No repito lo sabido por todas y todos en esta nota de urgencia. Salvador Puig Antich fue asesinado en la mañana de un sábado como éste hace 39 años, el 2 de marzo de 1974. Era un luchador antifranquista, militante del M.I.L., del Movimiento Ibérico de Liberación, una organización erróneamente considerada de ideología o cosmovisión […]
No repito lo sabido por todas y todos en esta nota de urgencia. Salvador Puig Antich fue asesinado en la mañana de un sábado como éste hace 39 años, el 2 de marzo de 1974. Era un luchador antifranquista, militante del M.I.L., del Movimiento Ibérico de Liberación, una organización erróneamente considerada de ideología o cosmovisión puramente anarquista.
La muerte, su muerte, el vil asesinato, golpeó la columna, la cabeza y el alma del movimiento antifascista. En Catalunya y en el resto de Sefarad, de la pell de brau. Nunca nos separaron las nacionalidades; nos hermanaban más bien en una lucha común. El fascismo seguía siendo el fascismo y el «espíritu del 12 de febrero» era, básicamente, el espíritu criminal gatopardiano del carnicero de Málaga. Repasemos sobre Carlos Arias Navarro, entonces presidente de gobierno tras la muerte en atentado de ETA del almirante Carrero Blanco [1], lo señalado por Norman Bethune en «Las heridas» [2].
Probablemente pudimos hacer algo más, seguramente debimos hacer algo más, aunque las dimensiones criminales del «régimen anterior», régimen que pocos años antes había designado sucesor del general africanista a Juan Carlos I de Borbón, seguían siendo las que eran: bárbaras, enormes, infames. Los rojos, roji-negros, cristianos por el socialismo, republicanos y afines éramos ratas para ellos y nuestras familias bazofia resentida.
Se ha sido, hemos sido, excesivamente críticos con el PSUC. Gregorio López Raimundo reconoció en una entrevista, en 2004, sus vacilaciones, sus dudas y también sus limitaciones [3]. Lo mismo hizo Antoni Gutiérrez, el Guti.
El asesinato de Puig Antich fue jurídicamente ilegal. Marc Palmés y Magda Oranich fueron sus defensores. Lo sigue siendo, sigue siendo un crimen ilegal. A pesar de ello, como tanto otros, el asesinado a garrote vil [4] sigue siendo considerado un delincuente. La familia, tenaz, combativa, no ha conseguido hasta ahora la reapertura del caso.
En 1936, el abyecto crimen fue en Granada; treinta y ocho años después, otro crimen no menos abyecto fue en Barcelona. Fueron los mismos quienes asesinaron en uno y otro caso, y sus finalidades semejantes sino idénticas: aplastar la rebeldía, la dignidad de la ciudadanía-popular, acabar con lo mejor de los pueblos de Sefarad, dejar bien claro quien manda y quien debe tener las llaves de su cortijo… y de su inmenso lodazal de crimen, explotación, desigualdades e ignominia.
Pero no pasarán y nunca habitará nuestro olvido en la muerte criminal de Salvador Puig Antich… y la de tantos y tantas compañeros y compañeras asesinadas. Como, pocos años después, Yolanda González y aireando el mismo abominable grito fascista: «¡Por una España una, grande y libre!».
PS. Soledad Bengoechea, una gran historiadora catalana, ha escrito esta misma la mañana del sábado 2 de marzo: «!Ayer vi el video de Ascensió Solé [una militante comunista anitfranquista] para el tema de las «Dones del PSUC» y, cuando habló del tema, Ascensió se puso a llorar. Aquella noche la pasó fuera de la prisión esperando noticias. Me dijo que, aparte de que ella duda de que la muerte de un ser humano pueda ser alguna vez legal, la ejecución de Salvador fue jurídicamente ilegal. Como jurista, repetía indignada, ¡fue ilegal, fue ilegal…! Aún hoy está muy afectada…».
Notas:
[1] Sus familiares son considerados víctimas del terrorismo. Los familiares de Salvador Puig Antich no.
[2] Norman Bethune, Las heridas, Pepitas de Calabaza, Logroño, 2012, pp. 43-72 (edición, traducción y presentación de Natalia Fernández Díaz).
[3] Declaraciones para los documentales «Integral Sacristán» de Xavier Juncosa (El Viejo Topo, Barcelona, 2006).
[4] Véase «Salvador Puig Antich» de Manuel Huerga. Repárese en el personaje del padre de Salvador
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona dirigido por Jordi Mir Garcia).
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