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Presentación del libro "¡Escucha Winka!" en Temuko (Chile)

«El conocimiento es una poderosa herramienta política»

Fuentes: Azkintuwe

Previo a la presentación de «¡Escucha Winka!» en Temuko, Azkintuwe conversó con dos de su autores. Sergio Caniuqueo Huircapan (SC), profesor de historia, y Rodrigo Levil Chicahual (RL), sociólogo, compartieron visiones respecto de su trabajo. ¿El rol de los intelectuales en la lucha de un pueblo? Pasen y lean.        – Sergio Caniuqueo […]



Previo a la presentación de «¡Escucha Winka!» en Temuko, Azkintuwe conversó con dos de su autores. Sergio Caniuqueo Huircapan (SC), profesor de historia, y Rodrigo Levil Chicahual (RL), sociólogo, compartieron visiones respecto de su trabajo. ¿El rol de los intelectuales en la lucha de un pueblo? Pasen y lean.


 

 

 


 – Sergio Caniuqueo y Rodrigo Levil. Foto de P. Cayuqueo

 

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La invitación de Lom buscaba que intelectuales mapuches se hicieran cargo de su propia historia. Corría por entonces el año 2004.


«Hoy se habla del ‘conflicto mapuche’, como si el conflicto fuera generado por nosotros. Es necesario decir que no es así».


Fue una invitación de Lom Ediciones la responsable de la publicación de «¡Escucha Winka!». No así de su contenido, el cual es de absoluta responsabilidad de sus cuatro jóvenes autores. A saber, tres historiadores y un sociólogo, todos ellos mapuches y a mucha honra, según podemos concluir tras leer los cuatro ensayos y el prólogo que componen la citada obra, presentada ayer lunes en Temuko ante una masiva audiencia y comentada por los alcaldes Francisco Huenchumilla y Adolfo Millabur, entre otros.

La invitación de Lom buscaba que intelectuales mapuches se hicieran cargo de su propia historia. Para ello contactaron al historiador Pablo Marimán, quien actualmente cursa -becado por Fundación Ford- un doctorado en Etnohistoria en la Universidad de Chile y de destacada trayectoria en el quehacer político del Pueblo Mapuche. Fue este quien más tarde hizo extensivo el desafío a sus colegas José Millalén, Sergio Caniuqueo, además del sociólogo Rodrigo Levil. Corría por entonces el año 2004.

«¡Escucha Winka!» no es un libro de historia propiamente tal y sus autores lo recalcan desde sus primeras páginas. Son ensayos, aproximaciones a retazos de una historia nacional que recién comienza a aflorar, tímidamente, por parte de jóvenes intelectuales que conjugan su trabajo académico con la lucha de nuestro pueblo por sus derechos como nación. Tampoco es un recado confidencial, aclaran. Lejos de lo poético, «¡Escucha Winka!» es ante todo una interpelación. Un grito -como señalan- «de los colonizados al colonizador».

Previo a la presentación de «¡Escucha Winka!» en Temuko, Azkintuwe conversó con dos de sus autores. Sergio Caniuqueo Huircapan (SC), profesor de historia, y Rodrigo Levil Chicahual (RL), sociólogo, compartieron visiones respecto de su trabajo, repasaron el origen de la invitación de Lom y revelaron algunos de los objetivos de una publicación tan necesaria como urgente. ¿El rol de los intelectuales en la lucha de un pueblo? Pasen y lean.

– Cuál es el origen de esta publicación y de dónde surge esta necesidad por «escribirnos».

SC: Todos nosotros habíamos desarrollado distintos trabajos de investigación, la mayoría de las veces no remuneradas, a nivel de comunidades y organizaciones. Con Rodrigo y José trabajábamos generalmente en talleres de capacitación, vinculados a jóvenes dirigentes, esa era nuestra referencia. De los cuatro, Pablo (Mariman) era el más conocido, por haber publicado ya varios trabajos, artículos académicos en revistas e Internet y por esta razón la editorial Lom se contacta con él para ofrecerle la posibilidad, a través de Julio Pinto, que es encargado de la Línea de Historia, de escribir un libro acerca de la historia mapuche e interpretado bajo una visión mapuche. En ese momento no estaban las condiciones para escribir un libro de «Historia del Pueblo Mapuche», de tal magnitud, y así lo hizo presente Pablo a la gente de Lom. Entonces se planteo la posibilidad de publicar un conjunto de ensayos y en ese momento Pablo nos convocó a nosotros para participar.

