Recordemos que la dolarización no fue una decisión genial, al contrario, fue el resultado de la corrupción que envolvió al salvataje bancario y también fue el efecto de políticas neoliberales, que hundieron al país en una profunda recesión. Fue una gran derrota.
“La autoridad pública que va perdiendo su moneda no gobierna, sino que se vuelve un mero administrador que usa su fuerza legal para garantizar la ‘gobernabilidad’ que exige el poder económico para expandirse.” –Rubén M. Lo Vuolo (economista argentino)
Una mascarada carnavalesca…
En medio del barullo electoral, vísperas del feriado de Carnaval, cobró fuerza el debate sobre la dolarización. Sorpresivamente la Asamblea Nacional pretende incluir el dólar como moneda nacional en la Constitución. La bancada de la llamada “Revolución Ciudadana”, la correista, desempolvó esta propuesta de enmienda constitucional presentada en el año 2021 por el entonces legislador, Pabel Muñoz, actual alcalde de Quito, impulsada por la misma razón que ahora. Los correistas, presionados por una campaña destinada a hacerles aparecer como contrarios a la moneda estadounidense –“Luisa desdolariza”-, después de que muchos de sus líderes fueron severos críticos a la dolarización[1], pretenden cerrar este boquete que está afectando sus niveles de flotación electoral. Los votos pesan, no hay duda.
En este ambiente electoral, con tintes carnavalescos, como para completar el embrollo, la bancada gobiernista, la pro-dolarización, se entendería, bloqueó el avance del proceso de la enmienda, al boicotear la conformación de la comisión parlamentaria que debe tramitar el cambio constitucional propuesto. Tratándose de una enmienda constitucional, cualquier resolución toma tiempo. Como manda el artículo 441, se requiere un número no inferior a la tercera parte de los miembros de la Asamblea Nacional para que el proyecto sea tratado en dos debates; el segundo debate se realizará de modo impostergable en los treinta días siguientes al año de realizado el primero. Y la enmienda sólo se aprobará si obtiene el respaldo de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Nacional. Si se tratará de una reforma constitucional, su aprobación, como dispone el artículo 442, será tramitada por la Asamblea Nacional en al menos dos debates. El segundo debate se realizará al menos noventa días después del primero y luego se convocará a un referéndum dentro de los cuarenta y cinco días siguientes. Esta claro, entonces, que la incorporación del dólar en el texto constitucional supera largamente el período electoral…
Evidentemente, al bloque de parlamentarios gubernamentales no le conviene que el correismo aparezca como el que lidera la colocación del dólar en la carta magna. Y a los correistas no les agrada que les ataquen como enemigos de la dolarización.
Las pretensiones de los dogmáticos dolarizadores…
Establezcamos un punto básico para el debate. Poner al dólar en la Constitución no le garantiza vida eterna. No podemos olvidar que la existencia del Sucre en la Constitución del año 98 duró poco. El 9 de enero del 2000, en medio de una grave crisis y de un entontecimiento generalizado de las élites, se sacrificó la moneda nacional, pisoteando el artículo 264 de la carta magna, que establecía que la unidad monetaria es el Sucre y que su emisión le correspondía únicamente al Banco Central.[2]
Lo cierto es que, sea cual fuera la decisión final, la incorporación del dólar en el texto constitucional no va a amainar las presiones de los dogmáticos dolarizadores. No se conformaron con la Ley de Defensa de la Dolarización, aprobada en la Asamblea Nacional, el 22 de abril del 2021, con los votos en contra de la bancada correista; cuyo gobierno, valga recordar, no intento siquiera salir de la trampa cambiaria, teniendo tiempo y condiciones para hacerlo.
