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Los aportes privados y públicos a las campañas políticas

El cohecho como arma politica

Fuentes: Rebelión

Adam Smith en su libro «La riqueza de las naciones» aborda que el hombre no es solo «homo racional» sino también es un «homo economicus», decía; que «los hombres son egoístas sanos, actuando por su propio interés hacen el bien a otros», «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas», de acuerdo a esa […]

Adam Smith en su libro «La riqueza de las naciones» aborda que el hombre no es solo «homo racional» sino también es un «homo economicus», decía; que «los hombres son egoístas sanos, actuando por su propio interés hacen el bien a otros», «dame lo que necesito y tendrás lo que deseas», de acuerdo a esa vieja premisa; ¿podrá cualquier mortal entender que los grandes empresarios cada vez que donan o invierten grandes sumas de dinero en las campañas políticas, porque no es bueno poner todos los huevos en un mismo canasta, no buscan nada a cambio?, negocios son negocios deben decir en su fuero interno los grandes agente económicos, «desinteresadas donaciones», como «haz el bien y no mires a quién» dirán frotándose las manos los comandos de los candidatos o candidatas, pero no debo ser injusto, si, también los grandes privados hacen «donaciones» a la cultura o actos de caridad «¿dona el peso?», con la Teletón incluida, claro que en ambos casos descuentan de sus jugosas ganancias impuestos

El cohecho dicho en palabra muy simples, porque abundan definiciones, es: «soborno, coima, tráfico de influencias, lobby, obtención de información privilegiada, es mentir, es corrupción, ser comprado o venderse para conseguir algo», cohecho que se da no solo en el sector público sino que también en el sector privado, pero que, extrañamente, por decirlo más suave, nuestros legisladores dedican mayor atención en legislar en torno a este ilícito en las instituciones públicas, sobre todo cuando no están en el gobierno.

Podrá un humano chilenesis entender lo que significa esa danza de millones, que al final de cuenta pagamos todos los de a pie, en: financiación «legal» a la política o en las «inocentes» donaciones, cuando muchas veces ni siquiera se da cuenta que lo que gana es tan poco comparado con otros privilegiados que en la comodidad de sus casa o en la academia dictan cátedra sobre la moral y las buenas costumbres, que ser pobre es «culpa de los propios pobres», según el dicho popular: «está mal pelao el chancho amigo». Será entendible que el Estado subsidie» a los partidos políticos que cada vez se alejan más del pueblo para construir verdaderos feudos cupulares y que además, gozan de una baja aprobación y simpatía ciudadana. Pero, no nos engañemos, los representantes de la soberanía popular saben del prestigio de que gozan, para eso está el lobby, la familia en la política, la cocina de Zaldívar, la ignorancia, el cohecho en todas sus más variadas formas y métodos.

Que el Estado en manos de la «Concertación» y ahora «Nueva Mayoría» siga financiando a El Mercurio y a la Tercera, (todo el avisaje del Estado por esos dos medios), especialmente al primero que canallescamente conspiró desde el primer día en contra del gobierno legitimo del presidente Allende, porque en gran medida el cohecho como práctica política no les funcionó, el pueblo mayoritariamente voto en 1970 en conciencia y no por dinero, (existe consenso histórico que entre 1969 y 1973 se produjo la mayor ampliación de la democracia en Chile), el pueblo estaba despertando y eso si que era peligroso, hasta llegar a brindar no sé si con champaña o no cuando las fuerzas monopólicas del las armas, actuando como verdaderos mercenarios, a sangre y fuego arrebataron el sueño justo de muchos hombre, mujeres y niños de este país y, no se financie debidamente a toda la cultura no solo a esa cultura «light» o elitista, o no se auxilie a la prensa libre que no busca el enriquecimiento sino que mostrar la otra verdad, que si no fuera tal no intentarían silenciar y que tan bien le hacen a la razón, al entendimiento y brújula de los pueblos.