RL: Yo creo que la necesidad de escribir sobre nosotros, sobre nuestra historia como pueblo, parte de la base que siempre han sido otros quienes nos han estudiado, analizado. En ese sentido, en el ámbito académico al menos existe una necesidad de comenzar a producir conocimiento y a legitimar también ciertas formas de conocimiento hoy no validadas por la ciencia oficial, por decirlo de alguna manera. El control ideológico siempre ha estado en manos del estado o de la iglesia o de determinados partidos políticos chilenos y ante esta situación surge la necesidad de irse descolonizando. Una de las formas de hacer esto es producir conocimiento mapuche y validar aquellos que están siendo negados. Es uno de los objetivos de este libro.

– Lom es una editorial que tiene un claro perfil de izquierda, ¿hubo alguna dificultad a la hora de fijar ciertas líneas respecto de vuestro trabajo?

SC: Nosotros tuvimos una reunión con ellos y les planteamos cual era nuestra interpretación de la historia. Claramente toda editorial tiene una tendencia ideológica, no existe una editorial que no la tenga, entonces nosotros queríamos dejar en claro cual era nuestra visión, desde donde nos parábamos. Y eso también respecto del perfil de izquierda que caracteriza a Lom y que es absolutamente legítimo que lo tenga. Tras esas primeras conversaciones ellos se dieron cuenta de varias cosas, primero, que nuestra visión respecto de la izquierda era más bien crítica, algo que quizás no imaginaron tanto. Pero lo aceptaron, no les molesto y nos dieron toda la autonomía que necesitábamos para escribir, además de un pequeño apoyo logístico, bibliografía y recursos para poder acceder a diversos archivos. Agradecemos por cierto a Lom que tuvo una visión de respeto hacia lo que nosotros queríamos contar, pese a que quizás existen en el libro muchas cosas con las cuales no concuerdan. Creo que esa apertura es valorable, una señal para el resto de la sociedad.

– Ustedes han sido cuidadosos en no titular este trabajo como un libro de «Historia Mapuche». En la nota de advertencia que incluyeron señalan que esa sería un tarea para más adelante, a la par del desarrollo de una historiografía propia como pueblo. Sin embargo, la estructura del libro intenta abarcar un extenso periodo histórico, desde la etapa prehispánica hasta nuestros días…

RL: Hay un primer ensayo que escribió José Millalen y que aborda el periodo prehispánico, la sociedad mapuche ancestral que es abordada no tan solo desde las fuentes bibliográficas que pueden existir, como los archivos, relatos de cronistas, etc., sino que lo conjuga con la cultura y la tradición mapuche. En el fondo, toma elementos de la cultura, de la cosmovisión mapuche, y la forma en que nuestro pueblo entendió y entiende aun su lugar en esta tierra, su origen. Luego viene un ensayo de Pablo Marimán, que da cuenta del siglo XIX y como al interior de nuestro pueblo existían en aquel tiempo instituciones que nos dotaban de soberanía, territorial, política, económica, en definitiva, como una sociedad organizada, libre e independiente. Pablo da cuenta de algunas de esas instituciones, que derriban algunos mitos sobre nuestra supuesta desorganización como sociedad en aquel entonces.

Por otro lado, el ensayo de Sergio (Caniuqueo) aborda la etapa posterior a la ocupación militar, la etapa de la reducción hasta el golpe militar, dando cuenta de como los distintos proyectos políticos, gubernamentales, fueran de izquierda, centro o derecha, buscaron fortalecer en definitiva el proyecto nacional chileno, negando nuestra existencia como pueblo. Finalmente, el trabajo que me toca desarrollar en lo personal es aquel referido al período post dictadura, la implementación del neoliberalismo en Chile y como este modelo de desarrollo económico ha afectado a nuestro pueblo, a la par de revitalizar el movimiento social mapuche, una de sus paradojas.

