El presidente Santos y los grandes medios de información, no han cesado en repetir, que la guerrilla ha engañado la opinión, cuando ha planteado un dialogo entre las partes, para buscar la paz de Colombia. El ELN siempre ha puesto las cartas sobre la mesa. El ELN no hizo parte de la insurgencia, que por […]
El presidente Santos y los grandes medios de información, no han cesado en repetir, que la guerrilla ha engañado la opinión, cuando ha planteado un dialogo entre las partes, para buscar la paz de Colombia.
El ELN siempre ha puesto las cartas sobre la mesa.
El ELN no hizo parte de la insurgencia, que por los años 80 participó en los primeros diálogos con el gobierno de Belisario Betancur.
Mientras otras fuerzas guerrilleras dialogaban, el ELN terminó de definir a profundidad, su pensamiento sobre la Humanización de la Guerra y la urgencia de buscar una Salida Política al Conflicto.
Sólo después que definimos democráticamente este asunto, como el techo de cualquier diálogo con los gobiernos de turno, nos planteamos diálogos y los forzamos a través de la toma conjunta con otras fuerzas guerrilleras, de la Embajada de Venezuela en Bogotá. Era 1991, cuando el mandato del ex-presidente Cesar Gaviria Trujillo.
En dicha experiencia, encontramos mucha identidad con el resto de la insurgencia, de cómo entender una Salida Política al Conflicto.
Los diálogos con Gaviria finalizaron, porque mientras la insurgencia planteaba discutir las causas que originaron el conflicto y la manera de superarlas para hallar la paz, el gobierno condicionaba tal discusión al abandono por parte de las guerrillas de sus territorios, para concentrarse en estrechos lugares controlados por el gobierno, tal diferencia llevó a la suspensión de ese primer esfuerzo.
En junio de 1998, terminando la presidencia de Samper, con el respaldo de la iglesia y la Procuraduría, así como importantes personalidades de la comunidad internacional, se abrió espacio para convocar personalidades democráticas y representantes de distintos sectores de Colombia y otros países, el ELN puso las cartas sobre la mesa de lo que piensa para una propuesta de Paz, proceso que tuvo como escenario el monasterio alemán de Puertas del Cielo.
Bajo los parámetros de una Convención Nacional, que concluyera en una Asamblea Nacional constituyente, el ELN convocó importantes expresiones del país, realizó los diálogos de Río Verde en El Oriente antioqueño en octubre de 1998, en los que se hicieron elaboraciones de cómo construir caminos de paz, con política democráticas para el país, iniciando el gobierno de Pastrana. Todos los temas tuvieron como centro de análisis y reflexión el camino de la paz y la Salida Política al conflicto.
Tales esfuerzos, contribuyeron a mostrarle al país y a la comunidad internacional, que al ELN le cabe el país en su agenda de lucha, que tiene claro un camino para la paz y la solución política al conflicto colombiano, en que demostró que ese camino no es la rendición sino la construcción con todos los colombianos y las colombianas, de un futuro de justicia y equidad social, de soberanía y democracia.
Estos esfuerzos no fueron muy lejos porque los gobiernos de turno no reconocen que el camino debe retomarse por donde comenzó y ello no es el acto mecánico donde los luchadores populares arríen sus banderas, dejen sus sueños y abandonen sus ideales.
El presidente Pastrana llegó a la presidencia enarbolando la bandera de la paz, recogiendo el sentir de las mayorías de los colombianos. Sin embargo los esfuerzos del ELN en su gobierno no fructificaron porque la fuerza del paramilitarismo obligó al presidente a no firmar los acuerdos que una delegación suya y otra del ELN definieron en la ciudad de La Habana Cuba en diciembre del año 2000.
Se acordó con su comisionado Camilo Gómez, una Zona de Encuentro, que comprendía las cabeceras municipales de los municipios de Cantagallo, San Pablo y San Rosa en el Sur de Bolívar y todos los mecanismos y normas de funcionamiento para un plan de paz, incluido un proceso de cese al fuego bilateral.
Este proceso terminó con una gigantesca operación militar contra guerrillera contra el Comando Central del ELN, cuyos negociadores estaban en la región definida como Zona de Encuentro.
Todo lo anterior nos permite demostrar que el problema no es de engaños, como de manera tendenciosa lo plantea el presidente Santos, sino de diferencias en cuanto a qué es la paz y como se construye el futuro de Colombia.
Otra cosa es que el presidente Santos no esté informado.
Porque estamos convencidos que la paz de Colombia requiere de diálogos bilaterales entre la insurgencia y el gobierno, en el primer mandato de gobierno de Uribe, de nuevo nos sentamos a la mesa y en un proceso de varios meses, retomando las experiencias anteriores, se estructuró una nueva agenda que llevó a amplias discusiones.
Como en ocasiones anteriores, participó un grupo importante de países amigos de la paz, así como personalidades nacionales e internacionales.
Cuando parecía inminente un acuerdo para un cese bilateral al fuego y las hostilidades y una zona para la concreción del proceso, el presidente Uribe exigió, en contra de lo definido, que el ELN debía concentrarse e identificarse para garantizar la verificación del proceso.
Simultáneamente con dicho planeamiento, suspendió al presidente Chávez que oficiaba como facilitador del proceso, de esta manera cerró la puerta y enterró el proceso de dialogo y paz con el ELN.
Así ha visto el ELN este complejo esfuerzo por el diálogo y la paz, debe ratificar hoy que si este u otros gobiernos venideros, pretenden la claudicación y desmovilización de la insurgencia en una mesa, los esfuerzos se seguirán truncando, porque como lo hemos dicho en repetidas ocasiones, la paz es justicia y equidad social, es democracia y soberanía.
Hoy las luchas populares y de la nación, esbozan una agenda de país opuesta al plan de desarrollo del presidente Santos, el ELN, se identifica con el movimiento popular en tales propósitos y considera que la paz de Colombia pasa por construir junto al pueblo y la nación, una agenda respecto de problemas que los aqueja.
Solo así nos enrumbaremos hacia la paz de Colombia.
El presidente Santos está desgastando la retórica de los supuestos engaños, debe asumir con estatura un camino para la paz de Colombia, de cara al país y recogiendo sus banderas, cualquier otra pretensión, es una distracción absurda.
Editorial de Revista Insurrección nº 298, 12 de diciembre de 2011