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El deber de acompañar

Fuentes: Rebelión

Tan ultrajados hemos vivido los colombianos, que en nosotros es locura el deseo y roca la determinación, de ver guiadas las cosas de nuestra tierra de manera que se respete como a persona sagrada la persona de cada colombiano, y se reconozca que en las cosas del país no hay mas voluntad que la que […]


Tan ultrajados hemos vivido los colombianos, que en nosotros es locura el deseo y roca la determinación, de ver guiadas las cosas de nuestra tierra de manera que se respete como a persona sagrada la persona de cada colombiano, y se reconozca que en las cosas del país no hay mas voluntad que la que exprese el país ….

( Variación de José Martí)

 

La composición del próximo congreso nacional será decisiva en el avance hacia la paz autentica o la prolongación del estado de miseria y confrontación social.

Por la sangre derramada en el exterminio ejecutado en el pais, por los sueños sagrados de ver crecer nuestra niñez en atmosferas de respeto, aprendizaje y alegría, nos es indispensable un horizonte claro, una bocanada de aire fresco, una unidad ejemplar en la que podamos contemplar un referente de capacidad, entereza y honestidad sin fisuras. Una unidad pujante, que suscite esperanza y entusiamos por la abnegación de quienes las integran, por su fervor en la tarea de cesar la rueda del horror, llevar remedio verdadero a los males que nos desangran y establecer bases firmes para levantar una nación digna en la que valga el merito y no la abyección.

Ivan Cepeda y Alirio Uribe, significan el estudio juicioso y el valeroso cumplimiento del deber. El primero arrancado de una promisoria labor en la academia por el zarpazo que nos arrebató la vida del último senador de la U.P, y convertido en fiero investigador consagrado no solo a evitar la impunidad en el caso de su padre, sino a decir verdades insoportables para quienes se han arrastrado por las gradas que conducen al poder a cambio de su alma y de arrojar la nación por la pendiente del odio y la degradación; y el segundo , encarnando la raíz mas pura del merito humilde, cociendo durante años un corazón justo con las brasas de la injusticia que le cercó desde temprano, y ejerciendo una valentía que sustrae el aliento para denunciar el mecanismo del exterminio y sus principales responsables nacionales e internacionales.

Las vidas de Ivan Cepeda y de Alirio Uribe han estado consagradas a servir a quienes han sufrido el exterminio, el terror, la inhumanidad, pero también a una comunidad nacional escindida que precisa para vivir y prosperar formulas en las que la diferencia pueda habitar. Su palabra no es palabra de promesa por cumplir, sino de vida consagrada a servir, a organizar, a elevar capacidades, en medio de las amenazas y las viles campañas dirigidas al desprestigio. Su palabra, sin embargo, no ha sido palabra de odio, ni de revancha, sino palabra que busca sanar una nación atrapada en la desconfianza, la miseria, las miradas que ve en el otro una entidad que debe ser destruida, silenciada.

Su campaña electoral no tiene grandes capitales legales o ilegales detrás, ni cuenta con clientelas, ni ofrece becas, casas o acceso a los servicios de salud, a cambio de votos. Su campaña no esta vinculada con escuadrones que intimidan la gente si no vota por las listas de quienes representan poderosos intereses ilegales. Su comunicación con la gente ha sido adelantada en la calle, con volantes y videos que presentan su trabajo de años, pulcro y valeroso. 1

Alirio Uribe e Ivan Cepeda encarnan el decoro y la capacidad de nuestro pueblo; ese pueblo bueno y laborioso, que ha confiado una y otra vez, y una y otra vez ha sido escarnecido, pero puede despertar sus mejores atributos y unirse en invencible unidad cuando encuentre un referente de honestidad, capacidad y valor. Si la sal no se corrompe, más temprano que tarde el caudal represado de la vida y la dignidad encontrará su curso.

NOTAS:

 

 

1 Ver Gotas que agrietan la roca, documental del director madrileño Antonio Giron Serrano, obra ganadora del Festiva de Cine de derechos humanos de Bogotá, en diciembre de 2014.