– Existirían ciertos hitos históricos que actuarían como hilos conductores del libro… la conquista chilena, dictadura militar, imposición del libre mercado, en definitiva, aquellos períodos donde quedaría mas en evidencia la contradicción Estado-Pueblo Mapuche.

SC: Alguien haría una mala interpretación del libro si creyera que nuestros ensayos buscan reivindicar derechos o justificar derechos en base a este trabajo académico. O dicho de otro modo, manipular o instrumentalizar la historia. Nosotros hacemos una separación. Sabemos que tenemos derechos, lo que hacemos es mostrar, desde nuestra interpretación de los hechos históricos, como nosotros fuimos capaces de ejercerlos, a través de instituciones, normativas, etc., ello en determinadas épocas. Y claro, a medida que vamos rescribiendo nuestra historia, queda en evidencia que estos derechos nos fueron quitados por el estado chileno, pero el punto es cómo hacemos entender, a los chilenos y también por cierto a nuestros hermanos mapuches, que el conflicto actual, o el conflicto de hace 30 años, o de 100 años, no fue generado por nosotros.

Hoy se habla del «conflicto mapuche», como si el conflicto fuera generado por nosotros y nos correspondiera solo a nosotros hacernos cargo de este. Y es necesario decir que no es así. Buscamos dejar en evidencia que aquí hubo un otro, el «winka», que generó el conflicto actual y que debe asumir su cuota de responsabilidad. Y no solo el estado, también la sociedad en su conjunto. En este sentido, el libro no busca caer en un chovinismo mapuche, de decir que antes todo era perfecto y cosas así. Intenta dar cuenta de lo que sucedió, con rigurosidad académica, por supuesto, pero que tampoco esconde el componente político de nuestro trabajo.

– Ha llamado la atención el título de la publicación, esta marcada identificación de lo chileno como lo «winka», una palabra que sabemos tiene su carga peyorativa. Para algunos un nombre quizás agresivo, incluso confrontacional, pero que, por otro lado, tiene claras referencias a un clásico de la literatura política, de la lucha de los pueblos oprimidos en África, como lo fue «Escucha, Blanco» del revolucionario argelino Franz Fanon. En dicha obra Fanon interpelaba al colonialismo europeo, al colonizador y también al colonizado. ¿Transita por este camino el provocador título del libro?

RL: Claramente es una interpelación a los chilenos, a la sociedad, al estado, a sus instituciones. Y como entendíamos que para algunas personas puede sonar algo agresivo, agregamos una nota de aclaración donde intentamos explicar esto, que reconocemos que metemos a muchos en el mismo saco, a sectores mas concientizados, con otros marcadamente racistas, pero era necesario reafirmar que somos diferentes y que asumiendo esa diferencia debemos comenzar a dialogar. En lo personal, yo veo el titulo como un llamado de atención y que para efectos de nuestro trabajo, debía ser claro y directo. Es un llamado de atención y una toma de posición respecto a desde donde estamos escribiendo y cómo nos auto-identificamos. Y también es una interpelación hacia dentro, hacia nosotros mismos.

– Ustedes pertenecen a una generación de jóvenes mapuches que se han formado en las universidades y tal vez políticamente en el trabajo al interior de las organizaciones mapuches con asiento en la ciudad. Hasta hace no mucho tiempo el ambiente al interior del movimiento mapuche no era precisamente amigable para los jóvenes profesionales. Menos aun para aquellos con un perfil más intelectual, me refiero a jóvenes formados en el área de las ciencias sociales y a quienes se les criticaba su academicismo y el no estar allí, «en la lucha concreta», como se estilaba decir. ¿Creen que se ha avanzado en superar este tipo de prejuicios?

