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El desierto

Fuentes: Rebelión

Al norte de Chile hay un desierto enorme. Atacama, el más árido del Planeta. Aquí en Roma se encuentra una de sus pobladoras, Florencia Arostica, representando a la organización ANAMURI, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas. Me dice que en sus tierras o llueve cada diez años o no llueve nunca. Pero aún […]

Al norte de Chile hay un desierto enorme. Atacama, el más árido del Planeta. Aquí en Roma se encuentra una de sus pobladoras, Florencia Arostica, representando a la organización ANAMURI, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas. Me dice que en sus tierras o llueve cada diez años o no llueve nunca. Pero aún así, las aguas que bajan por las quebradas del deshielo de los cerros andinos, permite en sus veredas excelentes (y suficientes) cultivos de todo tipo de hortalizas.

Al sur del Atacama ya llegaron las corporaciones de la uva y el vino para exportación, que acaparan buena parte del agua que esperan las familias locales. Sin ella sus cultivos se apagan. Junto a Florencia, Julia Marlene Cconojhuilla de la Confederación Nacional Agraria del Perú asiente con la mirada. Ella conoce de muchas compañeras que salen para Chile en los picos de las cosechas. Indocumentadas trabajan más horas que las muchas horas de faena que se les exige a las mujeres chilenas, y cobran pagas más bajas que los bajos salarios que por este trabajo reciben las mujeres chilenas.

Con el resto de Asamblea de Mujeres del Foro se afanan en construir caminos de Soberanía Alimentaria. Para recuperar el control de su vida, como mujeres y como campesinas.

Dicen algunos arqueólogos de las palabras que el nombre de Atacama bien podría provenir del quechua Tercuman, algo así como hasta donde alcanza la vista, en este caso la frontera dónde lo verde se desviste para hacerse desierto. O cuando los desiertos dejan de serlo.