trató de un charla amena dirigida por el crítico y periodista Javier Tolentino y que contó con la participación de la actriz peruana Tatiana Astengo, el director chileno Matías Bize, el actor chileno nacido en Venezuela Santiago Cabrera, el director argentino Gastón Duprat y el director mexicano Luis Estrada. Tolentino, director del programa de Radio3 El séptimo vicio, comenzó la charla con cierta provocación al señalar que aquí sentados frente al público se encontraba lo mejor del cine español de este año. Supo llevar las conversaciones, ser incisivo y hasta preguntar a Enrique Bocanegra, que se encontraba entre el público, sobre su opinión de lo que aportan los Goyas al cine. Con timidez, Bocanegra respondió que sirven para «conectar al público con las películas».
El director Gastón Duprat, codirector de la película argentina El hombre de al lado, definió su película explicando que las medianeras son fronteras y que a través de ellas han expresado en la película el miedo a lo distinto que sufre nuestra sociedad. La nominación al Goya ha tenido repercusión en toda la prensa argentina. Su director se mostró contento y halagado por ello. Confía también en que la nominación le sirva a la película como una lupa que pueda darle una nueva dimensión a la película. Como director le gustan las películas con dudas porque el cine se va construyendo mientras se hace, e incluso se llega al final sin haberlas despejado del todo. Así que no suele haber certezas, ni un control absoluto del lenguaje. El hombre de al lado llega después de haber sido la ganadora en los premios de la academia de su país.
Por su parte Luis Estrada, director de la película mexicana El infierno, contó que su película es una sátira muy ácida sobre un momento político, histórico y social de México. Le ha servido para radiografiar a un país en crisis, que vive situaciones que se vuelven endémicas. Con la sátira se ha permitido retratar y criticar el poder político de su país. Completando la definición, Estrada añade que es un largometraje muy ambicioso que ha tocado muchos símbolos de los que no se escapan los últimos cuatro presidentes a los que señala como causantes de la zozobra actual. En México ha habido intentos para que El infierno no llegara a estrenarse, pues la imagen del país, muy deteriorada en la película, no es la que se desea enseñar. Hasta el gobierno dijo que ésta no era la película que les podía representar. De México nos dio un dato más: en los últimos cuatro años han tenido más muertes violentas que las ocurridas en Afganistán con su guerra. Estrada señaló que ningún premio hace mejor o peor a una película. Cada vez la vida de las películas es más larga. Los directores hacen cine para que la gente lo vea, así que en ese sentido, la que se lleve el Goya tendrá más oportunidad de que la vea más público.
Contracorriente, la película peruana, es la única de las cuatro que ha logrado estrenarse comercialmente en España. Su actriz principal, Tatiana Astengo, se mostró muy contenta por ello. Señaló que se trata de una historia de amor, de personas, de sentimientos, de mantenerse fiel a uno mismo, de coraje y de valentía. La actriz confía en que esta nominación permita que Contracorriente pueda llegar a otros países latinoamericanos. Astengo lleva viviendo seis años en nuestro país y ve que aquí hay un cierto interés por el cine latinoamericano, pero que aún llegan muy pocas películas de allá. Apunta que quizá falte curiosidad por ese tipo de cine. Añadió que a su país llega poco cine español, las cuatro o cinco más taquilleras y que han triunfado en los Goya.
Matías Bize, director de la película chilena La vida de los peces, comentó que nota que ha tenido un crecimiento a lo largo de su trayectoria y también que las películas que ha rodado mantienen una línea, gracias a la anterior ha podido llevar a cabo la siguiente. La vida de los peces es una historia sobre un reencuentro de una pareja, pero también de un personaje que vuelve a su país después de diez años. En este sentido, su actor protagonista, Santiago Cabrera, explicó que se ha identificado con ese sentimiento de regreso ya que vive fuera de Chile desde hace tiempo. Cabrera señaló que el hecho de estar nominados ya supone un gran reconocimiento pues están representando a un país. Bize bromeó con que no quiere hacerse ilusiones, la última vez que se las hizo fue en el mundial de Sudáfrica. Hablando de cine, comentó que su país vive un buen momento, con muchas escuelas y universidades. Últimamente muchos directores jóvenes, más atrevidos y lanzados, están saliendo como él a festivales, lo que ha hecho que el cine chileno resulte más visible. Cabrera añadió que sin duda ahora hay más ganas y también que el trabajo genera más trabajo.
Para acompañar la reseña de esta charla y que ésta resulte más completa e informativa, me he permitido añadir a continuación mis propias opiniones sobre las cuatro películas.
El hombre de al lado es una película inquietante. Leonardo es el arquetipo del triunfo, un diseñador que vive en una casa construida por Le Corbusier. Al barrio llega Víctor quien decide abrir una ventana en la medianera que da a la casa de Leonardo. Víctor quiere atrapar un rayito de sol, pues si no toda la reforma emprendida en su casa se queda en nada, en pura oscuridad. Esa ventana es la manzana de la discordia, el momento exacto en que los dos vecinos son conscientes del que vive al lado. En Leonardo surge el miedo al otro, a lo diferente, a lo que no se conoce. Piensa que tiene algo que perder frente a su vecino, siente que la ventana les roba la intimidad familiar y comienza a imaginar en Víctor todas las características de una persona a la que odiar. Leonardo va construyendo con su miedo al otro. Lo hace de espaldas a una realidad que no le interesa conocer, con meras suposiciones. Este rechazo a los demás hace que a veces nos perdamos lo mejor de la vida y que quien menos sospechamos sean quienes más nos puedan ayudar.