SC: Por lo general, a la gente que intenta teorizar, reflexionar, analizar nuestra situación y proyectar algunas perspectivas para el futuro, se les llama «los teóricos» con cierto desdén. Eso se mantiene, quizás no tanto como antes, pero sucede. Ahora, si uno analiza de donde surgen este tipo de estereotipos, uno llega a sectores vinculados a cierto tradicionalismo cultural malentendido o bien a cierta vinculación con antiguas corrientes de izquierda. En muchos casos, es una herencia que viene desde los tiempos en que en los partidos de la izquierda marxista se dividían entre intelectuales y militantes, entre teóricos y prácticos, y no olvidemos que hay sectores de nuestro pueblo que vivieron esos procesos. Cargan con esa herencia, aunque hoy parecieran haberlo olvidado.

Por otro lado, ese tipo de caricaturas desconocen algo que es muy importante. Yo me pregunto, ¿quién es un intelectual mapuche? ¿aquel joven que pasó por la universidad, que se formó y que hoy tiene quizás un postgrado? Reducir el concepto de intelectual a quienes han estudiado en la universidad es absurdo. Para mi y esta es una opinión muy personal, se trata de personas que independiente de sus estudios, piensan y proyectan a su colectivo, sea su comunidad, su pueblo, su sector territorial. Y eso lo puede hacer un joven profesional universitario, pero también lo hace a diario un dirigente de base, un lonko, un werken, cuando piensa, planifica, proyecta el futuro de su gente. Quizás ellos son más intelectuales que nosotros, entonces me parece un poco fuera de lugar esa pugna, casi artificial a estas alturas.

– En los últimos años pareciera existir, de parte de algunos sectores, de algunas organizaciones mapuches, una mayor apertura hacia los jóvenes profesionales, ya sea conformando equipos técnicos, asesorando, elaborando insumos académicos, un acercamiento muy esperanzador. ¿Lo ven así ustedes?

SC: Absolutamente, existe mayor apertura. Y es que también se ha entendido que la política, la acción política, requiere de ciertas técnicas y conocimientos que muchos dirigentes no poseen. Un intelectual no necesariamente anda todo el día preocupado de la inmortalidad del cangrejo, bueno, hay quienes si lo hacen (risas), yo veo más bien el rol de los intelectuales apoyando procesos políticos y en la medida que estos procesos se van haciendo más complejos, la labor de los profesionales, los técnicos, adquiere por cierto mayor relevancia para las organizaciones. Por otro lado, el movimiento mapuche a ido transitando desde la demanda al estado, desde la protesta, hacia posiciones mas propositivas, donde se les plantea el desafío de elaborar propuestas técnicas. Muchos dirigentes se han dado cuenta de que si quieren actuar en política, de manera efectiva, deben competir dentro del mundo del conocimiento occidental y por ello se abren espacios. Muchos dirigentes además se han ido profesionalizando, se han formado en distintas áreas, y esa es una buena señal, porque dota de proyección a nuestra lucha. Es quizás el cambio más revolucionario que ha vivido nuestro pueblo en el último siglo y lo estamos viviendo hoy.

– Y que no ha implicado el abandono de ciertos conocimientos culturales o saberes tradicionales…

SC: Hoy vemos dirigentes que pueden desarrollar una exposición sobre políticas públicas, a nivel sectorial incluso, y que también manejan los códigos culturales propios de nuestro pueblo y eso es un gran avance. Creo que también se van entendiendo los roles que cumple cada uno en este proceso. Muchas veces el profesional es un cuadro técnico, que puede trabajar en la trastienda y ayudar, asesorar, apoyar u proceso político y que bien que lo haga desde su lugar, desde su espacio de acción. Y los dirigentes políticos también cumplen su rol. Ahora, es vital y muy importante -de allí lo que destacaba anteriormente- que los dirigentes políticos a su vez se vayan profesionalizando, porque el conocimiento no es una esfera separada de lo político. El conocimiento es y siempre ha sido una poderosa herramienta política.