De hecho, los dogmáticos dolarizadores exigen mucho más. A ellos no les basta que se asegure “la independencia” del Banco Central y se prohíba la posibilidad de alguna forma de financiamiento al gobierno central. Quieren que, en el texto constitucional, se bloquee toda posibilidad de emisión monetaria por parte de dicho Banco, la que, según ellos, podría abrir la puerta a una suerte de dólar electrónico ecuatoriano o ecuadólar, que supuestamente provocaría la salida de la dolarización (algo que no tiene porqué suceder si se introduce de forma planificada una moneda paralela, que se sustente en la confianza de la sociedad[3]). Por esa razón quieren desaparecer al Banco Central del Ecuador, para, así, ponerle una lápida al tema. Y, al paso que vamos, quién sabe si llegan a proponer la prohibición a cualquier crítica a la dolarización…
La discusión ha sido abordada desde varias aristas, más o menos superficiales, incluso por analistas políticos, que poco conocen de la materia. Precisamos un análisis más profundo.
Algunos entretelones de la dolarización…
Antes de puntualizar un par de críticas a esta decisión electorera, recordemos que la dolarización no fue una decisión genial. En realidad, fue el resultado de la corrupción que envolvió al salvataje bancario y también fue el efecto de políticas neoliberales, que hundieron al país en una profunda recesión. No fue un triunfo. Fue una gran derrota. En concreto, por culpa de gobernantes corruptos, coaligados con los grandes grupos de poder económico, en medio de una grave crisis, agudizada por el atraco bancario, se sacrificó la política monetaria y cambiaria.
A la dolarización se llegó desplegando argumentos propios del terrorismo económico, que nuevamente asoma para frenar cualquier posibilidad de superar esta trampa cambiaria o al menos aliviarla. Así, cabe mencionar unos cuantos puntos:
- A la dolarización se le presentó como la vencedora de la hiperinflación. Lo que es falso. Había una inflación descontrolada, pero no una hiperinflación.[4] Tampoco era la vacuna para prevenir la hiperinflación, pues no había las condiciones para que se desate.[5]
- Otra de esas repetidas falsedades es que no había alternativas de política económica en el año 2009. Claro que había. Lo que sucede es que los responsables del fracasado manejo económico no estaban dispuestos de aceptar su responsabilidad. A más de las propuestas de corte fondomonetarista que pedían profundizar el ajuste tradicional había otras alternativas, en línea con un ajuste heterodoxo.[6]
- Si no hubiéramos tenido la dolarización estaríamos como Venezuela, es otro mensaje que se repite una y otra vez. La simpleza de este racionamiento se desbarata preguntándonos cuál es la situación de otros países con moneda propia, que son la mayoría en el mundo, que tienen economías relativamente estables, basta mirar en la región a Costa Rica, Uruguay, México…
- Ahora, para apuntalar la dolarización recurren nuevamente al terror afirmando que la salida de la dolarización equivale la entrada al infierno. Un escenario dantesco sostenido gracias a la complicidad de los grandes medios de comunicación mercantiles, que se aprovecha, en especial, del profundo desconocimiento del tema. Sea como sea, el miedo juega un papel determinante.
Algunas críticas emergen tratando se encasillar a quienes critican a la dolarización como defensores de respuestas estatizantes. Estas aproximaciones, simplonas en extremo, no son capaces de entender que al haber perdido la capacidad de manejar la política monetaria y cambiara con la dolarización, lo único que sucedió es que aceptamos pasar a depender de las decisiones de otro Estado, el de los EEUU.
Estos “liberales”, defensores de la rigidez cambiaria, ni siquiera han sido coherentes en mantener lo que ellos consideran sagrado: el libre funcionamiento del mercado.[7] Realmente es inaudito que se acepte una rigidez tan extrema en una herramienta tan importante de política económica en medio de una economía internacional tan cambiante y volátil: algo de mucho cuidado en una economía pequeña, abierta y de baja productividad. La moneda no solo cumple una función como medio de intercambio, sino también como instrumento de estabilidad macroeconómica y redistribución del ingreso. Lo cierto es que la dolarización ha sido la palanca/pretexto para seguir profundizando el manejo librecambista desde diversos ángulos; así, por ejemplo, para recuperar niveles de competitividad reclaman por una mayor flexibilidad laboral y menores normas ambientales, lo que, además, dizque sirve para atraer inversión extranjera, a la que se quiere enamorar con arbitrajes internacionales.
