El conocimiento abierto, las redes sociales en internet, el ciberactivismo y los usos sociales de las tecnologías son algunos de los temas sobre los que reflexiona el holandés Geert Lovink (Ámsterdam, 1959), teórico de los medios, crítico y autor de numerosos libros, con sólo uno traducido al español (Fibra Oscura). Esta semana ha recorrido parte de la península Ibérica para hablar sobre «La política de la producción de conocimiento abierto» en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y «Sobre cultura crítica en internet» en el Festival Zemos98 de Sevilla.
Este investigador rompe los moldes académicos. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Ámsterdam, donde hoy imparte clases en la Facultad de Humanidades y es miembro del grupo e investigación de medios de comunicación y cultura. De forma paralela, Lovink es el director del Institute of Network Cultures y ha participado en la creación de proyectos en internet como Digital City, Nettime o Fibreculture.
Internet está en boca de todo el mundo, pero ¿quién controla realmente la Red?
Lo oportuno y correcto sería decir que se trata de un asunto complejo, pero esto no satisfaría al lector. El control de internet es el perfecto campo de batalla del siglo XXI que hasta ahora no ha sido más que un volcán dormido. Pero hay algo de cierto en la tesis de que, en última instancia, es el gobierno de EE UU quien controla internet. Las cosas no han cambiado mucho, aunque no es de extrañar, con la agresividad de esta administración estadounidense. El control militar y de los servicios secretos ha sido hábilmente encubierto por lo que, en aquellos días, se llamaba el ‘control mundial’. Lo que imperaba era la idea de un ‘consenso de trabajo’ entre los gobiernos nacionales, la industria y la sociedad civil (que somos tú y yo). La mayoría de estos representantes no son elegidos a través de elecciones ordinarias. Si no eres un burócrata, un tecnólogo o un ingeniero encontrarás todas estas ideas bastante terroríficas, pero en círculos de Internet este tipo de conceptos es elogiado como extraordinariamente sensato y abierto. La última cosa que debería hacerse sería ceder internet a las Naciones Unidas, ¿no? O lo que es peor, al gobierno chino. Por lo tanto, si no eres un tecnócrata neoliberal libertario, este mundo no es el tuyo. Mi consejo, por lo tanto, es quedarte fuera de este embrollo. No merece la pena enfadarse.
¿Cuál es su consejo para hacer un uso social de internet?
Existe ciertamente una vuelta de lo social como una virtud virtual. ¿Social como se entiende en EE UU, o social como usamos el término en Europa? En el primer caso, se refiere a un grupo que colabora y que trabaja unido para alcanzar el objetivo. En el segundo caso, significa un compromiso de clase por un estado de bienestar. ¿O deberíamos decir incluso socialista? ¿O incluso nacionalsocialista? (mejor no entremos en esto). El problema es que los términos que usamos en la nueva cultura de los medios de comunicación son evidentes por sí mismos. Nuestra tarea como críticos de la red es recordar este punto. Esto debería hacerse también con los denominados sitios de redes sociales, como MySpace y YouTube. Lo que necesitamos es comprender hasta qué punto es social crear nuevas relaciones sociales.
Evidentemente, este software no es autónomo. No se trata de un código divino, sino que ha sido generado por una clase restringida y fácil de definir de fanáticos blancos de la informática, con cierto apoyo de inversores de más edad, ejecutivos y comerciantes con el mismo origen social y la misma ideología. Su idea de lo social está basada en la noción de que todos somos ‘amigos’ que nos conectamos en una ‘red’. Es un mundo sin adversarios y sin conflictos. Ésta es la idea a priori de lo social. La otra está más allá del horizonte de la red. No es ni en la familia, ni la tribu, ni el lugar de trabajo, ni el colegio ni el partido, sino en la red donde estas viejas estructuras se perfilan claramente. La red tiene como objetivo promover nuestras carreras y ‘contactos’. Queremos ser más, conocer más gente, oír a más grupos. Lo que atrae nuestra atención subconsciente son lazos muy débiles: la película que todavía no hemos visto, el amigo o compañero con el que podríamos no habernos encontrado. ¿Cómo sacar provecho de esto? Eso depende de ti. Para los jóvenes sólo se trata de una diversión. Espero, al menos, que todos sean conscientes de la lógica cultural que está en juego y de los intereses comerciales que hay detrás de este impulso loco por trazar tu perfil y tu conducta de usuario.
¿Qué opina de los blogs y de los bloggers?
La mayoría de los blogs de los sitios de redes sociales son productos de la arquitectura del software subyacente. Los blogs son herramientas publicitarias de la red, fáciles de utilizar, pero que también crean un tipo específico de subjetividad. A mí me interesan los blogs que invitan a las personas a reflexionar, a decir algo sobre ellas mismas.
Los blogs son la continuación de las páginas personales de los 90 y en este sentido son algo privado. Obviamente están ahí fuera, abiertas a todo el mundo. Es esta mezcla de lo privado y lo público, es esta transformación en cultura de masas lo que me interesa. ¿Por qué habríamos de revelar tantas cosas a un público anónimo?
Parece que es un fuerte impulso de expresar unos últimos bits de singularidad sobre nosotros mismos. Todos sabemos que sólo somos un montón de números, objetivo de ideologías y de marketing. Sin embargo, a veces encontramos las herramientas adecuadas en la filosofía que caracteriza a una época para no asimilar ese bit desconocido llamado uno mismo.
Fundaste junto a Pit Schultz la lista de correos para redes culturales y políticas Nettime ¿cómo ha sido esta experiencia?
