Hace 15 años, al día siguiente del paso devastador del huracán Katrina sobre Luisiana, el gobierno de Cuba ofreció al de Estados Unidos el envío inmediato de una brigada médica con mil 586 especialistas y 36 toneladas de medicamentos.
El desinteresado y humanista ofrecimiento fue rechazado por Bush con altanería y burla, a pesar del desesperado llamado de ayuda de la gobernadora del estado. Bush se había referido anteriormente al terrorismo que anidaba en los más oscuros rincones del planeta señalando a Cuba, Irak, Irán y otras naciones. Fidel Castro le respondió el 3 de mayo de 2003: nosotros nunca seremos capaces de enviar ningún ataque preventivo, ni sorpresivo, contra ningún oscuro rincón del mundo. Pero nuestro país si es capaz de enviar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo:
Con este espíritu que ha impregnado al pueblo cubano en su ardua ruta revolucionaria, con una vocación humanista, una capacitación especializada y un valor admirable, nació a la luz pública el 19 de septiembre de 2005 el Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias Henry Reeve. La base humana y material de éste ya estaba lista desde el primero de septiembre, esperando para partir a Nueva Orleans, epicentro del desastre. El nombre lo tenía ya también, el de un aguerrido joven neoyorquino que, con 19 años, se enroló en una expedición para la guerra de independencia cubana, el desembarco fue descubierto por los españoles, que los apresaron y fusilaron a todos; Reeve con cuatro balazos logró escabullirse y fue rescatado por los mambises, siete largos años combatió el inglesito junto a Agramonte y Máximo Gómez hasta caer en combate con el grado de brigadier.
Ese 19 de septiembre Cuba también anunció al mundo la graduación de los primeros mil 650 estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), creada especialmente a raíz del Mitch, otro huracán implacable, que cayó sobre Centroamérica en 1998, llevándose miles de vidas. A pesar de estar en pleno periodo especial y las brutales carencias que le impuso el doble bloqueo, se enviaron médicos y toda clase de apoyos. Ahí nació esa otra idea de formar en Cuba a los médicos necesarios para salvar tantas vidas como se pudiera. En 2005 la ELAM ya contaba con 12 mil estudiantes. También se echó a andar el proyecto Misión Milagro con el compromiso de devolver la vista a millones de latinoamericanos. Compromisos inéditos en nuestra América, donde naciones con mucho más recursos y posibilidades no lo hacen.
Esta vocación internacionalista nació muy tempranamente, en 1961 llegó a Argelia, en lucha frontal por su liberación, una brigada médica de apoyo al FLNA, cualquiera que haya visto la película La Batalla de Argel puede imaginarse las condiciones y el valor de esta acción. En 1966 Amilcar Cabral, el gran líder de Guinea-Bissau, escribió: “no había médicos en el país (…) los primeros que llegaron fueron los cubanos y la importancia para nuestra lucha de liberación no fue sólo la de las vidas que salvaron, sino el ánimo y el valor que nos daban”. A finales de 1975 arribaron los primeros de muchos médicos a Angola, un testimonio popular decía: aquí sólo teníamos 14 galenos y llegaron 200 de Cuba, no queremos que se vayan, la lucha por la soberanía apenas comenzaba. (Gleijesses 2007).
En 1959, al triunfo de la revolución sólo existía en Cuba una escuela de medicina y una de odontología, el Instituto Finlay, y dos hospitales docentes. Había 6 mil médicos, pero la mitad voló a Miami enseguida. En estas condiciones se implementó inmediatamente un plan emergente para constituir el sistema de salud pública, que hoy arroja cifras impactantes: hay 95 mil médicos y 85 mil enfermeras; es decir, 9.5 médicos por cada mil habitantes, para entender esta dimensión buscamos la cifra actual de médicos en México, la Secretaría de Salud consigna 277 mil 287, es decir, 2.7 por cada mil habitantes. Menos de la tercera parte. Hay ahora facultades de medicina en cada provincia con una matrícula de 25 mil estudiantes y se han formado 50 mil extranjeros, significativamente miles de vietnamitas.
Ese día que nació el Contingente Henry Reeve, Fidel señaló que su objetivo no sería sólo apoyar a una nación, sino prestar cooperación inmediata a cualquier país, con personal entrenado y especializado, que sufriera una catástrofe natural o cualquier fenómeno de gravedad, independientemente de su posición política. Analizó en detalle la pandemia que en aquellos momentos el mundo enfrentaba: el VIH/sida, aunque en Cuba la prevalencia era de 0.07 por ciento, asumió el compromiso de concentrar todos los esfuerzos médicos y científicos para combatirla. Cerró diciendo: nosotros ofrecemos formar profesionales dispuestos a luchar contra la muerte. Demostraremos que hay respuesta a muchas de las tragedias del planeta y que el ser humano puede y debe ser mejor. Nosotros demostramos el valor de conciencia y la ética. ¡Nosotros ofrecemos vidas!
Hay una importante iniciativa para otorgar el premio Nobel de la Paz al Contingente Médico Cubano; las firmas de apoyo se recolectan en www.cubanobel.org El Contingente ha estado en 22 naciones con 28 brigadas integradas por 8 mil profesionales desafiando graves condiciones como las del ébola.
Tatiana Coll es investigadora de la UPN. Autora de El Inee.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/09/03/opinion/016a2pol