No falta quien, en el colmo de sus limitaciones, arremete porque defender una política monetaria y cambiaria propia, no atada al dólar, sería el resultado de algún enfermizo nacionalismo. Valga traer a colación lo que dijo Milton Friedman, el mayor publicista del neoliberalismo, en la revista Forbes (3/5/1999): “la moneda es un símbolo muy importante de la soberanía. Y a mí me parece que una nación, si quiere seguir siendo nación, necesita tantos símbolos de soberanía como sea posible”. [8]
Para estos defensores de la dolarización no cuenta para nada el hecho de que la mayoría de países no han sacrificado su política monetaria y cambiaria, así como que tampoco han desaparecido a su Banco Central, que, eso si, debe cumplir un papel activo y no subordinado a la banca privada como ha sucedido tantas veces en la historia ecuatoriana; basta traer a colación el triste papel que cumplieron dicho Banco y la Superintendencia de Bancos -ente encargado del control bancario- en el salvataje bancario.[9]
Incluso hay alguna persona que ve a la dolarización como “el mejor presidente”, si, así como se lee. También se le ha llegado a comparar como la “segunda independencia” y con increíble insistencia, a la dolarización se le pone al mismo nivel que la democracia. Detrás de tanto absurdo está el sueño tecnocrático de despolitizar la economía, para que su manejo se ajuste siempre, independientemente de quién gobierne, a la “ciencia económica”, siempre ortodoxa y conservadora, es decir apegada a la teología neoliberal.
Por otro lado, hay quienes, sin sonrojarse, le atribuyen a la dolarización estabilidad y crecimiento, asumiendo que fue una suerte de herramienta mágica[10] capaz de resolver todos los problemas, pero, ni por casualidad, mencionan que la dolarización se ha sostenido por que hay dólares… de la emigración, del boom petrolero, del endeudamiento externo. Y en estos últimos años, cada vez más de dólares provenientes del crimen organizado, así como de las crecientes remesas de quienes siguen siendo expulsados de este paraíso neoliberal y dolarizado. Tampoco se les ocurre mencionar como la depreciación del dólar permitió que nuestras exportaciones recuperen algo de competitividad (espuria) frente a otras monedas.
Les importa un bledo que la economía dolarizada esté atada a un ciclo económico diferente del nacional, sin muchas posibilidades para desarrollar políticas contra-cíclicas cuando sean necesarias, por el mismo hecho de haber renunciado a la política monetaria y cambiaria. Además de que, una economía como la ecuatoriana, no avanza al mismo ritmo de innovación y de incremento de la productividad sistémica que los EEUU, lo que consolida nuestro subordinado papel de economía primario exportadora. Y vaya que habría que preocuparse por lo actuales sacudones de la economía mundial, desatados, en especial, por el presidente de dicho país, Donald Trump, empeñado en relanzar su alicaída economía y apuntalar su moneda, el dólar, que está seriamente amenazado.[11]
Pensar en alternativas de fondo…
Llegados a este punto, debe quedar claro que no estamos impulsando una salida inmediata de la dolarización. No porque no sea técnicamente posible[12], sino porque es necesario asumir el tema monetario y cambiario con mucha responsabilidad. Si se entró a la dolarización a lo bruto, una salida a lo bruto sería otro acto de histórica irresponsabilidad.
Lo que si debe quedar claro es que no se puede seguir ajustando -como si fuera una camisa de fuerza- la rigidez cambiaria de la dolarización. Tener la posibilidad de un manejo monetario complementario al dólar puede ser importante en momentos recsivos, tal como acontece en Suiza con el WIR (Wirtschaftsring Genossenschaft), una suerte de sistema monetario paralelo al franco suizo, iniciado a raíz de la Gran Depresión y que sigue vigente hasta hoy.[13] Además, sería preciso construir las condiciones institucionales para que las comunidades puedan realizar sus transacciones comerciales por trueque o similares (previsto en el Artículo 253 de la Constitución de 1998), entre las que cabe emitir su propio dinero, tal como sucede en muchas partes del planeta.[14] Por cierto, se debe manejar con mucha responsabilidad la utilización de bonos del Estado por parte del gobierno, como una herramienta que contribuye a disponer de cierto margen de política monetaria casa adentro. En cualquiera de estos casos, el concepto clave es la confianza.