Me encontré con Pit Schultz, que vivía en Berlín, más o menos en el momento en el que empezamos con internet, en 1993. En 1987, me compré mi primer PC, y me aficioné a los boletines de noticias alrededor de 1991 cuando tuve mi primer módem, un año después me compré mi primer portátil Toshiba Dynabook, uno con un procesador Intel 286. Fuera del mundo académico teníamos los mismos intereses en teoría de los medios, arte, electrónica, música y radios piratas. Ambos queríamos meternos, pero al mismo tiempo, nos conteníamos, queríamos observar. Quizás, Pit era más el tipo vago, y yo era más el activista político. En cualquier caso, Nettime fue el primer y más importante intento de formular un discurso crítico europeo post-89 para aquellos que estábamos involucrados. La crítica pura que Nettime representaba, basada en listas de correo electrónico, reuniones internacionales y publicaciones, era siempre inmanente. Era informada y procedía de redes internas de ordenadores. Rápidamente, ya en 1995, Nettime se convirtió en un encuentro entre EE UU y Europa que intentaba formular una respuesta al discurso comercial agresivo de la revista Wired. Nettime perdió algo de su influencia en 1999, en la cima de la dotcommania, también debido a que no migró a la Web. La colección de listas en unos cinco idiomas sigue existiendo, pero ha perdido su espíritu. Yo todavía sigo, porque aún continúa cumpliendo un papel modesto.
Hablemos del software libre. ¿Está a favor? ¿Qué opina de Linux y Creative Commons?
Estoy a favor de todo ello y yo mismo lo utilizo. Pero, mi preocupación es cómo los profesionales creativos (independientes) van a ser capaces de ganarse la vida en internet. Deberíamos comenzar por decir no a los traficantes tecnolibertarios que sólo nos ofrecen la posibilidad de regalar nuestras ideas. Lo más probable es que estas soluciones técnicas no provengan de EEUU, de modo que aquí en Europa (y quizás en la región de Asia-Pacífico) sólo exista una única posibilidad para construir unos bienes comunes digitales con los cuales se hagan realidad tanto el ‘conocimiento libre’, como una economía sostenible para los productores creativos. Por supuesto, también podemos pensar en financiaciones, publicidad y en la desviación de los beneficios de la fabricación de hardware y software, motores de búsqueda y empresas de telecomunicaciones, porque al final, son ellos los que, por el momento, se aprovechan más de todos los contenidos gratis.
Ha comentado que los artistas se quejan de que con «el todo gratis» no se puede vivir, ¿qué soluciones propondría?
Podríamos hacer propuestas a largo plazo y encontrar una solución personal a corto plazo. En Madrid he hablado de un sistema de micropagos de modo que los artistas, diseñadores y escritores puedan empezar a ganarse la vida en internet. Existe una aceptación general al respecto, basta sólo como mirar en iTunes y también en los tonos y otros servicios que las personas compran a través de sus móviles.
Centrándonos en el activismo en los medios ¿cómo ve la situación actual?
Tengo que admitir que no han pasado muchas cosas durante los últimos años. En particular, es el populismo de derechas el que ha tomado la iniciativa.
Basta con mirar el lanzamiento que se ha hecho de la película holandesa antimusulmana de Geert Wilders. No es tan diferente de las tácticas utilizadas por los llamados ‘djihadistas digitales’. Los canales de TV habituales rehusaron incluso difundirla. Las páginas web como Indymedia están mucho más centradas en la producción de noticias y no dan cabida a conspiraciones, rumores y deseos sociales. El reto de aquí en adelante es cómo abordar la lógica persuasiva de los sitios de redes sociales. Los activistas han ignorado hasta ahora sitios como Skyrock, Bebo, Hyves y StudiVZ. Esto podría cambiar. Recientemente he oído por primera vez un ejemplo de mobbing multitudinario en la web francesa de MySpace. Una manera de seguir adelante es invadir estas redes sociales online. Otra sería adueñarse de ellas. No existe suficiente inteligencia de software (libre) en los movimientos sociales, ¿correcto? Por lo tanto, quizás sea el momento de desarrollar algo más grande que una simple wiki. Pensad, vosotros fanáticos de la informática revolucionarios. ¡Dejad vuestros guetos de Drupal y conquistad el mundo! ¡Os necesitamos!
¿Cuáles son, desde su punto de vista, las vías de transformación social en el ámbito de la comunicación y las tecnologías?
Primero, hay que construir un movimiento y después empezar a pensar en la tecnología. Entramos en una fase en la que va a ser muy atractivo pensar que con el uso de los medios y las redes sólo vamos a ser capaces de cambiar el mundo. Esto es una trampa. Necesitamos a la gente y a su compromiso a largo plazo. Y sobre todo, necesitamos nuevos conceptos políticos y estéticos que sean de naturaleza planetaria y multilingüe. Los nuevos movimientos sociales que hemos creado con la generación del babyboom de la posguerra han sido racionalizados y se resienten por la burocracia de las ONG. Éstas han unido sus fuerzas con las empresas de relaciones públicas y de marketing con el fin de difundir sus mensajes. No creo que éste sea un camino. Necesitamos más habilidades de reflexión y de investigación. Quizás también necesitemos comprender mejor la lógica de la red y la forma en la que podemos utilizar las actuales herramientas de visualización, como los mapas. Quizás también sea necesario menos estilo de vida y políticas de identidad, porque creo que es cada vez más aburrido. No estoy diciendo que necesitemos menos estilo, porque nunca habrá el suficiente. Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ¿cómo podemos diseñar ‘memes‘ irresistibles con las que sintonicen los jóvenes? El movimiento antiglobalización, en mi opinión, ha trabajado demasiado con el mundo punk y hippy. Deberíamos hacer un trabajo mejor y diseñar una colección coherente de futuros improbables para demostrar que no sólo es posible otro mundo, sino que ya está ahí.