La publicación del video del candidato Vargas Lleras en las ferias del Pauna 2004 (zona esmeraldera) cabalgando alegremente y a lo «charro norteño», con reconocidos paramilitares narco-esmeralderos como Carranza, Pedro Orejas y Yesid Nieto (1) y las poco creíbles explicaciones dadas por el candidato a vicepresidente de Santos de su festiva presencia allí; junto a […]
La publicación del video del candidato Vargas Lleras en las ferias del Pauna 2004 (zona esmeraldera) cabalgando alegremente y a lo «charro norteño», con reconocidos paramilitares narco-esmeralderos como Carranza, Pedro Orejas y Yesid Nieto (1) y las poco creíbles explicaciones dadas por el candidato a vicepresidente de Santos de su festiva presencia allí; junto a la publicación por parte del diario El Espectador (04.05.2014) del documento sobre las actividades del «asesor íntimo» de Santos, el venezolano «escuálido» JJ Rendón (2) con los narco-paramilitares llamados Rastrojos, han lesionado seriamente no solo la legalidad y legitimidad de la campaña electoral de Santos, actual presidente de Colombia, sino su credibilidad ante la sociedad colombiana, al poner en evidencia la profundidad y tamaño de la penetración y enmarañamiento del narcotráfico dentro de la clase dominante de Colombia, y revivir el fantasma de la campaña presidencial de Ernesto Samper en 1994.
Es muy probable que estas 2 noticias, más la realización del Paro Agrario y Popular que está en desarrollo a pesar de la represión, alteren la votación prevista para el próximo 25 de mayo y es muy probable que Santos, a pesar de tener la mayoría de la maquinaria gubernamental y partidista así como los dineros oficiales puestos a su servicio electoral, sufra un serio retroceso y hasta un real descalabro electoral.
Esta situación es inédita en las luchas electorales y partidistas de la clase dominante en Colombia, porque hay dos factores que antes no se daban: Uno y talvez el más importante, un proceso de paz con la guerrilla de las FARC en la Habana que ha llegado a acuerdos que nunca antes se habían alcanzado para finalizar el sexagenario conflicto social y armado colombiano, y otro, la división dentro de la clase dominante que este proceso ha inducido y que ha llegado hasta el tradicional militarismo cipayo colombiano, el que siempre había estado férreamente unido.
Hoy se puede decir que hay dos grupos de militaristas: el llamado «núcleo duro» que lidera Harold Bedoya y adláteres, quienes han cerrado filas en torno a las propuestas exterminadoras de Uribe Vélez, y otro que, apoya la tesis «santista de que la victoria es la paz» (de Santos) liderada por su ministro de defensa Pinzón y apoyado por gran parte de los generales en retiro agrupados en ACORE y por la OTAN.
Es decir que, si Santos no logra ganar las elecciones con todo el Poder a su servicio para dar continuidad al proceso de paz en curso en la Habana, y sube alguno de los 3 peleles, o títeres de la «operación avispa» presidencial que ha lanzado Uribe Vélez aliado con Pastrana (Zuluaga. Peñalosa, o Marta Lucía), la perspectiva será un regreso al 2002; porque creo que si bien la candidatura de la alianza Polo-Up a pesar de todas las dificultades, represiones del régimen y todo tipo de limitaciones, será como lo dije alguna vez, un cero a la Izquierda en las cifras electorales.
Muchos amigos me escriben y me dan sus opiniones, pero más que todo, me dejan saber de la incertidumbre que los corroe frente a ese panorama tan desolador como regresivo. Es decir que, para evitar la subida de uno de los peleles de Uribe y el regreso a la guerra de exterminio, hay que apoyar electoralmente a Santos para que continúe el proceso de paz que trae en la Habana: Algo así como «del ahogado el sombrero».
Mi opinión es que se trata de un falso dilema que la clase dominante quiere descargar (como la crisis económica y financiera actual) sobre el Pueblo explotado colombiano para que le resuelva sus contradicciones económicas y políticas y que deben resolver ellos solos. En lo personal, no creo en la paz santista de la OTAN, o postconflicto que llaman, implementada por su ministro Pinzón y que sin duda se prolongará 8 años más con la elección y reeleción del cerrero y arbitrario Vargas Lleras. Tal panorama tampoco es sustancialmente mejor que el regreso al Plan Colombia de Pastrana-Uribe.
Si bien hay que esperar hasta el resultado final de «todas» las elecciones, la lucha popular por una paz con Justicia Social, Democracia y Soberanía, por la solución política al conflicto social armado colombiano, y por un proceso constituyente renovador que le dé el Poder a los de abajo; debe y tiene que seguir su marcha ininterrumpida y la movilización social (en las duras y en las maduras) suba Santos o no suba. Esa es la incertidumbre de la lucha popular de masas que no se puede abandonar por una coyuntura electoral transitoria como la que estamos viviendo actualmente en Colombia.
Lapidarium: Recomiendo ver el video sobre Vargas Lleras en Pauna y, leer con detenimiento el documento publicado por el Espectador:
(1) http://www.youtube.com/watch?v=nVuabni2PeE
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.