La fanaticada dolarizadora, neoliberal en esencia, lo que quiere es achicar el papel del Estado en la economía, a como de lugar. Por eso se oponen a que el Banco Central pueda tener capacidad de emisión y, de ser posible, proponen su supresión. Pero esos personajes no tienen empacho alguno que el dinero electrónico sea manejado por la banca privada, a la que se da más herramientas para ampliar su capacidad de crear dinero, quitándole cualquier opción de aprovechar de ese “poder monetario” al Banco Central. Decimos esto pues, cuando la banca privada lidera la “bancarización” de otros segmentos de la población, por ejemplo a través del celular, innegablemente amplía su capacidad de conceder créditos y obtener aún más ganancias a través del interés, comisiones, etc.
Recordemos que la banca es de los agentes más poderosos en la economía, cuya principal fuente de poder es la capacidad de crear liquidez al crear depósitos y ponerlos a disposición de quienes solicitan créditos; todo sustentado desde la confianza.
Más allá del resultado de las acciones y de la propaganda desplegadas por los banqueros, esta confianza en realidad es equiparable a alguna fe religiosa profundamente arraigada. La sociedad simplemente confía en la banca. Las razones son múltiples. Juega un papel importante el poder acumulado por la propia banca, no solo su poder económico y político, sino en especial el poder simbólico que le protege. Su presencia rebasa los límites de la economía, aparece en casi todos los ámbitos sociales, sea auspiciando el deporte o el arte, para citar dos ejemplos; e inclusive se presenta como preocupada por financiar a los sectores populares, sin dejar de hacer negocio, se entiende. Se trata en definitiva de una confianza muy bien apuntalada por los grandes medios de comunicación y por los gobiernos. Y desde esa posición de confianza la banca usa y abusa de un poder privilegiado, a veces incluso mayor al poder que detenta el Estado, al que a través de los gobiernos puede subordinarlo.
En verdad, los bancos crean depósitos y préstamos al mismo tiempo, en cantidades muy superiores a su capital y a los mismos depósitos de sus clientes. Así las cosas, a los banqueros con una mínima cantidad de aporte de capital propio se les permite administrar el dinero ajeno, es decir los depósitos de la gente. A esto cabe sumar que el proceso de intermediación financiera, es decir, la “transformación” de depósitos en créditos, permite que la cantidad de dinero físico (capital más depósitos) se multiplique contablemente dos, tres, cuatro…veces. Esa multiplicación contable depende mucho de cuán bancarizados estén los agentes económicos, así como de la confianza que la sociedad tenga en los depósitos bancarios como equivalentes del dinero físico.
Esta multiplicación se da sobre todo a través de mecanismos poco conocidos por la mayoría de habitantes de la sociedad: la banca crea dinero de la nada. Es decir, la banca puede otorgar créditos sin tener el dinero: la creación endógena de dinero, que le dicen.
El asunto es sencillo.[15] ¿Cómo funciona esta operación? Una empresa, por ejemplo, va a un banco y pide un préstamo para contratar empleados y comprar materia prima. Si el banco se lo concede, no es entregándole dinero en efectivo proveniente de los depósitos de otros clientes. Más bien el banco crea una cuenta de depósito en nombre del solicitante del préstamo y ahí registra -actualmente de forma digital- un monto equivalente al dinero prestado. Si el solicitante del préstamo se desenvuelve en un entorno altamente bancarizado, probablemente no retirará el dinero del depósito en efectivo, sino que hará sus pagos a terceros vía cheques, tarjetas de crédito u otras formas de transferir el dinero acreditado. Quien esté abajo en la cadena de pagos seguramente hará lo mismo si también se desenvuelve en un ambiente bancarizado. Así, puede ser que el banco que creó el depósito inicial no necesite nunca usar efectivo para cubrir el retiro del depósito.
