¿Cómo expresar en unas pocas líneas crímenes de siglos, los que no ya sólo en el pasado, donde siempre nos queda la disculpa del atraso moral del hombre, sino hoy en día, se vienen perpetrando contra la Colectividad Mapuche en Chile?, una Comunidad Indígena e ignorada que se está viendo diezmada poco a poco. Detrás, […]
¿Cómo expresar en unas pocas líneas crímenes de siglos, los que no ya sólo en el pasado, donde siempre nos queda la disculpa del atraso moral del hombre, sino hoy en día, se vienen perpetrando contra la Colectividad Mapuche en Chile?, una Comunidad Indígena e ignorada que se está viendo diezmada poco a poco.
Detrás, como siempre, los intereses económicos y a su servicio, el aparato policial de un Estado temeroso de que cualquier reivindicación, desemboque en el reconocimiento de unos derechos, por supuesto legítimos, que hagan tambalearse su poder casi omnímodo. Aunque enfrente tengan a un Pueblo (reconocido como tal según la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas por la Asamblea General de la ONU pero relegado a la categoría, menos molesta, de etnia, por el Gobierno chileno), cuya filosofía es contraria de forma mayoritaria a repeler las agresiones.
Pero día a día los están masacrando: detenciones ilegales, asaltos a sus hogares, robos, humillaciones, incluso asesinatos. Todo vale con tal de anularlos, de silenciarlos, de aniquilarnos, de dejarles sin organización, sin cultura, sin tierra… He ahí la clave: sin tierra, porque son muchos los intereses de diferentes empresas: madereras, mineras, ganaderas, hidroeléctricas, etc., para ocupar el Territorio Mapuche con sus negocios, aunque eso suponga arrasarlos. Y entre estos Pantagrueles cuya ambiciosa voracidad nada respeta, debemos incluir a la española Endesa.
Como español también, pero en el otro lado de esta injusticia con tintes de genocidio lento y ocultado, es el escritor vasco Asel Luzárraga, detenido el 31 de Diciembre en Chile bajo la falsa acusación de participar en un fallido atentado con bomba por la causa Mapuche y que continúa privado de libertad. Un montaje a lo «Incendio del Bundestag«.
América calla, Europa calla, España calla. Todos callan ante los espantosos desmanes que en Chile se están cometiendo. Parece que el espíritu exterminador de Pinochet sigue muy vivo, aunque ahora, disfrazado de democracia, se pasee impunemente por la Comunidad Internacional sin que nadie se atreva a enfrentarse a él. Y nuestra cobardía, ¿podremos disfrazarla también, o habremos de esperar a cubrir con una mortaja el cadáver del último Mapuche?.
Mercedes Cano Herrera
(Profesora titular de Antropología de la Universidad de Valladolid)
Julio Ortega Fraile