Una película que revela los detalles de los montajes y silencios de «El Mercurio» para cooperar con la DINA, la CNI y la dictadura militar.
Beatriz Undurraga está sentada en un sillón. De polera rosada, mirada inquieta o mejor dicho, nerviosa intenta dar explicaciones frente a una cámara que la graba, sobre el montaje que ayudó a construir para ocultar el asesinato de la dirigenta comunista Marta Ugarte. Con el título: «Asesinada hermosa joven», la mítica periodista policial de «El Mercurio» quien fue «funada» en varias ocasiones y retratada por Fuguet en el libro «Tinta roja» relataba en septiembre de 1976 un crimen pasional que habría dado muerte a una «atractiva joven de 23 años». Con esta nota, «El Mercurio» ayudó a la DINA a tapar un error operativo. Marta Ugarte había sido asesinada en Villa Grimaldi y lanzada al mar dentro de un saco amarrado a su cuello con un alambre. A pesar de todas las precauciones de los militares, el cadáver fue devuelto a la playa La Ballena, en Los Molles. Todavía conservaba el alambre en su cuello cuando Beatriz Undurraga lo vio.
Entonces, Marta Ugarte tenía 42 años, no 23, y había muerto producto de las torturas, no de un crimen pasional, pero el diario de Agustín Edwards contó otra historia. Pablo Honorato publicó lo mismo en «Las Últimas Noticias», a pesar de que también vio el cuerpo. Beatriz Undurraga dice que pensó que era más joven por su delgadez, quizás producto de que no había comido mientras estaba presa.
Cómo «El Mercurio» y el Gobierno militar fraguaron éste y otros montajes es parte del relato presentado por el director Ignacio Agüero en el documental «El diario de Agustín», que verá la luz en Buenos Aires el próximo 19 de octubre en el marco del Festival DocBsAs, donde el 2005 la historia de esta cinta se ganó el premio para desarrollo de proyectos. En 80 minutos, la película relata cómo Agustín Edwards Eastman, el quinto Agustín de la influyente dinastía mercurial, ayudó a provocar el golpe de Estado junto a la CIA y después a callar, ocultar o justificar los crímenes de la dictadura, incluso mediante mentiras.
A pesar de las evidencias, Hermógenes Pérez de Arce tiene una visión distinta sobre el rol del «decano» en esos años. «El Mercurio» desempeñó su función periodística perfectamente e informó todo lo que se conocía y se sabía, e incluso contenía muchas críticas al Gobierno militar, porque reproducía lo que se decía en el extranjero en su sección de cable [«Chile en el exterior»]. Sólo en los primeros días después del golpe, el diario tuvo más control, pero después de eso hubo completa libertad para informar», asegura Hermógenes, que aunque no aparece en el documental, fue entrevistado durante la investigación previa.
El intento frustrado del «Dunny»
Los realizadores quieren invitar al diario de los Edwards al lanzamiento del documental. «Esto no es un panfleto contra ‘El Mercurio’; es una película, una investigación histórica. Además, es un tema que en todo este tiempo no ha sido abordado y este diario, siendo un actor central en la actividad política de Chile hasta hoy día, nunca ha dado una explicación de lo que hicieron», dice el ex gerente general de la desaparecida revista «Apsi», Fernando Villagrán, que hoy es el productor de este documental.
Pero claramente Edwards no lo verá con buenos ojos y ya hay antecedentes de esta certera predicción. Es que obviamente el magnate a escala chilena de la prensa, no quiere que sigan escudriñando una historia del pasado que lo desprestigia.
El 26 de octubre de 2007, Villagrán inscribió el título «El diario de Agustín» en el registro de marcas comerciales, para usarlo como nombre del documental. No hubo ninguna objeción en el plazo legal y después de tres días, el prestigioso estudio de abogados Alessandri presentó un recurso de nulidad a nombre de Agustín Edwards. Fue demasiado tarde. El título ya tenía dueño y el recurso fue desechado.
Pero el «Dunny», apodo que recibió el empresario periodístico como informante de la CIA, no se dio por vencido y cuando Ignacio Agüero trató de inscribir el dominio eldiariodeagustin.cl en NIC Chile, nuevamente el estudio de Alessandri atacó y pidió que le asignaran el nombre a Agustín Edwards & Cía.
Entre los argumentos que esgrimieron están: que la concesión del nombre a Agüero «le causaría un gran perjuicio [a Edwards]», ya que las personas tenderían a pensar que se trata de su página web, y el uso «insospechado» que se le puede dar al dominio, «afectando su reputación».
Pero Agustín perdió el litigio en mayo de este año y el documental verá la luz la próxima semana en Argentina, para luego ser estrenado en Chile y exhibido en ciclos de cine nacionales.
Matar comunistas
«De asustarse, Agustín Edwards se podría asustar de su propios actos, porque el documental lo que hace es un registro histórico que tiene una indagación con archivos de hechos que vienen desde 1967 hasta hoy día. Estamos hablando de un protagonista de la historia de Chile que hoy día es muy poderoso y muy decisivo», responde Fernando Villagrán frente a las acciones de Edwards, que se negó a hablar para la cinta. «Don Agustín no da entrevistas», fue la respuesta de su secretaria después de los intentos de los periodistas que trabajaron en la investigación.