Esta operación bancaria se transforma en el sueño del alquimista, crear dinero de la nada. Bien anotaba Henry Ford, el fundador de la Ford Motor Company: “es bastante bueno que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana”
Algunas medidas concretas…
En lugar de estar enfrascados en la discusión sobre la constitucionalización del dólar como el gran problema de la economía, abordemos cuestiones mucho más de fondo en el sistema financiero.
Para empezar, habría que definir con claridad el papel del Banco Central. Bien anotaba el economista Hugo Jácome, cuando criticaba, en el año 2009, la falta de rumbo del instituto emisor: “El Banco Central debe ser un actor clave para promover la inversión pública y a las empresas publicas financieras y no financieras. A través de estos canales se inyectan recursos a la economía y se dinamiza a los pequeños y medianos productores. Otro rol del Banco es hacer un buen seguimiento de riesgo del sistema financiero en su conjunto, en coordinación con la Superintendencia de Bancos y Seguros, y plantear reformas de regulación financiera en serio, para que la banca cumpla un rol activo en el desarrollo del país”.[16]
Resulta indispensable discutir también sobre la dimensión de los bancos, cuyo desmedido tamaño y sus vínculos financieros en muchos segmentos de la economía -explícitos o implícitos- arriesgan la estabilidad económica y la misma democracia. Por ejemplo, ninguna institución financiara o banco debería controlar más del 12%, máximo el 15% del mercado. También se requiere poner límites para impedir que pocos bancos concentren la mayor cantidad de activos en el propio sector financiero. Por igual es necesario eliminar las comisiones bancarias para que la banca se dedique de lleno a la colocación eficiente del ahorro en créditos y no simplemente haga utilidades de forma rentista.
En línea con este debate necesario para normar el funcionamiento de la banca seria bueno introducir un tema crucial: cómo abordar la cuestión de la emisión endógena de dinero. Al respecto hay propuestas muy interesantes, como la que se ha intentado, hasta ahora sin éxito, en Suiza. Nos referimos a la iniciativa del “dinero total” (Vollgeld, en alemán), con la que se quiere prohibir a los bancos el privilegio que tienen para “fabricar dinero”, la mencionada alquimia bancaria. La única entidad con capacidad para crear dinero sería el Banco Central. Si se despoja a los bancos privados del poder de crear dinero, convirtiendo sus depósitos líquidos en dinero “estatal” o “soberano”, se tendría un sistema financiero más seguro, eliminando las costosas crisis bancarias, argumentan los defensores de esta tesis. Y, por cierto, así se le restaría ese poder político que acumula la banca. Esta es una propuesta que merece ser conocida y analizada con mucho detenimiento.
Cualquier opción alternativa, más allá de la crítica al dogmatismo dolarizador y al oportunismo político, requiere de estrategias graduales que amplíen el margen de maniobra sustentado en la confianza. Esta cuestión no puede olvidar las posibilidades de ajuste interno -no neoliberal, se entiende- en ausencia de política cambiaria, determinando el papel de los sectores estratégicos en la acumulación de divisas y abordando con acciones concretas una mejora de la competitividad estructural a partir de una concepción estratégica de país. Esto permitiría plantear un debate más integral sobre las opciones monetarias y las condiciones necesarias para fortalecer la resiliencia económica sin caer en falsas dicotomías de la coyuntura política, teniendo siempre en mente la necesidad de dejar de perseguir el fantasma del “desarrollo”.[17]
De hecho, el Banco Central del Ecuador debe asumir un papel protagónico en el sistema de pagos y controlarlo ampliamente para que las transacciones financieras no pasen necesariamente por el sistema de BANRED o prohibir cualquier cobro de comisión por su uso, ya que a la postre esto ha permitido que los bancos privados fortalezcan su poder de mercado (y, por ende, también político) y que lucren por las comisiones que cobran. Establecer un margen entre las tasas pasivas y las tasas activas de la banca o límites a las tasas de interés, aparece también como una medida necesaria entre otras acciones orientadas a conseguir una sustantiva reducción de las tasas de interés.