De lo mejor de El hombre de al lado es la manera en la que se vencen las situaciones más incómodas a través de un humor que funciona como válvula de escape. Se trata de una película cuya mayor fuerza reside en los personajes y sus interpretaciones, hecha de pequeños gestos y de muchas enigmas, de grandes suposiciones que llenan los huecos y de una realidad que nada tiene que ver con las sospechas.
Sin duda una película recomendable. Arranca despacio pero cuando despega engancha, porque es capaz de crear expectativas y también de cumplirlas.
El infierno es un cuento, una ficción sólida, con un sabor agridulce, donde los principios y la honestidad se diluyen a golpe de fajo de billetes. Estrada satiriza sobre la situación mexicana ahondando en el origen de los problemas y avisando que no solo no se van a agotar, sino que lo más probable es que se multipliquen. La película tiene un gran peso de crítica hacia el tipo de política y el poder que han ejercido los últimos presidentes del país. Habla de narcotráfico, de pasividad policial y corrupción jerarquizada desde las más altas esferas, y lo hace con una sonrisa en la boca aunque se masque siempre la tragedia. Medrar personalmente en este sistema es fácil, el dinero corre con rapidez, así que entrar al servicio de un narco supone subir un escalón social, ser alguien a imitar. Acomodarse a esta vida es sencillo pues trae consigo un éxito efímero que permite con toda facilidad tomar los placeres de la vida al vuelo. El problema es que se muere muy joven, normalmente de un disparo, aunque a veces puedan existir peores métodos según se va profesionalizando el sector. Al menos te queda la esperanza de que te hagan un corrido contando tus hazañas.
¿Hacia dónde camina México?, ¿cuál es el futuro del pueblo? son las preguntas que se hace su director. No debe ser fácil responder; por un lado el sistema se engrasa a sí mismo, produce suficiente riqueza en muchos bolsillos como para prescindir de esos ingresos. Por otro, la venganza se va convirtiendo en una espiral invencible de la que no se escapa.
Para un espectador que desconozca la idiosincrasia de los mexicanos El infierno también resulta una película interesante, porque, aunque se la despoje de ese peso político, siempre se puede ver como una simple película de gánsters a la mexicana.
Me parece una gran película, muy digna. Podría haberse llevado el Goya con todo merecimiento, aunque si algo tiene en contra es lo largo de su duración: ronda las dos horas y media.
A Contracorriente le precedía un cierto éxito en festivales, como ocurrió en Sundance donde triunfó. Algo que sin duda la convertía en gran favorita para esta carrera por el Goya. Sin duda es una película interesante que abunda en lo sobrenatural para describir a las personas por dentro, tal y como son. Anclado su argumento en un pueblo pequeño, lleno de costumbres, entre gentes maliciosas más dadas al chisme que a la tolerancia, donde llevan viviendo mucho tiempo con unos principios inquebrantables sobre lo que está bien y está mal. Juega con acierto a enfrentar el hacer con el parecer. Es una película valiente en un lugar donde no se puede serlo, donde el aire tan denso asfixia. Contracorriente aborda con coraje la temática homosexual.
Encaja perfectamente en los patrones del cine latinoamericano que suele moverse por nuestro país. De ritmo lento, muy luminosa, artística, con los detalles estéticos cuidados al máximo y metafórica en casi todos los sentidos, tiene la capacidad de desnudar al ser humano (física y mentalmente) para pasar de lo local a lo universal. No solemos darnos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos y es en ese punto de no retorno cuando realmente valoramos lo que queremos y nos arrepentimos de lo que hacemos.
Es una película de actores y personajes y ellos la sustentan con éxito. Por ponerle un pero diría que peca en demasía de contemplativa, vemos demasiadas veces correr el viento llevándose la arena de la playa.
La vida de los peces se llevó el Goya. No comparto la opinión de los académicos porque me parece la más floja de las cuatro. No termino de entender el interés de las películas de Bize, llenas de historias individuales y cotidianas, que no caminan hacia ningún sitio más allá de una reflexión personal de lo que fue frente al anhelo que nos deja lo que pudo haber sido. Un arranque brillante de veinticinco minutos prometedores que luego decaen, pues aunque las nuevas conversaciones nos van dibujando otros detalles del protagonista, estos apenas aportan. Es tiempo de tejer un enigma, pero la película se recrea en el proceso y no vuelve a levantar hasta el final. Lástima que en medio se ha quedado el espectador cansado de silencios, de largos paseos por una casa, de una música que explota para comerse la acción, de contemplar un gran acuario, de un personaje que quiere irse pero que siempre se va quedando.
Los personajes confrontan el pasado con el presente, se encuentran ahogados en sus sentimientos. Para el protagonista, que hace años se fue a vivir a Alemania, se produce un reencuentro con su pasado y con el país que dejó. Se enfrenta a dos sensaciones que le agotan, dos huidas que han construido un presente que le aleja de poder retomar un pasado idílico. Para ella, la mujer que dejó entonces, las cosas están más claras; hace tiempo que hizo examen de conciencia, que tomó las riendas de su vida y apostó por luchar por sí misma y no quedarse esperando. Le quedan dudas. En esas dudas y en las de él, vive la película.
La vida de los peces se hace larga por lo cotidiana y lo contemplativa, porque no pasa nada, porque solo se desenvuelve en un plano psicológico, porque no hay más acción que las palabras dichas, porque al final le ganan de goleada las ambigüedades a las certezas.
Fuente: http://islainexistente.javialvarez.es/2011/02/el-cine-latinoamericano-en-el-que-se.html