Hace 10 años, en Colombia, estaba comenzando a gestarse lo que sería el proceso de paz. Después de la mayor ofensiva militar orientada y financiada por los Estados Unidos de América contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), fue evidente, una vez más, que no sería por la vía militar que se lograría derrotar a esta fuerza guerrillera.
El Presidente de ese momento, anterior Ministro de Defensa del segundo gobierno de Uribe Vélez, y quien posteriormente recibiría el Premio Nobel de Paz, había expresado, con prepotencia, su voluntad de diálogo desde el inicio de su gobierno en 2010.
Fue estando ya en las aproximaciones secretas iniciales con las FARC-EP, para lo que sería la hoja de ruta del diálogo de paz, que tras un gigantesco y desproporcionado operativo militar, el 04 de noviembre de 2011, de forma cobarde y traicionera, fue asesinado Alfonso Cano, Comandante en Jefe de las FARC-EP, al parecer, fue el propio Presidente Juan Manuel Santos Calderón quien dio la orden.
Aún recuerdo la indignación del momento cuando comenzó la “fiesta de la oligarquía”[1] expresándose por los grandes medios masivos de comunicación, planteando el absurdo de que esa muerte sería un avance para la democracia y la lucha contra el terrorismo, para alcanzar la paz.
El festín ideológico se imponía una vez más, ocultando las verdaderas causas de la guerra, evidenciando los límites de las concepciones de paz y democracia para las clases dominantes en Colombia, apostando a un doble discurso que fue permanente durante todo el posterior proceso de diálogo, entre el reconocimiento de las FARC-EP como fuerza política insurgente en armas, pero exacerbando una imagen de supuesta organización narco-terrorista descompuesta.
Hasta la actualidad, 05 años después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado de Colombia y las FARC-EP, se mantiene un discurso ambiguo, no sólo por parte del actual mal gobierno de Duque (Uribe III), se pretende imponer la paz de los sepulcros, y continuar con los ciclos de barbarie, sustentada en el terrorismo de Estado, para la expansión del capital legal e ilegal en Colombia, sin una verdadera apertura democrática.
El Comandante Alfonso Cano, está presente en las luchas por la paz con justicia social en Colombia, más allá del importante legado político-organizativo-formativo, para quienes hicieron parte de las estructuras de las FARC-EP, la lucha digna por una Nueva Colombia es vigente, y se expresa de diversas formas en la actualidad. Aún es necesario estudiar a uno de los principales intelectuales de Colombia, que como tantos otros asumió la lucha armada, que hasta el final de su vida fue ejemplo de moral revolucionaria, y que aún tiene mucho por aportar en la actualidad[2].
[1] Así lo mencioné en nota que escribí algunos días después en noviembre de 2011, “Muerte de Cano: Fiesta de la oligarquía”.
[2] Algunos materiales para aproximarse inicialmente al legado de Alfonso Cano:
Vídeo Moral de combate:
https://www.youtube.com/watch?v=z7Tb0uoUc1E
Libro de Homenaje a Alfonso Cano:
Entrevista a Alfonso Cano en mayo de 2011:
http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2012/03/628_Enteevista-a-Alfonso-Cano.pdf
Tesis de Maestría El intelectual orgánico en las FARC EP en el
período comprendido entre 2000 a 2011, un estudio de caso de: Alfonso
Cano:
https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/78333/10154487372020.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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