Así, para lograr la reducción de las tasas de interés hay que romper el oligopolio bancario privado con medidas de política económica y decisiones de las juntas bancaria y financiera. También se puede enfrentar este reto desde el mercado con una alianza formada por la banca pública estatal (BANECUADOR), la banca pública no estatal (BIESS), el Banco del Pacífico (que se podría entregar al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social – IESS en dación de pago), las cooperativas de ahorro y crédito, así como las cajas de ahorro comunal.[18]
Aquí emerge otra cuestión compleja, de muy difícil resolución dentro de la lógica del sistema capitalista. ¿Cómo hacer para que la estructura de las tasas de interés pro- grandes-propietarios cambie de forma sustantiva? Bien sabemos que los grupos corporativos acceden a créditos con tasas de interés mucho más bajas que el promedio. Las razones que esgrimen los banqueros son múltiples, sin embargo, a la postre, esta realidad conduce a profundizar permanentemente la acumulación de la riqueza en muy pocas manos. Además, no nos olvidemos que, por estas fallas estructurales del sistema, amplios segmentos de la población caen en las redes de los chulqueros propiamente dichos.
Este es un reto, que más allá de construir un adecuado entorno macroeconómico, debería ser revertido con acciones concretas, entre otras fortaleciendo el mencionado sistema de finanzas populares y solidarias, a partir de criterios de rentabilidad financiera y equidad social, con relaciones de equilibrio con la Naturaleza. En suma, aquí tenemos que incorporar criterios que permitan establecer un balance del bien común en el sistema financiero, que favorezca con tasas de interés y plazos más largos -incluso con beneficios tributarios- a quienes actúen de manera social, ecológica, solidaria y democrática; estableciendo, en paralelo, sanciones a quienes se alejen de dichos criterios, tal como plantea el economista austríaco Christian Felber.[19]
Aquí emerge la necesidad de un cambio profundo para que quizás sean las cooperativas de ahorro y crédito, conjuntamente con las cajas de ahorro, en un sistema controlado por el Banco Central, las que lideren el manejo del dinero electrónico. No está por demás dejar sentado que las cooperativas tendrán que reencontrarse con los principios fundamentales del cooperativismo y la solidaridad, y no tratar de seguir la senda de la banca privada.
Por último, tengamos también presente que, incluso si la banca privada “se somete a las reglas del juego”, la falta de emisión monetaria en momentos de crisis -agravados por la rigidez que establece la misma dolarización- puede ser en extremo grave si se complican los flujos externos de dólares. Esto plantea la necesidad de pensar oportunamente en un dólar electrónico ecuatoriano para impedir un colapso catastrófico de la misma dolarización.[20] En este empeño aparece la posibilidad de construir una unidad monetaria regional para reducir la dependencia que tienen las economías latinoamericanas del dólar, inclusive porque esta divisa comienza perder su capacidad liberatoria mundial.[21]
Una gran trasformación no se conseguirá solo con algunos ajustes a la política económica o con simples medidas monetarias, financieras y tributarias. Tampoco basta recuperar capacidades de acción monetaria y cambiaria.[22] Hay que ir más allá. Precisamos procesos de redistribución de la riqueza, que sean estructurales y profundos. La Constitución de Montecristi ordena la promoción estatal para asegurar el acceso equitativo a los factores de producción (artículo 334), así como la prohibición del acaparamiento de agua y tierra (artículo 282), para mencionar apenas dos temas.
Estas y otras muchas cuestiones, entre las que no pueden faltar las complejas relaciones financieras internacionales, deben formar parte de un debate amplio. Esperemos que la discusión electorera sobre la introducción del dólar en la Constitución abra la puerta a discusiones de fondo.