Si durante la primera parte del siglo XIX las élites discutían y peleaban entre sí para apoderarse del estado a su antojo, era porque el pueblo no estaba considerado en su democracia, solo debía trabajar y reproducir mano de obra barata, luego, cuando los jóvenes liberales revolucionarios buscan arrebatarles el poder a sus padres, buscan a los pobres, como una repetición de la vieja revolución francesa, para luego abandonarlos y reprimirlos en virtud de la patria, cuando la fuerza del pueblo se hace imparable, entonces el cohecho se transforma en el «fin que justifica los medios», en un arma política.

Portales para justificar su régimen autoritario decía que el pueblo no estaba preparado para vivir una democracia, más tarde Pinochet y los comerciantes de la política dirían lo mismo; en función del bien de la patria «no se podía aceptar la irresponsabilidad del pueblo» que en 1970 se atrevió a disputarles el poder. A la derecha siempre le ha sido útil la pobreza y el analfabetismo el voto censitario fue su mejor expresión «democrática» del siglo XIX. Según el INE (informe del 08.09.2006) los analfabetos censados mayores de 15 años en Chile llegaban en 1875 al 77,1%, en 1907 el 60%, y en 1940 a un 40,7%, ahora bien, si durante el siglo XX

(solo entre 1935 y 1949 pudo sufragar la mujer) le sirvió: el fraude, los votantes muertos, la «caja electoral» o «caja pagadora», las distintas papeleta de votación hechas por los distintos candidatos, la suplantación de personas falsificando sus firmas, la adulteración de los escrutinios o incluso cuando el candidato veía que estaba siendo superado robar las urnas, las atribuciones de la Cámara de Diputados que a merced de elitistas componendas política podía impugnar una elección, las Comunas autónomas con su elite de caciques y su sequito de clientes, los acarreos, los votos marcados, hoy le siguen sirviendo el clientelismo de favores, cargos públicos y bonos, pero principalmente hoy le son muy útil el analfabetismo cívico de muchos; de jóvenes acríticos, irreflexivo, menos conscientes, el resultado justo de una «educación» hecha a su justa medida después del golpe militar de 1973 y que hoy muchos comerciantes desean mantener.

El cohecho gozara de larga vida si nosotros lo permitimos, sino golpeamos fuerte la mesa y exigimos; primero, una nueva Constitución política, la línea «Maginot de la política», del establishment, de sus privilegios, Carta fundamental que asegure la participación directa y la revocabilidad de mandato; el derecho a la salud, a una educación pública gratuita y de calidad integral, el acceso a la salud, a salarios dignos, a una buena y justa pensión de vejez, una nueva Constitución sin letra chica, ni comisiones al puro estilo de la que organizó Arturo Alessandri Palma en 1924 o como hoy pretenden el gobierno de la Nueva Mayoría encabezado por la señora Bachelet

El cohecho cuando intentar controlar el voto ciudadano; en la conciencia y en la urna, profundiza la sensación de precariedad social, económica y política, el desencanto, las frustraciones, el irse para adentro, la desconfianza, porque siente que el sistema no le sirve, su práctica va desde vender solo una imagen y no entregar ideas, planteamientos, sobre falsas promesas cifrar expectativas que saben no van a cumplir, o se cumplen solo «en la medida de los posible», cuando los programas son solo ideas y nada de fondo, cuando se saca provecho de la pobreza, de la indefensión, del desamparo de las personas: «tengo que darle mi voto porque gracias a ella o a él tenemos un bonito(subsidio)» , bono a la vejez, por hijos, a las madres, como si fuera la «solución» y no mejorar sueldos y pensiones.

Sorry, «Al que le venga el sayo que se lo ponga» de una verdadera vez y no se siga manteniendo esta democracia que de democracia poco o nada tiene.

 



El autor es Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Magister en Educación, Gestión y Cultura. Universidad Arcis

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.