Sin embargo, el mundo mercurial también se hizo actor, gracias a las intervenciones de editores y periodistas que trabajaron en la empresa durante la dictadura. Juan Pablo Illanes, Raquel Correa, Álvaro Puga y Beatriz Undurraga, entre otros, aceptaron conversar con los investigadores.
«Matar comunistas en una época determinada era una necesidad biológica, prácticamente, de los militares», dice Álvaro Puga frente a las cámaras. Este periodista, que entonces escribía columnas en «La Segunda» bajo el nombre de Alexis, fue el encargado de orquestar en Chile la difusión de la información falsa de la Operación Colombo. Hoy tiene un sitio web llamado «Despierta Chile», que intenta mantener despierto un pinochetismo acérrimo.
Seis estudiantes de periodismo del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (Hans Stange, Claudio Salinas, Elizabeth Harries, Paulette Dougnac, Raúl Rodríguez y María José Vilches), en el marco del Programa de Libertad de Expresión, fueron seleccionados por los realizadores y por la profesora Claudia Lagos el año 2005 para comenzar a investigar en enero de 2006. Además del documental, LOM va a publicar en un libro todas las investigaciones de estos ex estudiantes de Periodismo. Todos entre 24 y 35 años.
Claudia Lagos dice que cuando entrevistaron a los periodistas que trabajaron en «El Mercurio», muchos tenían conciencia del lugar donde trabajaban, por lo que no intentaban publicar nada. Otros dicen que en ese tiempo no sabían mucho de estos casos y un grupo asegura que rebotaban las informaciones que no podían publicar a colegas de otros medios, sobre todo durante los años 80, en que surgió más prensa opositora.
Una portada y dos torturas
Iván Barra y Jorge Jaña eran veinteañeros cuando fueron detenidos violentamente por la CNI el 9 de abril de 1987. Seis días antes, el Papa Juan Pablo II había dado un discurso en el Parque O`Higgins, donde recibió a Carmen Gloria Quintana y grupos de izquierda protestaron con quema de neumáticos y gritos. Los incidentes provocaron la alerta de la CNI, que comenzó a buscarlos. «El Mercurio» hizo lo mismo que la central de inteligencia y el 9 de abril publicó en su portada: «Identificados los violentistas del PC en el parque». El artículo incluía las fotografías de ambos jóvenes y había sido ordenado por el mismísimo Agustín Edwards. Los jóvenes fueron torturados en un cuartel de la CNI durante diez días, hasta que los dejaron en libertad, porque se comprobó que ellos ni siquiera habían ido al parque ese día, por lo que era físicamente imposible que hubieran participado en disturbios o manifestaciones.
«Yo no sé quién entregó la información a quién», responde el ex vocero del régimen militar, Francisco Javier Cuadra, en la cinta. Luego de que Barra y Jaña fueron liberados, interpusieron una demanda por injurias y calumnias contra «El Mercurio». Durante el juicio, Edwards dijo que Cuadra le había entregado la información con las fotos, pero Cuadra lo niega hasta el día de hoy y durante el juicio dijo que la CNI le entregó la información al dueño del «decano». Edwards fue encargado reo y no pudo salir del país durante un año, pero la Corte de Apelaciones le concedió la libertad y el caso se cerró.
LND tampoco logró conversar con don Agustín. El año 2000 el «decano» cumplió 100 años y la periodista Raquel Correa tuvo que entrevistar a su jefe para la edición especial. En esa oportunidad le preguntó por el silencio de «El Mercurio» con respecto a las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet. «El apasionamiento político de la época hizo que la violencia de los primeros meses del Gobierno fuera considerada por muchos, no sólo por el diario, como una consecuencia dolorosa, pero ineludible en el estado de enfrentamiento que reinaba en el país. Las cosas hay que juzgarlas en su contexto», respondió. Y unas líneas más abajo, agregó: «No fue por temor ni por presiones que publicáramos poco de lo que ahora sabemos, sino porque no teníamos información seria sobre las acusaciones que en ese tiempo circulaban como rumores imposibles de confirmar».
Villagrán dice que en el filme la relación de los periodistas de «El Mercurio», así como la de su dueño, con la DINA y la CNI queda clara. «Los casos que se develan tienen que ver con muertes, tienen resultados criminales. Se muestra cómo ocultaron información, como cuando no informaron sobre la detención de toda la cúpula del PC, cuando evidentemente era un hecho noticioso», dice Villagrán.
«Este documental habla de hechos que se han acallado y que son importantes de tratar en la construcción de una convivencia democrática, aparte de preguntarse por qué los sectores progresistas no son capaces de tener prensa», agrega Ignacio Agüero.
La campaña de Agustín Edwards Eastman contra la reforma universitaria de la Universidad Católica (cuando los estudiantes de esa casa de estudios publicaron el famoso lienzo: «El Mercurio» miente), la coordinación con la CIA para derrocar a Allende y su viaje a Estados Unidos contado en lujo y detalle con documentos en mano, son algunos de los detalles que quiere develar este documental, que puede producirle fuertes dolores estomacales a don Agustín.