Alberto Acosta: Economista
ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008).
[1] Aquí se presenta apenas un par de referentes: Rafael Correa (2004a); “Dolarización y desdolarización: mas elementos para el debate”, Revista ICONOS, número 20, FLACSO, Quito. https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/2005/4/RFLACSO-I20-09-Correa.pdf ; Rafael Correa (2004b); “De absurdas dolarizaciones a uniones monetarias”. https://www.lainsignia.org/2005/junio/econ_006.htm ; Diego Borja (2000); “Una vía ordenada para salir de la dolarización y no morir en el intento”, Revista Ecuador Debate Número 50, CAAP, Quito. https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/5215
[2] Constitución 1998. “Artículo 264: La emisión de moneda con poder liberatorio ilimitado será atribución exclusiva del Banco Central. La unidad monetaria es el Sucre, cuya relación de cambio con otras monedas será fijada por el Banco Central.”
[3] Una propuesta concreta de cómo oxigenar la economía con un dólar electrónico ecuatoriano se puede leer en Jürgen Schuldt, Alberto Acosta (2016); “Hacia una “moneda electrónica paralela” para afrontar la crisis ¿Por qué y cómo hacerlo?”, Revista Economía, Universidad Central del Ecuador, Quito. https://portal.amelica.org/ameli/journal/623/6233085006/html/
[4] Recomendamos el capítulo 3 del libro: Jürgen Schuldt, Alberto Acosta (1995); Inflación: Enfoques y políticas alternativos para América Latina y el Ecuador, LIBRESA, ILDIS, Quito.
[5] Ver Jügern Schuldt, Alberto Acosta (2002); “¿Dolarización: vacuna para la hiperinflación?”, Revista Ecuador Debate 49, CAAP, Quito. https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/5613
[6] Alberto Acosta, Jürgen Schuldt (1999); La hora de la reactivación – El mito de la falta de alternativas, ESPOL, Guayaquil. https://ecuador.fes.de/fileadmin/user_upload/pdf/097%20REAMIT1999.pdf
[7] Téngase presente que incluso Friedrich von Hayek, uno de los referentes intelectuales del neoliberalismo, era partidario de una competencia entre monedas emitidas por los bancos privados; propuesta que no la defendemos nosotros en el sentido hayekiano de privatizar la emisión monetaria, por cierto.
[8] Dicha afirmación se encuentra recogida en la nota de Forbes: “Milton Friedman: Beware The Funny Money”, noviembre 22 de 2008. Disponible en: https://www.forbes.com/2008/11/21/friedman-forbes-archive-markets-cx_pm_ninetynine.html#27c936215222
[9] Consultar en Alberto Acosta (2008); “Recordando los entretelones del salvataje bancario”. https://rebelion.org/recordando-los-entretelones-del-salvataje-bancario/
[10] Recordemos las promesas con las que se impuso la dolarización en el 2000: estabilización macroeconómica, reactivación inmediata de los sectores productivos, saneamiento bancario, eliminación del déficit fiscal… a lo que se sumaba la profundización de las reformas estructurales de inspiración neoliberal y el restablecimiento de la gobernabilidad. Sobre estos planteamientos hay una amplia literatura, pero bastaría con leer el remitido de prensa del Foro Económico del viernes 7 de enero del 2000, en el diario El Universo de Guayaquil. Muchos de los miembros de dicho Foro se han reagrupado ahora en el Foro Prodolarización: https://forodolarizacion.wordpress.com/
[11] Recomiendo le leer el sugerente texto de Julio Oleas (2025); “¿La guerra comercial más tonta de la historia?”, Revista Plan V https://planv.com.ec/historias/economia/la-guerra-comercial-mas-tonta-de-la-historia/
[12] Aquí se puede encontrar una propuesta detallada de cómo recuperar la política monetaria y cambiaria: Jürgen Schuldt, Alberto Acosta (2017): “De la Dolarización Oficial a la Moneda Propia – Una Propuesta para Ecuador”, CIEPP, Buenos Aires. https://www.ciepp.org.ar/index.php/documentosdetrabajo1/473-documentos-96
[13] Este sigue funcionando hasta el día de hoy y adquiere más vigor en cada proceso de desaceleración económica, cumpliendo un papel contracíclico. Esta red de cooperación económica, basada en los principios de Silvio Gesell, fue creada en 1934. A partir de 1936, el WIR adquiere condición de banco regulado por la Comisión Suiza de Bancos Confederados La diferencia con la banca tradicional, radica en que la creación de dinero no se da por autorización estatal, sino por la estructura del contrato que firma el prestatario y la voluntad comunitaria de aceptarlo como medio de pago. De esta manera, quien solicita un préstamo, intercambia el dinero con bienes o servicios de un miembro de la cooperativa y este a su vez replica el comportamiento con otros miembros. El dinero WIR tiene una relación uno a uno con el franco suizo y los créditos otorgados pagan una tasa de interés considerablemente baja. El banco tiene agencias alrededor de toda Suiza y ofrece inversiones, créditos hipotecarios, cuentas de ahorro y corriente para sus afiliados, ya sea en francos suizos o en WIR.
