Una de las funciones del Estado capitalista actual (para garantizar su doble objetivo de explotación económica y dominación política) consiste, por un lado, en trabajar permanentemente en la organizacióna nivel político de la clase dominante con sus fracciones y evitar su aislamiento de «lo» económico; mientras que por otro lado, busca permanentemente desorganizarpolítica y económicamente […]
Una de las funciones del Estado capitalista actual (para garantizar su doble objetivo de explotación económica y dominación política) consiste, por un lado, en trabajar permanentemente en la organizacióna nivel político de la clase dominante con sus fracciones y evitar su aislamiento de «lo» económico; mientras que por otro lado, busca permanentemente desorganizarpolítica y económicamente a las clases dominadas y subalternas; enseñándoles por todos los medios que la economía es un área de la actividad humana totalmente separada la de la política (cuando son un todo dialéctico inseparable ) Y presentándose como la «unidad de la nación» y así, bajo la «ficción del bien común», velar u opacar la interminable lucha de clases que se libra en la totalidad social: tanto en el Estado como en la sociedad civil.
Desde la aparición de los escritos de Maquiavelo, el arte de la política dejó de ser la ciencia de la política, como después de la aparición de los escritos de general prusiano Clausewitz, el arte de la guerra dejó de ser la ciencia de la guerra, a pesar de los abundantes citadores (que no lectores serios) de esos escritos que los mencionan para justificar sus «barrabasadas revolucionarias», su empirismo craso y falta de teoría revolucionaria (recordemos la famosa frase de Lenin sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria) Pero por sobre todo, y es lo más doloroso, arropando su ignorancia con lenguaje de Gramsci, verdadero enriquecedor e innovador excepcional de la de la tradición marxista sobre el estudio de estos dos autores de la modernidad, tan maltratados. En breve, cualquier manzanillo o electorero provinciano, sobre todo en Colombia, se puede presentar como político, aunque esté a siglos de serlo, así como cualquier «emboscador», legal o ilegal, se puede presentar como mariscal, aunque también este a kilómetros de serlo. Tiempo y Espacio, ya se sabe, dimensión esencial donde se mueven las relaciones sociales tanto del Capital como del Estado.
Durante más de 70 años de «conflicto social armado inconcluso», en Colombia, algunos intelectuales orgánicos de la resistencia popular contra la agresión militar oligárquico-Imperialista, ante la imposibilidad del exterminio del adversario, o mejor, ante la imposibilidad de la victoria militar total tantos años buscada por parte y parte; concibieron el concepto político alternativo y trasformador (de profundo contenido económico) de Solución Política al conflicto. Este, como lo ordenaba la razón, contemplaba una fase de diálogos y acuerdos con concesiones mutuas de todo tipo, especialmente en la esfera económica estructural, que si bien no eran las causales únicas del enfrentamiento si lo estaban sobre-determinando, como por ejemplo el asunto agrario hasta el momento irresoluto desde el punto de vista democrático y moderno; como también en la esfera sobre-estructural o Estatal donde se ejecuta el poder del Estado , y analizando su desarrollo histórico con su tradición de 150 años de guerras bipartidistas organizadas desde el Poder como una tecnología política para la solución a los conflictos por la hegemonía entre las clases dominantes y sus fracciones. Guerras a machete de montoneras, que utilizaron a los explotados y oprimidos o dominados y subalternos como carne de cañón y que los dominantes (mediante la fundamental función de cohesión socialque tiene todo Estado capitalista moderno) presentaron ideológicamente, una vez bendecidas por el aparato ideológico eclesiástico, para que fueran profundamente asimiladas por la mayoría como heroicas guerras civiles.
Obtenido el acuerdo trasformador, se concebía el cierre del proceso constituyente hacia la democracia abierta, con la convocatoria de una Asamblea Constituyente amplia, democrática y territorial que legalizara y legitimara lo acordado y le diera forma a la nueva correlación de fuerzas que subyacían en el proceso y en nuevo Estado surgido.
Así, después de los múltiples intentos de buscar soluciones al conflicto sin que se modificaran las condiciones estructurales y sobre-estructurales (es decir, en el Estado) mediante un sin número de procesos de paz fallidos que conducían a un nuevo ciclo militar violento, el Estado colombiano representado por J M Santos como presidente, inició los procesos de dialogo con «las guerrillas más viejas del continente»: Con las Farc-EP en 2012, que culminaron con el Acuerdo modificado o «consensuado» del teatro Colon de Bogotá (nov del 2016), y, con otro esquema metodológico con el ELN en Quito, feb 2017, al parecer sin llegar a un acuerdo definitivo en agosto 2018. «Lo único cierto del futuro, es que es incierto». Dice Bob Jessop
Llegados aquí, es necesario resaltar que desde un principio de los diálogos de la cúpula del Estado con las Farc-EP, el gobierno Santos, apegado al probado principio de dominación de separar «lo» político de la economía, no solo maniobró pérfidamente para que los cambios en esta fueron mínimos, lo que los comentaristas llamaron «la Paz barata de Santos», sino que a través de los medios de comunicación controlados por su familia y de comentaristas proclives y rábulas pagados, se dio a la tarea de desvirtuar y corromper mediante la jeringonza posmoderna el concepto de Solución Política (arriba planteado):
No hay en Colombia ningún proceso constituyente hacia la modernidad y la democracia abierta y, por lo tanto, no es necesaria ninguna Constituyente, menos abierta, popular o territorial, que refrende los Acuerdos «posibles» alcanzados. La refrendación se hará mediante un Plebiscito. Y con su típico criterio mercantilista logró imponer la idea de que en la Habana no había ninguna Solución Política al conflicto, sino un simple y vulgar NEGOCIO.
Idea que logró colocar como línea roja e imponer a Timoleón en ese entonces comandante supremo» de las Farc-EP, y que a su vez este impuso a su «equipo negociador», con los resultados y efectos que hoy 02.08.2018, hemos visto con el Plebiscito perdido y las modificaciones a lo Acordado en la Habana, como el punto de quiebre en el peligroso retroceso del proceso constituyente en Colombia.
La Solución política quedó en el olvido y ni se diga de la Constituyente, la que sectores de la pequeña burguesía radicalizada (cuyo máximo argumento son las poses pasteurizadas, las bufandas parisinas, los berridos histéricos, o mostrar el orificio anal y las nalgas) obligaron al jefe de la abigarrada y disímil convergencia electoral llamada Colombia Humana a abandonar completamente, so pena de no votar por él. ¿Cuál contra hegemonía o hegemonía popular y multicolor es posible conformar así de ese modo?
Sin embargo, también se debe resaltar que en medio de la incertidumbre por venir y dada la centralidad que se le hado en la defensa escueta del Acuerdo de la Habana en perjuicio de otros aspectos globales; el ELN con sus representantes más esclarecidos al cierre de este ciclo de diálogos con el Gobierno de Santos, ha vuelto a plantear el concepto político-económico de Solución Política como único camino realmente posible y transitable para la paz en Colombia; con lo cual, una vez más, vuelve a la discusión popular y a convertirse en el centro de un rico e importante debate sobre la hegemonía popular o contra hegemonía que debemos ir construyendo para oponer a la hegemonía dominante oligárquico-imperialista, que en la coyuntura actual y con el caso de Uribe Vélez, se está descociendo y rompiendo por todas sus costuras.
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