Desilusionados y hasta muy malhumorados se encuentran una buena cantidad de los denominados grandes columnistas de opinión de la gran prensa colombiana. Resulta que el congreso del Polo Democrático Alternativo recientemente realizado en Bogotá tuvo la plebeya osadía de no ser condescendiente con sus sugerencias, opiniones y directrices. Algunos piensan, y seguro que en algún […]
Desilusionados y hasta muy malhumorados se encuentran una buena cantidad de los denominados grandes columnistas de opinión de la gran prensa colombiana. Resulta que el congreso del Polo Democrático Alternativo recientemente realizado en Bogotá tuvo la plebeya osadía de no ser condescendiente con sus sugerencias, opiniones y directrices. Algunos piensan, y seguro que en algún momento lo escribirán, que esa masa de delegados fue muy desagradecida con los columnistas estrellas que se devanaron los sesos para decir por donde debía ir el Polo, que debía hacer el Polo, con quien debería aliarse el Polo, que y como debería condenar el Polo, entre muchas otras sabias y profundas recomendaciones.
Y no es para menos y es explicable la inmensa rabia de los columnistas, editorialistas y presentadores de televisión. Pues son ellos los que crean opinión. Construyen la llamada opinión pública. Es decir, son los mismos que ayudaron a convertir a Álvaro Uribe en un príncipe de la luz, la verdad y la inteligencia superior. Los mismos que le hicieron grandes reportajes y ayudaron a convertir en héroes a los jefes paramilitares. Los mismos que han ignorado la muerte y el dolor de decenas de miles de colombianos y colombianas víctimas del terrorismo de estado, que santificaron la privatización de la salud y la educación, que silenciaron a los tres millones de desplazados y a los 25.000 desaparecidos, que silenciaron el genocidio contra la UP y contra el movimiento sindical, que ignoraron las marchas y las protestas populares y que lograron convencernos de que somos el pueblo más feliz del mundo y tenemos el mejor presidente del planeta.
Resulta entonces que el congreso del Polo no se orientó hacia la política que recomendaban los grandes editorialistas y columnistas que engrandecieron y estimularon el inmenso ego de algunos polistas que sin tener el apoyo del Polo sueñan con ser presidentes de Colombia, al precio que sea, así al final se conformen con algún puesto en un consulado o quizás con alguna jugosa embajada.
Entonces los columnistas estrellas, los editorialistas infalibles y las presentadoras de la cosa política dicen en coro que el congreso del Polo fue un fracaso, que fue asaltado por la izquierda extrema, radical y fundamentalista, que no hubo propuestas políticas, que el Polo está desconectado de la realidad, entre muchos otros dardos y flechas que disparan contra el evento.
El tema es que el congreso del Polo se orientó por su propia política y no por la de los grandes columnistas. Se reafirmó en su carácter de oposición y su ideario de izquierda transformadora. Proclama la solución política negociada al conflicto y no la alabanza épica a la Seguridad Democrática y sus políticas de tierra arrasada. El Polo acordó tener candidato presidencial propio y trabajar por un gran frente de unidad sobre bases programáticas y no confundirse en una asexuada amalgama de antiuribistas de todo tipo y pelambre, muchos de ellos de reconocida trayectoria oportunista y otros de probadas prácticas neoliberales.
Así que lo sentimos por los grandes columnistas.
Que perdonen la altanería y la grosería de quienes no hicieron caso a sus sabios y profundos consejos.