[14] La lista de textos sobre esta posibilidad es enorme, crece aceleradamente desde hace más de cien años, sobre todo a partir de Silvio Gesell (1916/1936), El Orden Económico Natural por Libretierra y Libremoneda, Editada por E.F. Gesell (La versión original en alemán es de 1916). Aquí se recomienda un texto básico fundamental: Jürgen Schuldt (1997); Dineros Alternativos para el Desarrollo Local, Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, Lima. https://repositorio.up.edu.pe/item/5d23b3b3-264c-4177-bc80-bd9fe26a4a91
[15] Sobre esta cuestión se puede revisar el texto de Alberto Acosta (2024); “El poder ‘divino’ de la banca”. https://rebelion.org/el-poder-divino-de-la-banca-en-ecuador/
[16] Ver el editorial de Hugo Jácome (12 de julio del 2010); “Banco Central sin rumbo”, Diario El Telégrafo, Guayaquil.
[17] Alberto Acosta (2018); “Casi 70 años persiguiendo un fantasma: el ‘desarrollo’”. https://lalineadefuego.info/casi-70-anos-persiguiendo-un-fantasma-el-desarrollo-por-alberto-acosta/
[18] En este punto urge fortalecer financieramente a las cooperativas de ahorro y crédito y las cajas de ahorro. La Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias – CONAFIPS, en tanto banca de segundo piso, debería ser fondeada para canalizar recursos al sector cooperativo con tasas de interés bajas para que este sector, a su vez, pueda hacer préstamos con intereses realmente atractivos para el campesinado y la misma economía popular y solidaria.
[19] Recomendamos su libro Christian Felber (2012); “La economía del bien común”, Deusto, Barcelona.
[20] Sobre este tema se puede consultar Jürgen Schuldt, Alberto Acosta (2017); “De la Dolarización Oficial a la Moneda Propia – Una Propuesta para Ecuador”. Disponible en https://www.ciepp.org.ar/index.php/documentosdetrabajo1/473-documentos-96
[21] Recordemos que Rafael Correa (2004a), quien propuso unos pasos mínimos para una salida ordenada de la dolarización desde el ámbito nacional, asumía como indispensable una unidad monetaria regional, que serviría para enfrentar de mejor manera las asimétricas relaciones de poder entre los distintos bloques de poder a nivel mundial.
[22] Esta constatación la mantenemos desde que el Ecuador sacrificó su política monetaria y cambiaria. No basta con salir de la trampa cambiaria. Ver Alberto Acosta (2000); “Dolarización o desdolarización ¡esa no es toda la cuestión!”, Revista ICONOS, número 19, FLACSO, Quito. file:///Users/albertoacosta/Downloads/Dialnet-DolarizacionODesdolarizacionEsaNoEsTodaLaCuestion-4823267.pdf
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.